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29 agosto 2008

EL PACIENTE EXPERTO


"SÍSIFO" de Franceso Ferdinando Trotta (Flickr TM)

La otra mañana, en pleno aguacero estival, una joven acudió a mi consulta demostrando cierta intranquilidad y preocupación. Había leído en Internet una información relacionada con la infección genital por el papilomavirus humano (HPV, in english). Conversamos durante unos cinco minutos. No hizo falta mucho más tiempo. Escuché sus cavilaciones; tras proporcionarle la información técnica (profesional) y médica (humana) que ella demandaba, se marchó mucho más tranquila. O tal vez esa fue la impresión que me dió. Los expertos siguen divagando sobre el poder terapéutico de la palabra. Me sorprendió gratamente, porque todavía el consejo médico tradicional parece resultar mucho más reconfortante para el paciente que la ingente e indiscriminda avalancha informativa, sin filtrar, sin depurar.

Supongo que en todas estas cuestiones algo tendrá que ver también la comunicación no verbal, las habilidades en la relación médico–paciente, todas esas competencias asistenciales que continuan sin enseñar en las facultades de medicina y que todos vamos aprendiendo, día a día, haciendo callo.

Sostiene Aloysius que ante nosotros se despliega la magia de la red de redes, ese radiante palimpsesto en el que cualquiera puede escribir libremente sus opiniones. Y entonces acudió a mi memoria el recuerdo de otra situación similar. Una paciente, afectada por esclerosis múltiple, me preguntaba mi opinión sobre un tratamiento inmune que no figura en los cánones terapéuticos ortodoxos. Reconocí mi ignorancia, pero le prometí informarme.

Y es que ya nadie duda de que la formación continuada, actualizada y permanente, se ha convertido en una herramienta esencial a la hora de prestar una asistencia de calidad a los usuarios del sistema sanitario. Los excépticos lo interpretan como una especie de expiación mítica, equivalente a la que cumplía Sísifo en los infiernos, empujando colina arriba una pesada piedra que al alcanzar la cima, volvía a caer rodando hasta el principio del camino.

Cuando aludimos al paciente experto, no lo hacemos para definir al projimo que acude a la consulta con la lección bien aprendida, tratando de poner en un brete al profesional que se encarga de velar por su salud. En realidad, nos estamos refiriendo al paciente implicado activamente en su propio autocuidado. No hablamos de fenómenos novedosos; desde la década de los años 80 del pasado siglo, la prestigiosa Universidad de Stanford desarrolló un programa de este tipo específico para las enfermedades crónicas. En nuestro país, existe una página web especializada en este tipo de actividades.

El Programa Paciente Experto puede consultarse en

www.pacienteexperto.com.

Y finalmente, de nuevo hemos vuelto a toparnos con la serpiente que se muerde la cola: ¡bienvenidos a Internet!.

21 agosto 2008

LA MUERTE POR ENTREGAS


"Angels in fury" de Jsome (Flickr)

Todavía a día de hoy, muchos continuamos sobrecogidos por la terrible tragedia aérea sufrida por el vuelo JK5022 de Spanair ayer en Barajas. Desde aquella trágica catástrofe ocurrida hace unas décadas en el tinerfeño aeropuerto de Los Rodeos (27 de marzo de 1977), nos manteníamos confiados ante la improbabilidad de que este tipo de accidentes se repitiera en nuestro entorno; habitualmente, cuando una aeronave desafortunada se estrella, suele ser la abanderada de cierta línea aérea tercermundista, gestora de aviones de cuarta o quinta mano que se mantienen a duras penas en el aire.

Quién lo iba a sospechar. En suelo patrio, en pleno mes de agosto, con miles de pasajeros partiendo o regresando de sus vacaciones. Y una vez más, la muerte se ensaña con nuestros prójimos de las Islas Afortunadas, casi siempre condenados a volar cuando precisan viajar fuera de sus hermosas fronteras insulares. Para todos los difuntos y sus seres queridos, mis más sentidas condolencias, aunque me confieso sabedor de que jamás habrá suficientes palabras de consuelo para tantas familias afectadas.

Desde el comienzo de la tragedia, los avances de los medios de comunicación nos permitieron seguir las evoluciones de los equipos de rescate casi a pie de pista, en un fenómeno mediático que algunos, quizás frívolamente, denominan la magia del directo. Mientras las ambulancias partían raudas hacia los centros hospitalarios, nos convertimos en mudos testigos del macabro baile de cifras y estadísticas. De la esperanza inicial pasamos a la más penosa de las zozobras. Entre las víctimas, niños e incluso bebés. Parece que la cizaña de la innombrable resulta más afilada cuanto mayor es el número de víctimas, cuando los heridos quedan abandonados a su desesperada suerte inmersos en un mar de llamas, cuando el recuento de cadáveres encuentra solamente anónimos cuerpos carbonizados.

A menudo, este tipo de accidente desencadena lógicas reacciones de solidaridad, ciertamente comprensibles desde el punto de vista humano; a la vez, el temor colectivo a la hora de volar en avión se incrementa y las cancelaciones de este tipo de viajes se disparan. Este miedo se nutre de la sensación de vulnerabilidad del medio de transporte, fabulosas máquinas voladoras de grandes alas y frágil fuselaje. Sin embargo, con frecuencia nos montamos tranquilamente en los coches, poseedores de esa falsa e insensata sensación de seguridad. Me gusta viajar en avión, a pesar de la congoja que me producen los despegues, Elías partiendo hacia el cielo arrebatado por un carro de fuego, y los aterrizajes. Continúa siendo el medio de transporte más seguro.

Sostiene Aloysius que la estadística demuestra lo dificilísimo que resulta ganar la lotería; sin embargo, todos los días, le toca a alguien.

15 agosto 2008

LA FURIA DE NAMOR


NAMOR, el superhéroe de MARVEL COMICS



El eterno debate: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?; ¿qué importa más, la dotación genética o la influencia del medio?


El hombre pez

Michael Phelps vino al mundo armado con una provisión genética repleta de excelentes cualidades para la natación. En ausencia de estos mimbres, nunca podría haber desarrollado esa estructura corporal ideal para desenvolverse libremente dentro del agua.

Sin embargo, sería necesario un duro, intenso y prolongado proceso de entrenamiento y aprendizaje para modelar su anatomía anfibia: en hombros y tórax, potentes músculos deltoides y pectorales, sin fibras hipertrofiadas que le harían ganar una masa muscular innecesaria para su cometido (sus brazos son remos, no palancas). Y a nivel del brazo, cinceladas las porciones larga y corta del biceps braquial, el músculo flexor del brazo por excelencia, apoyado por el desarrollo ortodoxo de los músculos coracobraquial y braquial anterior.


La musculatura hipertrofiada de Namor


Aunque el príncipe Namor disponía de branquias para respirar debajo del agua, en una hipotética competición en piscina corta contra Michael Phelps, yo apostaría decididamente por el nadador norteamericano.

08 agosto 2008

ANIMALITOS



Imagen: "Yorkshire Doves" de Kaddy, ... en Flickr

Sostiene Aloysius, incondicional amigo de los animales, que pronto contaremos en Ourense con una ordenanza municipal que prohibirá (y castigará) la alimentación de los animales vagabundos, entendiéndose fundamentalmente como tales a palomas, gatos y perros, mascotas colectivas callejeras por excelencia. Se acabó eso de tirar miguitas al suelo. Ciertos jubilados, hasta hoy recolectores de mendrugos de pan duro, que compasivos los humedecían en la fuente del Parque de San Lázaro para dárselos a las palomas, ya pueden buscarse otras ocupaciones no delictivas. Por ejemplo, bañarse gratis en A Chavasqueira o hacer cola en los bailes del Hogar del Pensionista.

De momento, esta futura norma nada ha dicho respecto a otras especies volátiles comunes, como gorriones, patos o gaviotas. ¡Hay que ver cómo cambian las cosas! Si en mi pasado compostelano, delante de los compañeros universitarios de Ferrol o de Vigo, se me hubiera ocurrido vaticinar que las gaviotas planearían sobre el Miño surcando libres los azules cielos de Auriavella, a buen seguro me hubieran tachado de chalado o de mentiroso.

Pero, en la historia de la humanidad, ya se han visto situaciones similares. Cuando los hombres se entretienen demasiado haciéndole la puñeta a sus semejantes, entra en juego la preocupación por los animales; es como si tratásemos de desviar la atención sobre lo verdaderamente importante. El otro día, sin ir más lejos, en la sección de Cartas al Director de La Región, un lector manifestaba sus opiniones contrarias al denominado Proyecto Gran Simio. En sus fundamentos, esgrimía profundas cuestiones morales y éticas, cuasi religiosas. Mientras tanto, la cruda realidad nos alerta sobre la probable extinción a corto plazo de la mayoría de los simios de nuestro planeta, especialmente en tierras del Sudeste Asiático. Tienen la culpa la deforestación galopante, la contaminación de las aguas y la perpetuación del furtivismo en la caza.

Lo siento por algunos de mis prójimos, pero resulta que hombre y ratón tenemos genomas muy similares. El Premio Nobel de Medicina y Fisiología del 2007 galardonó a la tripleta formada por Mario Capecchi, Sir Martin Evans y Oliver Smithies, por sus investigaciones realizadas con ratones mutantes. Roedores diseñados en el laboratorio, cuentan con un ADN manipulado artificialmente para reproducir, en modelos animales genéticamente próximos al ser humano, las patologías y los tratamientos posibles para las mismas.

Me informa el optimista Aloysius que ya existen alrededor de 500 modelos de ratón representativos de otras tantas enfermedades humanas, incluyendo trastornos cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, cáncer y diabetes.

Seamos pues, humildemente, un poco más franciscanos, por aquello del amor a los animales.