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21 febrero 2024

EL PASO DEL TIEMPO


En 1984 un grupo llamado La Unión irrumpió en el panorama musical español con un primer álbum de pop rock que inauguró una trayectoria fulgurante, culminada en 2006 con un doble disco de diamante. La originalidad de su propuesta artística pivotaba en unos músicos excelentes y, sobre todo, en la peculiar voz e su cantante, Rafa Sánchez. Su mayor éxito hablaba de las aventuras de un Lobo-Hombre en París. 


Pero hoy la cosa no va de licántropos. Un imaginario reino inspiró otro gran éxito de esta banda madrileña: Syldavia. Recuerdo especialmente una etapa infantil en la que frecuentaba la vieja biblioteca de la Diputación ourensana para deleitarme con Las aventuras de Tintín. Syldavia es un reino imaginario, el escenario de las aventuras del perspicaz reportero de rubio copete y su inefable perrito Milú, personajes creados por el inolvidable Hergé. Para La Unión, el tiempo pasaba más despacio en Sildavia... 


Pero el tiempo mental no siempre coincide con el tiempo cronológico. Los expertos señalan que el tiempo depende de los estímulos que recibimos. Por ello no todos distinguimos su tránsito de la misma manera. El biólogo estadounidense Robert B. Sothern, a medida que iba envejeciendo, dedicó 40 años de su vida al estudio de la percepción temporal. Y así llegó a la conclusión de que el tiempo pasa más rápido a medida que vamos cumpliendo años. Una posible explicación para esto es que durante el día, en las primeras décadas de nuestras vidas, captamos más imágenes que en las etapas más avanzadas. 


Para Sothern, si la esperanza de vida se midiera por el número de imágenes percibidas, la frecuencia es claramente mayor en la juventud. Este tiempo mental es una secuencia de imágenes que estimulan nuestros órganos sensoriales donde entra en juego el envejecimiento. Probablemente influye también la novedad y la potencia de esos estímulo sobre nuestros sentidos. Cosas de la inercia, la rutina, la fatiga y el aburrimiento. 


Por ello recomendamos incrementar nuestra capacidad de aprender y de sorprendernos para combatir el inexorable paso del tiempo: tratemos de ver y sentir lo cotidiano como cuando lo hicimos por primera vez. Estrenemos cada día como los primeros. El otro tiempo, el cronológico, lo medimos mediante relojes y calendarios; es el fruto de un convenio científico. Ya saben, las dichosas rotaciones planetarias. 


En su historia, la humanidad ha venido utilizando diferentes calendarios. Por si no fuera suficiente, para un anciano de 90 años, un año representa el 1.11% de su existencia. Para un adolescente de 1o años, ese mismo período es un 10% de su vida. Y es mucho más fácil llenar de imágenes semejante fracción de tiempo. No tengan miedo de perderse, no. Carpe diem.





14 febrero 2024

EL CRIMEN DEL SIGLO



Sostiene Aloysius que “Dreamer” es nuestra canción favorita del álbum “Crime of the Century” de los míticos Supertramp. Los cinéfilos recordarán también "El crimen del siglo" (William Baudine, 1933), una película de misterio en la que su protagonista, el Dr. Brandt (Jean Hertsholt), un médico y mentalista, confiesa un asesinato que todavía no ha ocurrido. Mientras tanto, varios cadáveres empiezan a aparecer por todas partes.


Retornando a la realidad, y echándole un vistazo a la historia, no resulta fácil escoger cuál es el crimen más abyecto de cada siglo. Gustibus non disputadum, que diría mi padre, a propósito de los gustos y los colores, y de la libertad de opiniones. 


Estos días hemos asistido a un implacable debate a raíz del asesinato de una madre en Castro Urdiales, supuestamente  a manos de sus dos hijos. Resulta fácil encender la mecha, cuando la opinión pública se ha enterado que los chicos eran menores de edad. Y la deflagración se ha desbocado al descubrir que eran adoptados. 


En una situación tan dolorosa y compleja como ésta cabría hacer una serie de ponderadas consideraciones. 


Las primeras relacionadas con la edad de los muchachos. El menor de los hermanos, de 13 años, resulta inimputable. ¿Qué quiere decir esto? La legislación española contempla que a los menores de 14 años no se les puede exigir ninguna responsabilidad penal. En su lugar, se les aplicarán las medidas dispuestas en las normas sobre protección de menores previstas en la ley. Hace unos años ocurrió lo mismo con otro chico de 13 años que mató con una ballesta a un profesor en un Instituto de Barcelona. 


Respecto al hermano mayor, de 15 años, el vigente Código Penal español establece que los menores de 18 años no se consideran responsables criminales, aunque sí imputables. Para estos casos existe la Ley Orgánica Reguladora de la Responsabilidad Penal de los Menores (LORRPM). La pena, en este caso, dependerá de la edad y de la gravedad del delito. Las actuaciones le corresponderán ahora a la Fiscalía de Menores. 


Además del trágico fallecimiento de la madre en esas terribles circunstancias, queda pensar en el futuro de los hermanos y en la situación en la que quedan el resto de los miembros de una familia completamente destrozada. 


En cuanto a la polémica sobre los hijos adoptivos, los expertos llevan años debatiendo sobre la mayor importancia de la herencia o del ambiente sobre las conductas desviadas y criminales de los hijos adoptivos. Grosso modo, la mayoría de las investigaciones sobre niños adoptados muestran una mayor concordancia delictiva entre hijos y padres biológicos, pero con una holgada variabilidad que oscila entre el 3 y el 30%, según los estudios. El trabajo europeo más amplio fue desarrollado en Dinamarca, en los años 80, utilizando su propio registro de adopciones entre 1924 y 1947. 


Mucho ha cambiado el mundo desde entonces. Y la infancia y la adolescencia continúan siendo extremadamente vulnerables. Que el humo de los árboles incendiados no nos impida ver el bosque. Y que juzguen los jueces.





13 febrero 2024

UN PUNTO AZUL PALIDO



El 5 de febrero de 1990, la Voyager 1 tomaba una imagen del planeta Tierra desde una distancia de 6000 millones de kilómetros, la más lejana que jamás hubiera existido. Esta sonda espacial robotizada, de apenas 1 tonelada de peso, había sido lanzada desde Cabo Cañaveral el 5 de septiembre de 1977, y todavía continúa viajando, surcando el espacio interestelar. 


En aquella famosa fotografía se percibía nuestro planeta como un pequeño punto azul pálido. Y así se tituló el libro publicado en febrero de 1994 por el cosmólogo y divulgador científico Carl Sagan, una profunda reflexión sobre nuestra insignificancia en el universo. 


Sostenía el autor que en esa mota azulada se concentraba toda la existencia de la humanidad, de los que fueron y todavía somos, ya que sobre el futuro del hombre fuera de las fronteras terrenales todavía no hay nada escrito. 


Por estas reflexiones, en estos días de guerra y pandemia, se siente abrumado Aloysius, sobre todo al conocer cómo el potente telescopio espacial Hubble ha detectado la por el momento estrella más lejana jamás observada. Debería encontrarse, nada más y nada menos, que a unos 12900 millones de años luz de nuestro planeta. 


Existió cuando el universo era joven, porque ya no existe, ya que el resplandor captado por el telescopio se corresponde al viaje de su luz atravesando el espacio hasta alcanzarnos. Estas magnitudes resultan difíciles de comprender para los que estamos acostumbrados a contar el tiempo en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, incluso siglos. 


Respecto a los virus, los expertos afirman que en los últimos 50000 - 10000 años, a medida que nuestros ancestros comenzaron a dispersarse por el planeta, surgieron la mayor parte de las enfermedades infecciosas, incluyendo las causadas por los virus. 


Hace 11000 años, en las comunidades agrícolas de la India, la viruela comenzó a hacer sus estragos, la patología infecciosa más devastadora y mortífera de la historia de humanidad. Gracias a las políticas sanitarias de vacunación universal, desde 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera erradicada, salvo que a algún loco se le ocurra liberar al virus custodiado en los laboratorios de la más alta seguridad por error, o intencionadamente, como arma biológica. 


La preocupación por el uso de este apocalíptico arsenal en una guerra moderna, como por ejemplo la de Ucrania, sigue atenazando nuestros corazones. A vueltas con el tiempo, los historiadores afirman que la primera guerra de la humanidad de la que se tienen testimonios escritos, tuvo lugar hace 4500 años, cuando las ciudades sumerias de Lagash y Umma se enfrentaron durante más de un siglo. 


Sostiene Aloysius que los restos y recuerdos de todas esas víctimas de la historia, las que se llevaron por delante los virus y las armas, y de las que siguen provocando en la actualidad, continúan en esa pequeña mota azul claro que fotografió la Voyager 1. Y algún día se convertirán en un gran destello que viajará años luz por el espacio, cuando se extinga nuestro sol y nuestra galaxia. ¿Habrá entonces alguien que desde algún lugar se dé cuenta de nuestra tragedia?