Quién nos iba a decir
que en pleno siglo XXI algunos colectivos continuarían porfiando contra las
vacunas. A ellos de nada les valen las evidencias de los expertos ni la reveladora
contundencia de los datos científicos. En el caso del sarampión, la relajación
en las políticas sanitarias de vacunación de algunos países de nuestro entorno
podría abrir las puertas a una catástrofe humanitaria más propia de nuestro más
oscuro pasado. Pero no vamos a reflexionar sobre este debate. Nuestro
posicionamiento al respecto ha sido y es público y evidente. Hoy vamos a fijar
nuestra atención en la vacunación antigripal, que ya lleva unas semanas
desarrollándose con normalidad en nuestra comunidad, y que cada año regresa en
estas fechas con las primeras inclemencias meteorológicas y sus bajas
temperaturas.
Nos encontramos ante
una de las vacunas más inocuas y seguras, como demuestran esos millones de
dosis administradas en todas las campañas antigripales hasta el momento. Un
pinchazo soportable y quizás un leve enrojecimiento en el lugar de la inyección
a cambio de evitar graves complicaciones e innecesarias hospitalizaciones,
sobre todo en aquellos colectivos más vulnerables, enfermos crónicos con
patologías cardíacas y respiratorias, personas mayores y trabajadores de la
sanidad, un grupo muy especial por el contacto que a diario mantiene con los
pacientes. En este último caso, la posible transmisión del virus de la gripe puede
circular en ambas direcciones. Doble peligro, doble prevención.
Cada año, la
fabricación de la vacuna de la gripe se convierte en una cuestión de ingeniería
microbiológica y estadística, seleccionando los antígenos más eficaces para
conseguir una correcta respuesta inmunitaria en los vacunados. Aún así, la
protección conseguida nunca alcanza el 100%, pero sus beneficios en la
reducción de infecciones y complicaciones resulta indudable.
Este año, desde el 23
de octubre y hasta el 29 de diciembre, todos los ourensanos comprendidos en los
grupos de riesgo y que así lo deseen pueden vacunarse en sus centros de salud.
En estos dispositivos asistenciales, así como en los hospitales, se han
establecido diferentes puntos de vacunación, tratando de facilitar al máximo el
acceso a la vacuna antigripal. Especial énfasis se está poniendo a la hora de
recomendar a los trabajadores sanitarios esta vacunación. El objetivo es
continuar siendo la provincia de Galicia con la mayor tasa de cobertura,
superando con creces ese 60% conseguido el año pasado. ¿Por qué este empeño?
Los datos corroboran este éxito sanitario pues durante el 2016 casi 5000
ourensanos padecieron la gripe, de los cuales 120 precisaron ingreso
hospitalario. Esta cifra fue la más baja de Galicia, y una consecuencia directa
de la tasa de cobertura más elevada. Para finalizar, recordar que el esfuerzo
económico de esta campaña supone casi 2 millones de euros de las arcas
públicas, el coste para la Xunta de ese medio millón largo de vacunas
adquiridas. Por nuestra salud individual y colectiva, este año vacunémonos
contra la gripe. Merece la pena.
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