Constituye el
intuitivo Aloysius un firme defensor de la mitología griega, especialmente
desde el punto de vista de los clásicos literarios, un elenco interminable de
personajes y quizás la fuente de inspiración para esa alegoría moderna que
gestiona desde las páginas de los cómics los incontables superhéroes y otros
tantos prójimos dotados con dispares poderes especiales. Rebuscando en semejante
fuente de inspiración, localizó la otra tarde a Panacea, una de las hijas de
Asclepio (el Esculapio de los romanos), el dios de la Medicina que fue
instruido por el centauro Quirón bajo la encomienda de su propio padre, el
majestuoso Apolo que diligenciaba a los hombres sus enfermedades.
Pertenece Panacea,
hija de un dios menor, al séquito de su padre encarnando en su frágil figura el
remedio contra todos los males. La iconografía la adorna con una serpiente que
simboliza la sanación y el rejuvenecimiento. Este redescubrimiento ha
coincidido con el nuevo intento de regularización de la homeopatía por parte
del gobierno español. Existe una directiva europea del año 2001 que obliga a
denominar como medicamentos a los productos homeopáticos, aunque no posean
indicaciones terapéuticas propiamente dichas. La orden ministerial posibilitará
su venta al público en farmacias como medicamentos, aunque el propio ministerio
y el laboratorio fabricante hayan reconocido que no poseen capacidad para
curar.
El remedio universal
de Panacea surgía de las plantas y la Botánica continúa siendo una asignatura
fundamental en el cuerpo doctrinal de los farmacéuticos contemporáneos. En el
pasado, los cenobios disponían de huertos específicos donde los monjes avezados
cultivaban las plantas medicinales con las que surtían las despensas de sus
boticas. Tal vez como recuerdo de aquellos tiempos, en París existe un pequeño
jardín botánico dependiente de la Facultad de Farmacia. Precisamente los
avances de la ciencia moderna permitieron descubrir qué elementos curativos se
encontraban presentes en la naturaleza y la manera de extraerlos para
sintetizar medicinas capaces de prevenir, aliviar o curar las enfermedades. A
partir de ahora en España, unos 15000 productos homeopáticos comercializados
deberán pasar los correspondientes controles de calidad y seguridad antes de
poder ser vendidos. Y es que otra de las grandes contradicciones de nuestra
sociedad es que cualquier medicina, antes de poder comercializarse, debe superar
unas estrictas etapas para demostrar su efectividad terapéutica mientras que
otros productos, saltándose a la torera estos procedimientos, pretenden
convertirse en panaceas universales que harían renegar y patalear al mismísimo Asclepio.
Y todo ello a pesar de Pierre-Augustine de Beaumarchais, que se congratulaba cada
vez que una medicina no hiciese daño, aunque realmente no sirviera para nada.