El pastizal y la escopeta,
la suciedad de la temida niebla,
la palabrería impuesta,
la impune usurpación de piedra.
El aroma de los arrayanes,
como guía y señal,
decidiendo declinar
su seductora propuesta.
¡Cuán facil resulta transitar
por los surcos de los campos arados!,
decirle a la horda su verdad,
lo que siempre quieren
y han querido escuchar...
¿Dónde la rebeldía,
dónde la contestación,
el bilioso poder decir que no,
ante las atestadas graderías?
He aquí,
ante tu atónita mirada,
la esfumada y vulnerable senda.
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