El significado de la palabra “experto” varía según anotemos el sustantivo (especialista en una materia) o el adjetivo (hábil o con mucha experiencia en algo).
Anda Aloysius muy contento porque por fin nuestros gobernantes y dirigentes comienzan a hacer caso a las expertas y a los expertos consultados antes de tomar ciertas decisiones políticas, aunque nuestro presidente no piense prestarle mucha atención al experto Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en el 2008...
La sociedad española, sumida en plena recesión económica, ha aparcado durante unos días sus estrecheces para sumirse en el debate generado por la futura ley del aborto. Y eso que el verano pasado una encuesta realizada por Sigma Dos demostraba que el 57% de nuestros compatriotas se manifestaba de acuerdo con la actual legislación, incluyendo al 55% de los votantes del PSOE y al 53% de los votantes de IU.
Por supuesto, también ha saltado a la palestra la Conferencia Episcopal, con una llamativa campaña publicitaria contraria al aborto estilo Benetton, empleando las fotos de un bebé y de un cachorro de lince ibérico.
Hay quien defiende que en España no existe una ley del aborto. Sí existe, tiene el rango de Ley Orgánica (9/1985, de 5 de julio) y despenalizó el aborto en determinados aspectos. Desde 1985, nuestro país mantiene las tasas más elevadas de interrupciones de embarazo de toda Europa. Solamente entre los años 2000 y 2006 este incremento fue del 60%, mientras el número total de abortos en Alemania, por ejemplo, descendió un 11%.
Si en algo coindicen los partidarios y los detractores del aborto es que esta situación supone un trauma para la mujer abocada a tal dilema. Como tantos otros, opino que nos encontramos ante un fallo en el sistema sanitario del país. Pero no solo, porque continúa sin funcionar una educación sexual seria y reglada en las escuelas.
Sin ir más lejos, la otra tarde comentaba sobre sexualidad y métodos anticonceptivos en un instituto ourensano, con un numeroso grupo de jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años; por las inquietudes demostradas al final, parecieron tener más interés en la información sobre los preservativos de sabores y los vibradores que sobre el riesgo de embarazos no deseados o el contagio de enfermedades de transmisión sexual.
En Bélgica, Holanda y Alemania, con leyes más permisivas, el número de abortos anuales va en descenso. Entonces el problema no es solamente de ley del aborto. Allí parecen poner más empeño en la formación de sus adolescentes.
Falla en España el nivel asistencial, pues a pesar del funcionamiento de los Centros de Planificación Familiar, por cierto pionero y modélico el de Ourense, recientemente galardonado, las mujeres más jóvenes parecen no poder acceder con facilidad a los múltiples y variados métodos anticonceptivos.
Quizás también patine la anticoncepción de emergencia, mal llamada "píldora del día después", dispensada gratuitamente por el Servizo Galego de Saúde, pero que las chicas siguen entendiendo como un método anticonceptivo más. Y no lo es.
Por último, en España es errada la política de apoyo a la maternidad. No nos engañemos, aquí la primera causa de aborto sigue siendo la económica. Aquellas que decidan ser madres no disponen del respaldo social que sí existe en otros países europeos, donde tener un hijo fruto de un embarazo inicialmente no deseado puede resultar una alternativa real frente al aborto.
Nuestra sociedad, ante tan delicadas cuestiones, reclama pactos. Y el comité de expertos consultado por la ministra Bibiana Aído no se creó con anuencia. Da la impresión que se conformó para que las conclusiones fueran realizadas a la medida, como traje de modista, propuestas por miembros más proclives a las tesis abortistas. A estos 8 expertos y expertas ya les están contestando varias decenas de expertas y expertos con opiniones contrarias. Consenso, razón y ciencia; y suerte, como hace más de dos mil años reclamaba Arquímedes desde su escondite.
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