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06 julio 2025

CAMBOYA, 1978 Y LA SUBJETIVIDAD



"Camboya, 1978" (Rithy Panh, 2024) nos muestra el peligroso viaje que emprenden tres periodistas franceses invitados por el sanguinario régimen de los jemeres rojos (abril 1975 - enero 1979, con el genocida Pol Pot a la cabeza.

Se calcula que la imposición de su política de extrema izquierda, una mezcla de estalinismo y maoísmo, agrarismo, nacionalismo, anticolonialismo y autarquía se llevó por delante la vida de entre 1,5 y 3 millones de camboyanos, desplazados desde los núcleos urbanos al campo para trabajar en comunas, bajo estricta vigilancia militar y la constante amenaza de torturas y asesinatos, de las que ni siquiera se libraron los niños, las mujeres y los ancianos, ni muchos de los devotos partidarios del régimen de terror.


Los periodistas son Lise Delbó (Irène Jacob), Paul Thomas (Cyril Gueï) y Alain Cariou (Grégoire Colin). Precisamente éste último, comunista convencido y posteriormente desengañado por las atrocidades de las que va siendo testigo, mantenía contacto regular con Pol Por desde los años en que el líder camboyano fue estudiante en París.

De los tres sólo retornó con vida a casa la mujer.

A propósito de la subjetividad, existe una escena en la que los jemeres rojos se burlan de la estulticia occidental personificada en el condescendiente Cariou, al que colocan con los ojos vendados por un krama delante de la figura de un elefante artesanal de cartón piedra.

Sin saber qué realmente está tocando, el incauto periodista va identificando erróneamente cada parte aislada del animal, confundiendo la trompa con la corteza de una palmera, la oreja con un abanico y la cola con un manojo de cabellos.



A PROPÓSITO DE LA SUBJETIVIDAD COMO UN PROCESO DINÁMICO

La subjetividad no es una propiedad inmutable y permanente. Se trata de un proceso en constante construcción, el punto de partida desde el cual cada persona se proyecta, crea sentido, se relaciona y construye su mundo.

Este proceso está influenciado por múltiples factores:
  • Colectivos e institucionales, como la familia, la escuela, los medios de comunicación, el lenguaje y los valores culturales que interiorizamos.
  • Individuales y psíquicos, relacionados con nuestra historia personal, emociones y vivencias únicas.
De esta manera la subjetividad se manifiesta como un sistema de creencias, deseos y aspiraciones, que expresa tanto nuestra manera de estar en el mundo como nuestra capacidad de transformarlo. 

Cada persona desarrolla su propia utopía: una visión sobre lo que es y lo que podría llegar a ser. En el horroroso caso de los jemeres rojos, el pretendido retorno a los orígenes campesinos del pueblo camboyano colisionó dramáticamente contra los conflictos de intereses de las grandes potencias (EE.UU., URSS y China) y sus vecinos indochinos (Vietnam, Tailandia y Laos) en aquel complicado tablero sociopolítico.

El objetivo de la revolución camboyana era hacer tabla rasa con el pasado. Y esta idea podría resumirse en la frase supuestamente pronunciada por Pol Pot, a su vez atribuida a Georges-Jacques Danton en el contexto de la Revolución Francesa y el Reinado del Terror: "hay que ser terrible (implacable) para evitar que el pueblo tenga que serlo"


Poster de "Danton" (Andrzej Wajda, 1983)

Todavía en el mundo actual, marcado por la velocidad, la tecnología, la productividad y la incertidumbre, el proceso de la subjetividad sigue encontrándose terciado por múltiples tensiones y contradicciones. 

Estas presiones pueden dar lugar a sensaciones de ansiedad, angustia o vacío existencial, pero también son espacios desde los que crear nuevas formas de vida más auténticas.

La subjetividad es siempre movimiento: un proceso de construcción, proyección y sentido que define la manera en que habitamos el mundo.


28 junio 2025

PLANETA SÍNDROME



El título de hoy no hace referencia a ninguna película de terror de ciencia ficción, aunque tampoco sería una mala opción para ello. Lo dejamos caer por si fuese del interés de algún cineasta. 

Y es que las vacaciones, ese ansiado paréntesis en nuestra rutina laboral, ya no garantizan descanso. A medida que la vida moderna se acelera, las pausas se ven cada vez más empañadas por un fenómeno que se extiende silenciosamente: los síndromes prevacacional y postvacacional, ambos reflejo de la ansiedad profunda asociada al vertiginoso estilo de vida contemporáneo. 

Vamos con el primero de ellos: el estrés antes del descanso. Contrariamente a lo esperado, nos son pocas las personas que experimentan un pico de estrés justo antes de iniciar sus vacaciones. Este fenómeno se manifiesta con síntomas físicos y emocionales, como por ejemplo insomnio, irritabilidad, fatiga crónica y una preocupación constante por dejar todo atado y bien atado antes de ausentarse del trabajo. 

Para la psicóloga laboral Clara Rivas, este intento de desconexión se convierte en una tarea titánica, porque la cultura de la productividad extrema en la que todos estamos inmersos provoca que las personas se sientan en cierto modo culpables por el disfrute de sus merecidas vacaciones. 

Con todo esto anda muy intrigado Aloysius: ¿acaso el descansar se ha convertido en un lujo o continúa siendo un derecho? 

Un buen amigo se encontró una mañana soleada a un conocido disfrutando de un refresco, en una de las muchas terrazas ourensanas. Cuando le preguntó qué hacía, el otro le respondió con sorna: estoy descansando de tanto descansar. 

Vamos ahora con el segundo de los síndromes, el postvacacional, o de cómo retornar a la cotidiana rutina remontando una empinada cuesta. Y es que a la ansiedad previa le sigue, en muchos casos, este fenómeno que algunos estudios llegado a cuantificar que afecta a un 30% de los trabajadores. 

Esta etapa se caracteriza por tristeza, apatía, desmotivación y dificultad para concentrarse durante los primeros días, incluso semanas, después de regresar al trabajo. 

Porque el problema no solamente es volver, sino hacerlo a una existencia de algunas personas perciben como negativa, vacía, excesivamente exigente, y en resumen, poco satisfactoria. 

De una manera u otra, ambos síndromes constituyen la punta del iceberg denominado ansiedad estructural, consecuencia directa de una vida que no nos deja vivir. Nuestra moderna existencia, frenética, saturada de hiperconectividad y desinformación, sometidos a la presión constante por rendir al máximo, ha ido creando un entorno propicio para que cada vez percibamos una ansiedad social generalizada. La tecnología, quizás en demasiadas ocasiones, ha difuminado las fronteras entre la vida personal y la laboral. 

El uso, cuando no el abuso, de las redes sociales, los correos electrónicos, los mensajes y los WhatsApp nos hacen reos de la cultura de la inmediatez y de la disponibilidad permanente. Son ladrones del necesario espacio para el ocio verdadero. 

Ya comentábamos con anterioridad la paradoja de los prójimos que no desconectan ni cuando están haciendo sus necesidades. Cada día se extiende más y más la idea de que incluso nuestro tiempo libre debemos aprovecharlo al máximo. Y es esta sensación perversa la que termina por transformar el descanso en una nueva fuente de estrés. 

Podríamos llegar a convencernos que aún disponiendo de espacio y tiempo para la paz y la tranquilidad, éstas continúan mostrándose esquivas. En estos casos, los psicólogos opinan que el problema no son las vacaciones, sino realmente cómo vivimos el resto del año. Nunca una par de semana pueden compensar lo que no se cuida durante varios largos meses. Pero ¿existe una solución?. 

Los expertos recomiendan replantearnos la relación que mantenemos con el trabajo, el descanso y el disfrute de la vida. Y no sólo se refieren a jornadas laborales más llevaderas y a la promoción de políticas de salud mental, sino especialmente a cambios individuales, como aprender a desconectar, a poner límites y a priorizar lo importante. 

Para sobrevivir en el Planeta Síndrome es más valioso conocer cuánta vida realmente vivimos que cuántos días tenemos de vacaciones al año. Amén.



10 marzo 2025

EL JAZZ Y LOS BISNIETOS DE LOS SOLDADOS BÚFALO


"There was a Buffalo Soldier
In the heart of America
Stolen from Africa, brought to America
Fightiing on arrival, fighting for survival"...

Durante la Segunda Guerra Mundial, más de un millón de afroamericanos sirvieron en el ejército de los Estados Unidos en distintas funciones. Aunque participaron activamente en la lucha contra el fascismo en Europa y el Pacífico, estos soldados enfrentaron una dura realidad al volver a casa: la persistencia de la segregación racial y la discriminación sistémica en su propio país. 

La lamentable paradoja de combatir por la libertad en el extranjero mientras se les negaban derechos básicos en su patria se convirtió en un factor clave para el inicio del movimiento por los derechos civiles en las décadas siguientes.

La segregación en las fuerzas armadas

Antes de la guerra, el ejército de EE.UU. mantenía una política estricta de segregación racial. Los soldados afroamericanos eran relegados a unidades separadas y a menudo asignados a tareas de servicio o logística en lugar de combate. Sin embargo, algunos destacamentos lograron hacer historia.

En el recuerdo permanecían aquellos Buffalo Soldier que formaron parte del 10º Regimiento de Caballería del Ejército de los EE.UU., creado el 21 de septiembre de 1861 en Fort Leavenworth (Kansas).

Pero unos de los más emblemáticos integraron el 332º Grupo de Combate, los "Tuskegee Airmen", una unidad de pilotos afroamericanos que escoltó bombarderos aliados en Europa con un éxito notable. 

Otro fue el 761º Batallón de Tanques, apodado los "Black Panthers", que luchó en Francia y Alemania, siendo reconocido por su valentía. A pesar de estas contribuciones, estos soldados seguían sufriendo discriminación dentro del ejército, desde menores oportunidades de ascenso hasta el maltrato de sus propios superiores.

El regreso a una sociedad segregada

Cuando la guerra terminó en 1945, los soldados blancos fueron recibidos como héroes y se beneficiaron de programas como la Ley GI Bill, que les permitió acceder a educación universitaria y créditos para vivienda. 

Sin embargo, los soldados negros encontraron numerosas barreras para acceder a estos beneficios. Los bancos y universidades practicaban la discriminación sistemática, negándoles préstamos y plazas educativas. Además, los veteranos negros que regresaban al sur de EE.UU. debían enfrentarse nuevamente a las leyes de segregación de Jim Crow, que limitaban su acceso a empleos, transporte y derechos civiles.

En muchos casos, los soldados afroamericanos fueron recibidos con hostilidad. Algunos fueron atacados o linchados por la simple razón de haber servido con orgullo en el ejército. 

Un caso emblemático fue el de Isaac Woodard, un veterano negro que fue brutalmente golpeado por un oficial de policía en Carolina del Sur hasta quedar ciego, solo horas después de haber sido dado de baja del servicio militar. Este hecho generó indignación nacional y contribuyó a la futura desegregación de las fuerzas armadas.

La lucha por la igualdad

El regreso de estos soldados se convirtió en un catalizador para el movimiento por los derechos civiles. Muchos veteranos afroamericanos, como Medgar Evers y Harry Belafonte, utilizaron su experiencia en la guerra para exigir el fin de la discriminación racial en EE.UU.

En 1948, el presidente Harry S. Truman firmó la Orden Ejecutiva 9981, que ordenaba la desegregación de las fuerzas armadas. Aunque la implementación fue lenta, marcó un cambio histórico al reconocer oficialmente la igualdad de los soldados sin distinción de raza.

Sin embargo, la lucha por la igualdad plena continuó en los años siguientes. La participación de veteranos negros en las protestas y boicots de los años 50 y 60 demostró que su lucha no terminó en los campos de batalla de Europa o el Pacífico, sino que continuó en las calles de su propio país.

Clark Terry

El jazz y los soldados afroamericanos

Varios músicos de jazz afroamericanos sirvieron en el ejército de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial, enfrentándose no solo a los peligros del conflicto, sino también a la discriminación racial dentro del ejército. 

Desempeñaron un papel clave en la difusión del jazz y en la lucha por la igualdad racial tanto dentro como fuera de las fuerzas armadas.

Algunos de los más destacados fueron:

1. Clark Terry (1920-2015) – Trompetista

  • Terry sirvió en la Marina de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Su experiencia en la banda militar le permitió desarrollar aún más su estilo musical, lo que le llevó a tocar con grandes figuras como Duke Ellington y Count Basie tras la guerra.

2. John Lewis (1920-2001) – Pianista y compositor

  • Fundador del Modern Jazz Quartet, Lewis sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras estaba destinado en Francia, conoció a músicos europeos y expandió su visión musical, lo que influyó en su posterior fusión del jazz con elementos de la música clásica.

3. Buddy Collette (1921-2010) – Saxofonista y flautista

  • Collette sirvió en la Marina de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial y, tras su regreso, se convirtió en un importante defensor de la integración racial en la música, ayudando a romper barreras en la industria del jazz y el entretenimiento.

4. Ray Brown (1926-2002) – Contrabajista

  • Aunque fue reclutado al final de la guerra, Brown sirvió en el ejército y, tras su servicio, se convirtió en uno de los contrabajistas más influyentes del jazz, colaborando con figuras como Oscar Peterson y Ella Fitzgerald.

5. Dizzy Gillespie (1917-1993) – Trompetista (Intentó enlistarse, pero fue rechazado)

  • Aunque Dizzy Gillespie no sirvió en la Segunda Guerra Mundial, fue reclutado en 1943. Sin embargo, su comportamiento irreverente y sus ideas pacifistas llevaron a su pronta liberación del servicio militar. En lugar de luchar, contribuyó con su música a elevar la moral de las tropas y a promover el jazz como una forma de expresión artística global.

6. John Coltrane (1926-1967) – Saxofonista y compositor

  • Fue reclutado y sirvió en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial con la intención de poner rumbo hacia el frente del Pacífico. Sin llegar nunca a entrar en combate, Coltrane abandonó el ejército en 1946 y volvió a su hogar natal en Philadelphia.  
  • Mientras permaneció en el archipiélago tuvo la oportunidad de unirse a la banda Melody Masters, con la que llegó a grabar algunos temas, como una versión del “Koko” de Charlie Parker y otra del “Hot House” de Dizzy Gillespie.

7. Thad Jones (1923-1986) – Trompetista y Compositor

  • Thaddeus Joseph Jones sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. 

8. Elvin Jones (1927-2004) – Baterista

  • Hermano menor de Thad Jones, sirvió en el ejército de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. Después de su servicio, se convirtió en uno de los bateristas más influyentes del jazz, especialmente reconocido por su trabajo con el John Coltrane Quartet.


24 febrero 2025

LOS 10 MEJORES DISCOS DE JAZZ

 

Hoy hemos realizado el siguiente experimento: le hemos preguntado a la I.A. cuáles son los mejores discos de jazz de la historia, y de paso, los sellos en los que fueron grabados.

Para ChatGPT:

  1. Miles Davis – Kind of Blue (1959) – Columbia 
  2. John Coltrane – A Love Supreme (1965) – Impulse! 
  3. Dave Brubeck – Time Out (1959) – Columbia 
  4. Charles Mingus – Mingus Ah Um (1959) – Columbia 
  5. Bill Evans – Waltz for Debby (1961) – Riverside 
  6. Sonny Rollins – Saxophone Colossus (1956) – Prestige 
  7. John Coltrane – Ascension (1966) – Impulse! 
  8. Herbie Hancock – Head Hunters (1973) – Columbia 
  9. Ornette Coleman – The Shape of Jazz to Come (1959) – Atlantic 
  10. Thelonious Monk – Monk's Dream (1963) – Columbia


Para Deepseek:
  1. Kind of Blue - Miles Davis (1959) (Columbia)
  2. A Love Supreme - John Coltrane (1965) (Impulse!)
  3. Blue Train - John Coltrane (1957) (Blue Note) 
  4. Time Out - The Dave Brubeck Quartet (1959) (Columbia)
  5. Mingus Ah Um - Charles Mingus (1959) (Columbia) 
  6. The Shape of Jazz to Come - Ornette Coleman (1959) (Atlantic)
  7. Giant Steps - John Coltrane (1960) (Impulse!)
  8. Ellington at Newport - Duke Ellington (1956) (Columbia)
  9. Saxophone Colossus - Sonny Rollins (1956) (Prestige)
  10. Out to Lunch! - Eric Dolphy (1964) (Impulse!)