Sostiene Aloysius que
podemos aprender medicina contemplando los anuncios de la televisión. Y yo
añadiría que también farmacia e incluso sociología. Juntos hemos estado
repasando los dos diversos ejemplos. Un padre y una hija caminan por un paso de
cebra. El padre se vuelve para agradecer el gesto de urbanidad de una
conductora, respetando a los peatones que cruzan por donde deben. La hija,
extrañada, le recrimina tanto saludo, pues es obligatorio que el automóvil ceda
el paso a los viandantes cuando atraviesan la calle por tan singular espacio.
Cambio
de escenario. Ahora el mismo padre con su hija detienen su vehículo ante un
paso de cebra. Pasan varios peatones, sin inmutarse. La última, con una
sonrisa, agradece el gesto. Y el padre se apunta un tanto. Dicen los expertos
que ser amable es bueno para la salud: aumenta las endorfinas y la dopamina
cerebrales, lo que en la práctica se traduce por un incremento del bienestar. A
la vez disminuyen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Por si fuera
poco, se libera más oxitocina, la hormona de la confianza, que a su vez reduce
el óxido nítrico en los vasos sanguíneos y consigue que se reduzca la presión
arterial y disminuya el riesgo cardiovascular. La oxitocina también facilita la
regeneración muscular, reduce la inflamación y evita el envejecimiento
prematuro. Cuando la joven del anuncio vaya creciendo, si mantiene una vida
saludable, probablemente vivirá más y mejor, disfrutando de ese plus adicional
que sin duda le aportará su amabilidad con el prójimo.
Otro anuncio. Un par
de chavales van a la procura del abuelo solitario que aburrido deja pasar el
tiempo en un club social. Como ya no queda nadie de su equipo, se lo llevan a
un otero para que vea un partido de fútbol en una tableta informática y así pueda
jalear sin tapujos los éxitos balompédicos de su escuadra favorita. Y se
pregunta Aloysius: ¿y por qué mejor no se lo llevaron a casa para ver en
familia el dichoso partido? Los expertos llevan años alertándonos sobre una
epidemia patológica de enorme envergadura llamada soledad. En la era de la
información y de las comunicaciones, resulta que el aislamiento y el abandono resultan
tan nocivos para la salud como la obesidad. Prestigiosos psiquiatras, como el
profesor John Cacioppo, que enseña Psiquiatría y Psicología en la Universidad
de Chicago, defienden que la mera percepción del aislamiento y la soledad
desencadenan una serie de consecuencias biológicas, cognitivas y conductuales
que incrementan en un 26% las posibilidades de una muerte prematura.
Todas estas
reflexiones se nos vienen a la cabeza mientras turbados contemplamos el anuncio
que Spike Jonze grabó para la marca de perfumes Kenzo, protagonizado por la
joven actriz y bailarina Margaret Qualley, con música del iconoclasta Sam
Spiegel, hermano del director, y cuyo título, “Cerebro Mutante”, evoca un
futuro no muy lejano en el que a través de los anuncios de televisión
continuaremos aprendiendo algo de medicina.
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