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27 enero 2018

ZHONG ZHONG Y HUA HUA


En contra de los escépticos de la teoría de la evolución, la descodificación del genoma humano ha permitido confirmar nuestro enorme parecido con los grandes simios (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes), nuestros primos hermanos, y tambi  con﷽﷽﷽﷽﷽rangutanes, primos hermanos, y tambiparecido entre humanos, chimpancicios y contenidos personalidados de salud.salud cén con otros parientes un poco más alejados como los macacos, unos monos especialmente machacados en aras de la investigación. El factor Rh, determinante para la clasificación de los grupos sanguíneos humanos, posibilitando por ejemplo las transfusiones de sangre, fue descubierto en estos primates. 

Asimismo se convirtieron en los tristes protagonistas de los crueles experimentos desarrollados en los años 60 por el controvertido psicólogo Harry Harlow, que para demostrar algo tan evidente como el apego materno filial, se dedicó a separar macacos recién nacidos de sus madres para corroborar cómo padecían en soledad. 

Macacos fueron también muchos de los primeros astronautas no humanos sacrificados en la carrera espacial emprendida por los EEUU y la Unión Soviética durante la última mitad del siglo XX. 

En el año 2000, Tetra fue el primer macaco clonado, y tan solo un año más tarde, Andi se convirtió en el primer macaco transgénico, portando en su genoma genes extraños pertenecientes a una especie de medusa. De esta manera, sus células han sido capaces de codificar una proteína fluorescente verde, característica del animal marino. Andi, el encantador monito fluorescente.


Hace apenas unos días, la ciencia confirmaba la consecución de una hazaña largamente perseguida: la clonación de un primate empleando la misma técnica que permitió engendrar a la mítica oveja Dolly, transfiriendo el núcleo de una célula adulta no reproductiva a un óvulo al que previamente se le había retirado su propio material nuclear. 

El resultado ha sido el nacimiento de dos macacos cangrejeros completamente idénticos al individuo adulto que donó la célula original. Han sido bautizados con los eufónicos nombres chinos de Zhong Zhong y Hua Hua, de sonoridad equivalente y clonada. La presentación de estos pequeños ha hecho saltar todas las alertas, desde los expertos que cuestionan que sigamos empeñados en estudiar la enfermedades humanas y sus posibles tratamientos mediante la experimentación con animales cada día más cuestionada, hasta aquellos otros que han planteado serios dilemas bioéticos relacionados con la posibilidad de clonar seres humanos en un futuro muy cercano. 

Los primeros argumentan que los mayores avances en la medicina vendrán de la mano de la edición genética, capaz de cortar fragmentos genéticos patológicos, modificarlos y pegarlos de nuevo en las células, consiguiendo así la desaparición de múltiples enfermedades que nos atormentan en la actualidad, mientras que los segundos cuestionan el desarrollo de procedimientos capaces de clonar seres humanos (como por ejemplo esa absurda pretensión de resucitar a los extintos neandertales), o la creación de nuevas especies de humanos potenciados artificialmente, actores principales de una brecha tan profunda en el proceso evolutivo natural cuyas consecuencias resultarán sobrecogedoras, esperanzadoras e imprevisibles.

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12 enero 2018

CINE Y MEDICINA, OTRA VEZ



El martes 16 de enero dará comienzo el Ciclo de Cine y Medicina en su IV edición, una idea original del Colegio Médicos de Ourense en su intento de acercar la institución a la ciudadanía. Como viene siendo habitual y desde un principio, contará con la inestimable e imprescindible colaboración del Cine Clube Padre Feijoo y el patrocinio de A.M.A. (Agrupación Mutual Aseguradora). Para esta ocasión contaremos con varias interesantes novedades. 

La primera de ella es la proyección gratuita del clásico “All That Jazz” (Bob Fosse, 1979), protagonizada por el ya desaparecido Roy Scheider encarnando a un irreverente coreógrafo cuya vida se desliza vertiginosamente por una pronunciada pendiente hacia la muerte, en una vorágine de alcohol, tabaco, anfetaminas, sexo y estrés no acta para cardíacos. Bye, bye Love...

Con el mes de febrero vendrá “Proyecto Nim” (James Marsh, 2011), un documental que seguro nos hará reflexionar sobre nuestra propia condición de primates humanos y una decidida crítica a la experimentación con animales. 

En marzo se proyectará “Life feels good” (Maciej Pieprzyca, 2013), la galardonada cinta polaca que nos acercará al mundo de la discapacidad, más concretamente a la vida de un joven afectado por parálisis cerebral representado convincentemente por el actor Dawid Ogrodnik en un papel que poco tiene que envidiar al genial Daniel Day Lewis de la inolvidable “Mi pie izquierdo” (Jim Sheridan, 1989). 

En el mes de abril, podemos convertirnos en espectadores privilegiados de un film japonés catalogado por la crítica especializada como una de las 5 mejores películas de la historia del cine. En “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1953) nos asomaremos por esa particular ventana cinematográfica que nos revela las alegrías y la tristeza de una pareja de ancianos desplazados desde la tranquilidad de su hogar hacia la deshumanizada urbe en la que cada uno de sus hijos intenta vivir su propia vida. Historias cotidianas como las protagonizadas por el matrimonio Hirayama seguramente le resultarán demasiado cercanas a una sociedad ourensana que comparte con la japonesa el envejecimiento poblacional y sus consecuencias. 

El mes de mayo traerá consigo otra importante novedad: una jornada específica dedicada a cortos de diversa temática social y sanitaria que podrán ser contemplados en Ourense, Verín y O Barco, estas dos últimas sedes también de hospitales comarcales de nuestra provincia. 

Y como colofón, en el mes de junio abriremos “La caja de Pandora” (Yesim Ustaoglu, 2008), una cinta turca premiada en su día con la Concha de Oro a la mejor película y a la mejor actriz en el Festival de Cine de San Sebastián, y que nos hará reflexionar sobre la enfermedad de Alzheimer gracias a una entrañable abuela que ha de abandonar su plácida existencia rural para trasladarse con sus hijos a la ruidosa y vibrante Estambul. Y es que contaba y cantaba Luis Eduardo Aute: “cine, cine, cine/ más cine por favor,/ que todo en la vida es cine/ y los sueños, /cine son”…