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12 julio 2015

APRENDIENDO ARTE Y MEDICINA


Sostiene Aloysius que viajar resulta un método de aprendizaje excelente y divertido. Porque la vida es una formación continuada, para quien le interese que así sea. Uno de mis museos favoritos es el Thyssen - Bornemisza. Siempre que me desplazo a Madrid y el tiempo me lo permite, me acerco hasta sus salas para aprender un poco de arte. Y, por qué no, también algo de medicina. Allí se exhibe una tabla pintada al óleo a mediados del siglo XV por el llamado Maestro de la Visión de san Juan. Según los expertos, este artista aunó las influencias de los pintores coetáneos de los Países Bajos y de la Escuela de Colonia. Las figuras retratadas son las de tres santos médicos: Cosme, Damián y Pantaleón.

Cosme, “el bien presentado y ordenado” y Damián, “el domador”, eran gemelos y anárgiros, enemigos del dinero, pues atendían a los enfermos de manera totalmente desinteresada. Originarios de la provincia romana de Arabia Petrea, fueron perseguidos y martirizados durante el reinado del emperador Diocleciano, que a principios del siglo III desató una cruenta persecución contra los cristianos. A estos santos hermanos galenos primero intentaron quemarlos, pero como la protección divina les hacía inmunes al fuego, sus verdugos optaron por decapitarlos. La tradición sostiene que en el año 914 la espada empleada en su ejecución se convirtió en un preciado obsequio para el rey Otón III; desde entonces se venera en la catedral de Essen (Alemania). 

En otras ocasiones he tenido la oportunidad de comentar otros cuadros que representan a San Cosme y a San Damián, en este caso trasplantándole una pierna a un paciente amputado, extremidad procedente de un criado de raza negra que había fallecido previamente. Uno de ellos, atribuido a Fernando del Rincón, puede verse en la pinacoteca del Museo del Prado. El tercer santo representado en la tabla es San Pantaleón, “el que se compadece de todos”. Natural de Turquía, desempeñó el arte de la medicina, como su padre, llegando a ser médico personal del emperador Galerio Maximiano. Pero, al igual que sus colegas del cuadro, fue perseguido, martirizado y decapitado en tiempos de Diocleciano. También desesperó a sus sayones, resistiendo el tormento del plomo derretido, el ahogamiento en aguas marinas, la rueda, el potro, las acometidas de las fieras salvajes y las heridas de la espada. 

Dicen que su sangre sirvió  para vivificar una higuera que estaba seca. Cada 26 de julio, víspera de su santo, una muestra de su sangre custodiada en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid primero pasa del estado sólido al líquido y luego al revés, sin que hasta el momento nadie sepa cómo. No es éste el primer caso, pues cada 19 de septiembre, en la fecha de su fallecimiento, un fenómeno similar ocurre con la sangre de san Genaro en Nápoles. Y aún existe un tercer caso, con la sangre del santo monje libanés Chárbel Yusef Makhlouf (1828 – 1898).

En 1991, unos médicos italianos publicaron en la revista “Nature” un trabajo en el que atribuían al fenómeno llamado tixotropía la fluidificación reversible de un gel por efecto de las vibraciones o sacudidas mecánicas. Decía Nietzsche que tener fe significa no querer saber la verdad. Nosotros preferimos que cada uno se crea lo que más le plazca.

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