Me llamo Lucas y
estudio 5º de Primaria. La semana pasada, al llegar a clase, nos encontramos
una gran sorpresa. Sobre el pupitre de Pablo estaba un aparato brillante, de
color blanco. Al principio lo confundí una licuadora, como la que tiene mi
madre en la cocina. Pero al acercarme más, descubrí que se trataba de una
pequeña cabeza unida a un soporte. En total, no mide más de 30 centímetros.
Donde tendría la frente, el extraño objeto dispone de una cámara diminuta, como
la de los teléfonos móviles, para grabar vídeos y tomar fotos. Me acordé de un
cíclope que había visto en un cómic, gigantesco y con una larga barba negra,
con los colmillos como dos sables y las orejas puntiagudas. En la frente sólo
tenía un ojo. Mi padre me explicó que se trataba de las aventuras de Ulises, un
héroe de la antigua Grecia. Polifemo, que así se llamaba el monstruoso gigante,
los retenía prisioneros en su caverna. Ulises y sus compañeros engañaron al
cíclope, y se escaparon atados a las barrigas de una ovejas.
Nuestro compañero
Pablo hace un mes que no viene al colegio, La profesora nos ha contado que está
muy enfermo, y que iban a tener que darle un tratamiento especial muy fuerte,
por lo que pasaría una temporada en el hospital. Cuando le pedí a mi madre que
acompañara a verlo, me dijo que era mejor esperar unos días, pues las visitas
no eran convenientes. Más tarde escuché cómo le hablaba en secreto a mi padre.
No entendí apenas nada, pero sí una palabra rara: leucemia.
La profesora nos ha
contado esta mañana que el extraño artefacto es en realidad un robot, y que va
a acudir a clase en lugar de Pablo, mientras siga enfermo. Pero Pablo se va a
curar. La profesora nos ha asegurado que también lo hacen muchos niños con su
enfermedad. En principio nos tomamos los del robot en broma, porque los que
conocemos son como los de la Guerra de las Galaxias: C3PO, R2D2 y el pequeño
BB-8, que se parece mucho a un balón de fútbol. El robot que sustituye a Pablo
no tiene brazos ni piernas.
Se llama AV1 y permanece todo el rato sobre el pupitre,
quieto. Por el objetivo de la cámara se fija en lo que la profesora escribe en
la pizarra. Ella nos ha dicho que Pablo puede verlo mismo en la pantalla de un
ordenador, desde su habitación del hospital. Más tarde, cuando le den el alta,
nos seguirá desde su propia habitación, en su casa. Si Pablo quiere decirnos
algo, habla por un micrófono y podemos escucharlo a través de unos altavoces
que tiene el robot. Aún así, su voz suena como metálica.
AV1 tiene también unos
ojitos luminosos, que brillan con intensidad cuando Pablo está contento, y que
se apagan un poquito cuando no está de buen humor. La profesora nos ha contado
que son cosas del tratamiento. Y aunque estamos encantados con nuestro nuevo
compañero, todos deseamos que pronto regrese nuestro amigo, seguimos mirando de
reojo al robot, para ver qué hace.