"Lección de anatomía del Dr. Deijman" Rembrandt. 1656
Por no tener nada mejor que hacer, toda la tarde he estado discutiendo con mi muy concienzudo Aloysius cuestiones relacionadas con el cuerpo y el alma, con el dolor físico y el emocional, con la sustancia y lo inmaterial. Y todo ello porque ha pillado sobre mi mesa de trabajo un ejemplar de “La rebelión de los brujos”, de Pauwels y Bergier, una vieja copia maltratada por el tiempo y que un amigo me cambió por un libro de cuentos. Conociendo mi debilidad por las ciencias, me ha retado para que le demuestre de manera razonable las bases físicas del espíritu.
Al final, lo he remitido a las obras del científico colombiano Rodolfo Llinás, el mismo que identifica alma con cerebro ("El cerebro y el mito del yo").
Y he pretendido rematarlo con tres artículos científicos, dos publicados en la prestigiosa PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences).
El primero nos desvelaría las redes neuronales de la depresión. Mediante técnicas de neuroimagen (resonancia magnética funcional), el equipo dirigido por Yvette I. Sheline ha observado que en los pacientes depresivos, las redes neuronales encargadas del control cognitivo, del modo preestablecido y de la red afectiva tendrían aumentada la conectividad en el mismo nexo dorsal. Este hallazgo podría explicar las alteraciones que presentan estos pacientes relacionadas con la no consecución de metas creativas, con la visión pesimista del futuro y con la menor percepción de la importancia de las cosas.
Al investigar tres redes neuronales de trabajo diferentes (la del control cognitivo, la de modo preestablecido y la red afectiva), vieron que en los individuos deprimidos cada una de estas tres redes tenía la conectividad incrementada en el mismo nexo dorsal.
Al final, lo he remitido a las obras del científico colombiano Rodolfo Llinás, el mismo que identifica alma con cerebro ("El cerebro y el mito del yo").
Y he pretendido rematarlo con tres artículos científicos, dos publicados en la prestigiosa PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences).
El primero nos desvelaría las redes neuronales de la depresión. Mediante técnicas de neuroimagen (resonancia magnética funcional), el equipo dirigido por Yvette I. Sheline ha observado que en los pacientes depresivos, las redes neuronales encargadas del control cognitivo, del modo preestablecido y de la red afectiva tendrían aumentada la conectividad en el mismo nexo dorsal. Este hallazgo podría explicar las alteraciones que presentan estos pacientes relacionadas con la no consecución de metas creativas, con la visión pesimista del futuro y con la menor percepción de la importancia de las cosas.
Al investigar tres redes neuronales de trabajo diferentes (la del control cognitivo, la de modo preestablecido y la red afectiva), vieron que en los individuos deprimidos cada una de estas tres redes tenía la conectividad incrementada en el mismo nexo dorsal.
El segundo hace referencia al daño provocado por las borracheras en el hipocampo de los cerebros adolescentes. Aunque el trabajo experimental se ha realizado con monos, estos investigadores estiman que sus conclusiones podrían perfectamente extrapolarse a los humanos jóvenes. El equipo coordinado por Chitra Mandyam nos alerta sobre la reducción de células madre cerebrales y el incremento de la degeneración neuronal provocados por la ebriedad.
Siga pues nuestra sociedad siendo permisiva con los botellones...
Por último, en tercer lugar, investigadores españoles del Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla (IFIMAV), formado por expertos del Hospital Valdecilla y de la Universidad de Cantabria (UC) de Santander, han demostrado las alteraciones producidas en la sustancia blanca de la médula espinal y su relación con las psicosis. El trabajo coordinado por la psiquiatra Rocío Pérez Iglesias se ha publicado recientemente en The American Journal of Psychiatry.
La investigación del cerebro todavía está en pañales… El debate continúa…
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