CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

Protected by Copyscape DMCA Takedown Notice Violation Search

28 junio 2025

PLANETA SÍNDROME



El título de hoy no hace referencia a ninguna película de terror de ciencia ficción, aunque tampoco sería una mala opción para ello. Lo dejamos caer por si fuese del interés de algún cineasta. 

Y es que las vacaciones, ese ansiado paréntesis en nuestra rutina laboral, ya no garantizan descanso. A medida que la vida moderna se acelera, las pausas se ven cada vez más empañadas por un fenómeno que se extiende silenciosamente: los síndromes prevacacional y postvacacional, ambos reflejo de la ansiedad profunda asociada al vertiginoso estilo de vida contemporáneo. 

Vamos con el primero de ellos: el estrés antes del descanso. Contrariamente a lo esperado, nos son pocas las personas que experimentan un pico de estrés justo antes de iniciar sus vacaciones. Este fenómeno se manifiesta con síntomas físicos y emocionales, como por ejemplo insomnio, irritabilidad, fatiga crónica y una preocupación constante por dejar todo atado y bien atado antes de ausentarse del trabajo. 

Para la psicóloga laboral Clara Rivas, este intento de desconexión se convierte en una tarea titánica, porque la cultura de la productividad extrema en la que todos estamos inmersos provoca que las personas se sientan en cierto modo culpables por el disfrute de sus merecidas vacaciones. 

Con todo esto anda muy intrigado Aloysius: ¿acaso el descansar se ha convertido en un lujo o continúa siendo un derecho? 

Un buen amigo se encontró una mañana soleada a un conocido disfrutando de un refresco, en una de las muchas terrazas ourensanas. Cuando le preguntó qué hacía, el otro le respondió con sorna: estoy descansando de tanto descansar. 

Vamos ahora con el segundo de los síndromes, el postvacacional, o de cómo retornar a la cotidiana rutina remontando una empinada cuesta. Y es que a la ansiedad previa le sigue, en muchos casos, este fenómeno que algunos estudios llegado a cuantificar que afecta a un 30% de los trabajadores. 

Esta etapa se caracteriza por tristeza, apatía, desmotivación y dificultad para concentrarse durante los primeros días, incluso semanas, después de regresar al trabajo. 

Porque el problema no solamente es volver, sino hacerlo a una existencia de algunas personas perciben como negativa, vacía, excesivamente exigente, y en resumen, poco satisfactoria. 

De una manera u otra, ambos síndromes constituyen la punta del iceberg denominado ansiedad estructural, consecuencia directa de una vida que no nos deja vivir. Nuestra moderna existencia, frenética, saturada de hiperconectividad y desinformación, sometidos a la presión constante por rendir al máximo, ha ido creando un entorno propicio para que cada vez percibamos una ansiedad social generalizada. La tecnología, quizás en demasiadas ocasiones, ha difuminado las fronteras entre la vida personal y la laboral. 

El uso, cuando no el abuso, de las redes sociales, los correos electrónicos, los mensajes y los WhatsApp nos hacen reos de la cultura de la inmediatez y de la disponibilidad permanente. Son ladrones del necesario espacio para el ocio verdadero. 

Ya comentábamos con anterioridad la paradoja de los prójimos que no desconectan ni cuando están haciendo sus necesidades. Cada día se extiende más y más la idea de que incluso nuestro tiempo libre debemos aprovecharlo al máximo. Y es esta sensación perversa la que termina por transformar el descanso en una nueva fuente de estrés. 

Podríamos llegar a convencernos que aún disponiendo de espacio y tiempo para la paz y la tranquilidad, éstas continúan mostrándose esquivas. En estos casos, los psicólogos opinan que el problema no son las vacaciones, sino realmente cómo vivimos el resto del año. Nunca una par de semana pueden compensar lo que no se cuida durante varios largos meses. Pero ¿existe una solución?. 

Los expertos recomiendan replantearnos la relación que mantenemos con el trabajo, el descanso y el disfrute de la vida. Y no sólo se refieren a jornadas laborales más llevaderas y a la promoción de políticas de salud mental, sino especialmente a cambios individuales, como aprender a desconectar, a poner límites y a priorizar lo importante. 

Para sobrevivir en el Planeta Síndrome es más valioso conocer cuánta vida realmente vivimos que cuántos días tenemos de vacaciones al año. Amén.