En 1941 se estrenó una película del prolífico Frank Capra. Este director, nacido en la Sicilia de finales del siglo XIX, como tantos otros compatriotas suyos se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos. Tal vez debido al choque cultural entre su civilización mediterránea original y el vertiginoso modelo de vida americano, se convirtió en el más fiel retratista de las desdichas y los anhelos de los anónimos ciudadanos.
Esta película se tituló "Meet John Doe", en nuestro país "Juan Nadie", y contó con la participación de la pareja estelar Barbara Stanwyck - Gary Cooper. La trama comienza con una serie de despidos en la sede de un periódico, provocada por la compra de su nuevo propietario. A modo de venganza, una espabilada periodista se inventa un carta en la que un parado, ante su desesperada situación, advierte sobre su intención de suicidarse arrojándose al vacío desde el tejado del ayuntamiento la próxima Nochebuena. La publicación de esta noticia desencadena un sorprendente mecanismo mediático destinado a transformar el infausto destino de Juan Nadie...
Capra disfrutó de una dilatada existencia. Falleció el 3 de septiembre de 1991, a la edad de 94 años. Está enterrado en el cementerio de Coachella, California. No lejos de su tumba, en la populosa ciudad de Los Ángeles, el pasado 28 de enero de 2009 un "Juan Nadie" llamado Ervin Antonio Lupoe mató a tiros a su mujer y a sus cinco hijos. Para completar la tragedia, se descerrajó un disparo en la cabeza. Recién despedido de su trabajo, este desdichado se vio desbordado por la desesperación y el miedo que le provocaron ese futuro de penuria económica que le esperaba a él y a su familia.
Los Lupoe no tuvieron suerte. Mientras ellos exhalaban su último aliento, los tiburones de Wall Street se repartían ufanos los beneficios que la crisis económica mundial dejó en sus alforjas. A los Lupoe les tocó vivir la realidad, insolidaria e insensible, trituradora inmisericorde de las vidas de los más humildes e infinitamente alejadas de aquellas del celuloide que al final siempre alcanzaban la redención, como la protagonizada por James Steward en la inefable "Qué bello es vivir", también bajo la sabia batuta de Frank Capra.
The end.