La financiación de
nuestro Sistema Sanitario de Salud es pública, mediante impuestos. En este
aspecto, se diferencia sustancialmente de otras opciones elegidas por países de
nuestro entorno, como por ejemplo Francia o Alemania, donde la financiación se
realiza mediante el pago de cuotas obligatorias abonadas tanto por trabajadores
como por empresarios. En líneas generales, en España desde 1986, mediante los
presupuestos generales del Estado y ciertos impuestos especiales, el Estado ha transferido
a las Comunidades Autónomas la financiación de la sanidad pública. La excepción
queda limitada únicamente a las mutualidades de funcionarios (Muface, Mugeju o
Isfas), financiadas en parte con las cotizaciones de las nóminas. Gracias a
ello, nuestro sistema puede garantizar la solidaridad y la universalidad en la
atención sanitaria. De lo contrario, y dado que la distribución de la renta de
los ciudadanos en cualquier sociedad es desigual, si la financiación no se
pareciera a la española, correrían el riesgo de no poder acceder a los
servicios sanitarios de manera equitativa.
Traemos a colación estas reflexiones
provocadas por algunas informaciones seleccionadas por los medios de comunicación y las redes sociales, respecto a situaciones particulares en las
que se ven involucrados algunos ciudadanos de otros países, como
por ejemplo los Estados Unidos de Norteamérica.
Y es que a pesar de que allí
dedican el 16% de su producto interior bruto (PIB) al gasto sanitario (el doble
que España o Alemania), 40 millones de estadounidenses carecen de la cobertura
sanitaria adecuada. Siempre hablando en términos generales, una consulta con un
médico de familia suele rebasar los 100 dólares. Si la consulta es con un
especialista, el coste asciende a los 300, e incluso podría alcanzar los 700 dólares
si el paciente precisa además un análisis de sangre. Una resonancia magnética
ronda los 1000 dólares, un traslado en ambulancia los 600, en el caso más
económico, y la intervención de una simple apendicitis, incluyendo 5 días de
hospitalización postoperatoria, puede llegar a necesitar el desembolso de unos
50000 dólares. Según la Federación Internacional de Planes de Salud, en el año
2012 el coste promedio de un parto natural ascendía en EEUU a unos 10000
dólares, incrementándose hasta los 15000 en el caso de una cesárea.
Por otra
parte, las dificultades que tienen millones de mujeres estadounidenses para
poder sufragarse los costes de su asistencia prenatal, especialmente aquellas
más desfavorecidas o con las coberturas insuficientes por sus seguros
sanitarios, han llevado a que la gran potencia norteamericana cuente con unas
tasas de mortalidad materno-infantil intolerables.
En España, hace años recuerdo
las llamadas facturas sombra entregadas a los pacientes en el momento del hospitalaria,
intentando informar a nuestra población de la verdadera realidad que para las
arcas públicas habían supuesto su gato hospitalario. Retomando el título de
hoy, la financiación sanitaria pública mediante el dinero aportado por todos
los españoles, representa un logro capital para nuestro bienestar personal y
colectivo. Salud, dinero y ¿amor?; ¡por supuesto! Y muy solidario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario