"MONEY" by TW COLLINS
Mi buen amigo Adolfo Obeso me ha regalado el estupendo libro titulado “Los vendedores y las civilizaciones”, patrocinado por la empresa Würth ® para conmemorar su XXX aniversario en España.
En sus primeras páginas, Eudald Carbonell, codirector de la Fundación Atapuerca, nos cuenta que hace más o menos 10000 años, diferentes poblaciones se iniciaron en el intercambio de recursos por necesidades económicas y sociales. Este hecho singular supuso el fértil sustrato para aquella actividad que hace ya 60 siglos se transformó en un comercio incipiente. Primero fue el trueque, el intercambio de bienes y objetos. Más tarde, con la invención del dinero, a cada cosa se le asignó un valor, un precio.
Y viajando velozmente en esta imaginaria máquina del tiempo, aterrizamos en los días presentes, con las cuestiones comerciales funcionando casi de la misma manera. Precios justos e injustos. Guerras del petróleo y OPAs hostiles. Interminables debates políticos sobre el coste de las cosas que siempre acaban igual, con nuestros bolsillos más vacíos y los precios permanentemente en ascenso. ¿Alguien podría decirme alguna cosa que hoy en día cueste menos que hace 10 años?
Acabo de conocer los resultados de un trabajo de investigación que se ha publicado en la prestigiosa revista médica JAMA. Elaborado por la Universidad de Duke y el influyente MIT (Instituto Tecnológico de Massachussetts), demuestra el efecto placebo del precio de los medicamentos.
Acabo de conocer los resultados de un trabajo de investigación que se ha publicado en la prestigiosa revista médica JAMA. Elaborado por la Universidad de Duke y el influyente MIT (Instituto Tecnológico de Massachussetts), demuestra el efecto placebo del precio de los medicamentos.
Los discípulos de Galeno definimos como placebo a toda aquella sustancia inocua, sin ningún valor terapéutico, que suministrada a los pacientes, les provoca un efecto sugestivo benéfico.
Pues bien, los investigadores norteamericanos escogieron un grupo de 82 voluntarios a los cuales les aplicaron suaves descargas eléctricas en las muñecas, para valorar su tolerancia al dolor. A todos se les proporcionó el mismo tratamiento con un comprimido de placebo, siendo valorados antes y después de dicha administración. Transcurrido un tiempo prudencial, a la mitad de los pacientes se les dio un folleto informativo donde su tratamiento se calificaba como un innovador analgésico que costaba 2.5 dólares por unidad. A la mitad restante, se les facilitó un folleto idéntico, con la salvedad de que el precio ahora anotado para el supuesto analgésico consistía en 10 céntimos por píldora, sin darles más explicaciones.
Pues bien, en el grupo tratado con el placebo caro, el 85% de los pacientes comunicó una disminución en el dolor padecido tras el choque eléctrico, porcentaje que cayó hasta el 61% en el grupo tratado con el placebo barato. Entonces, nos va quedando más claro por qué algunos pacientes piensan que los genéricos, o las marcas más baratas de los medicamentos, no son tan efectivos. Nos los temíamos.
Pues bien, en el grupo tratado con el placebo caro, el 85% de los pacientes comunicó una disminución en el dolor padecido tras el choque eléctrico, porcentaje que cayó hasta el 61% en el grupo tratado con el placebo barato. Entonces, nos va quedando más claro por qué algunos pacientes piensan que los genéricos, o las marcas más baratas de los medicamentos, no son tan efectivos. Nos los temíamos.
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