El primero de nuestro
futuro. Así comienzan todos los años nuevos, si bien para el 2019 corremos el
riesgo de encontrarnos con más de lo mismo.
En septiembre de 2018, en un foro especializado, Xavier Marcet Gisbert, presidente de Lead to Change, aventuraba que un futuro más bien cercano los
pacientes preferirán que les atiendan máquinas que médicos. Así de clarito.
La
consultora que dirige el Sr. Marcet es
experta en innovación estratégica. Su cometido es ayudar a que las
empresas consigan desarrollar modelos de innovación ligados a resultados y
darles apoyo en sus proyectos de emprendimiento corporativo. Además de su
amplia experiencia como docente, entre las entidades para las que ha trabajado
el Sr. Marcet destacan la Xunta de Galicia, la Generalitat de Catalunya, el
Gobierno de España, el Gobierno de Chile, las Universidades de Valencia,
Barcelona y Oxford, y entidades privadas como HP, Sony, Repsol, Abgar, Seat,
Telefónica, La Caixa o Laboratorios Dr. Esteve. Sus vaticinios no parecen ser
los de un iluminado.
Pero mientras los robots y la inteligencia artificial no
sustituyan a los médicos, lo cierto es que las autoridades sanitarias deberán
afrontar durante el 2019 viejos retos todavía sin resolver.
El primero de ellos
será la involución demográfica. Los medios de comunicación, durante los
primeros días del 2018, publicaban los inquietantes datos de natalidad de
nuestra provincia, nuestra comunidad autónoma y nuestro país, todos ellos a la
baja, y cada año peores. La sociedad parece anestesiada ente un problema que se
lleva repitiendo año tras año. ¿Alguien podría imaginarse hospitales sin
maternidades?
El segundo reto, relacionado con el anterior, corresponde al
abordaje del envejecimiento poblacional. Las CCAA con más ancianos, casualmente
las más despobladas y con mayor dispersión geográfica, vienen reclamando desde
hace tiempo mayores recursos financieros públicos para atender a sus
ciudadanos. Y si bien se han puesto en marcha estrategias para acometer la
cronicidad de nuestros pacientes, todos estos esfuerzos parecerán insuficientes.
Tampoco debemos obviar que los médicos también envejecen y que el reemplazo
generacional constituye una necesidad asistencial y laboral.
Un tercer reto es
la consolidación en la sanidad de las nuevas tecnologías, herramienta muy
valiosa para evitar desplazamientos innecesarios de los pacientes a los centros
de salud y los hospitales. Gracias a ellas, los más frágiles podrán ser
monitorizados desde sus propios domicilios mediante dispositivos inteligentes.
Por
último, los laboratorios farmacéuticos cada vez consiguen sintetizar mejores y
más potentes medicamentos. Por ejemplo, la inmunoterapia empleada en el
tratamiento de diversas enfermedades, aventura un prometedor futuro, pero con
costes muy elevados. Año nuevo, año complicado, pero siempre repleto de ilusión
y optimismo.
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