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25 octubre 2021

VIRUS, VOLCANES Y RESILIENCIA

A diferencia de en otros lugares, la sociedad española no se había enfrentado al dolor cotidiano tal vez desde los años más duros del terrorismo etarra, cuando atentados, muertes, heridos y dolor formaban parte de nuestra macabra contabilidad diaria. En estos días conmemoramos la década transcurrida desde el aparente final de un horror nunca jamás deseado. 

Afrontamos ahora el frío que vendrá con la mayor parte de la población española inmunizada contra el SARS-CoV-2, y con la esperanza de que la campaña de vacunación antigripal sea al menos tan exitosa como en el pasado año. Precisamente, la experiencia acumulada sobre la capacidad mutagénica de los virus de la gripe estacional y la Covid-19 nos obligan a continuar siendo muy prudentes. En concreto, ya se ha detectado en nuestro país la variante Delta Plus del coronavirus SARS-CoV-2, cuyas mutaciones son capaces de proporcionarle mayor supervivencia. Los expertos estiman que incluso puede ser un 10% más contagiosa que las otras variantes. 

Habrá que ver cómo podría afectar a inmunizados y no inmunizados. No olvidemos que la aplicación de dosis adicionales de las vacunas contra la Covid-19 ya se ha puesto en marcha, con la intención de proteger primordialmente a la población con una salud más frágil. Por lo tanto, todavía toca más resiliencia, individual y colectiva. 

También para afrontar los devastadores efectos de la erupción volcánica de La Palma, que cada día se lleva más vidas por delante, aunque todavía no se hayan contabilizado víctimas mortales. Nos despertamos con los dramas y el sufrimiento de los que lo han perdido todo, despojados cruelmente de sus bienes y recuerdos por una lava incandescente que avanza inexorable hacia el océano. Algunos medios de comunicación comentaban los pasados días el incremento de viajeros con destino a la Isla Bonita desde las otras Islas Canarias, desde la propia Península y desde otros países, que llegaban a las inmediaciones de lo que antes fueron tierras de prosperidad para contemplar en directo la sobrecogedora experiencia de un volcán en activo. 

Evaluaremos cómo esa supuesta inyección económica redunda en beneficio de aquellos otros palmeros que ahora deben subsistir gracias la caridad y solidaridad de sus prójimos. Complicada situación la de todos ellos. Quizás en un futuro no muy lejano, la mayoría podrá rehacer sus vidas, pero nunca sobre aquellos paisajes ahora convertidos en un chamuscado e infausto malpaís. Y como siempre, con cada desgracia, proliferan los desalmados que quieren hacer negocio: bolsitas de plástico con 20 gramos de ceniza supuestamente vomitada por el volcán. Ojalá se apague pronto. Y de paso, que asimismo desaparezca el virus. Resiliencia al límite.


 


22 octubre 2021

PANDEMIAS MUSICALES


Todavía vive el incombustible pianista Huey Piano Smith, nacido en Nueva Orleans en 1934. Los musicólogos lo consideran uno de los precursores del rock and roll. En 1957 compuso una canción muy peculiar: Rockin´ Pneumonia and the Boogie Woogie Flu

Sostiene Aloysius que tan eufónico título representa una clara referencia a la epidemia de neumonía atípica y gripe asiática que azotó a los Estados Unidos durante el bienio 1957-1958. Esta pegadiza tonada alcanzó el éxito en las listas de las canciones más populares en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y de ella existen múltiples versiones, desde Johnny Rivers hasta los míticos The Band, pasando por Aerosmith, The Flamin´ Groovies, Grateful Dead, James Booker y el Professor Longhair. 

Retornando al mundo de la medicina, aquella neumonía se denominó atípica al estar causada por agentes poco habituales en el origen de dicha enfermedad. Entonces Streptococcus pneumoniae provocaba la forma más común y conocida de las neumonías bacterianas, caracterizada por sintomatología respiratoria y la presentación radiográfica de una consolidación lobar pulmonar. 

Precisamente el apelativo atípica se debió a los síntomas poco habituales que presentaban aquellos enfermos, como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares generalizados y una profusa sudoración, con un patrón radiográfico bronconeumónico. Otra de sus características era su resistencia a los tratamientos habituales, como sulfamidas y penicilinas. 

Los patógenos relacionados con las neumonías atípicas fueron encuadrados dentro de una especie de cajón de sastre: bacterias como clamidia, coxiella, francisella, legionella y micoplasmas, pero también algunos hongos y protozoos. Dentro de los virus, fueron implicados el virus respiratorio sincitial (VRS), los virus influenza A y B, adenovirus, virus parainfluenza, sarampión y más recientemente los causantes del SARS, MERS y Covid-19. 

Por su parte, la gripe asiática fue un brote pandémico del tipo 2 del virus de la influenza A, originado en Singapur en los albores de 1957. En febrero de ese mismo año,  resultante de mutaciones del virus de la influenza aviar A, cuyo reservorio natural eran los patos silvestres, en el este de Asia surgió un nuevo híbrido de influenza A, el H2N2. 

La pandemia se extendió por Hong Kong y desde allí saltó a las ciudades costeras occidentales de los Estados Unidos, durante el verano de 1957. Las víctimas mortales oscilaron entre 70000 y 116000, mientras que a nivel global la gripe asiática se llevó por delante entre 1 y 4 millones de prójimos, con una tasa de mortalidad aproximada del 0.6%. 

Como ahora, en 1957 se desarrolló una vacuna específica para contener aquella pandemia. ¿Se imaginan una canción triunfando en las listas de éxitos musicales actuales basada en los estragos provocados por la pandemia de Covid-19? Tiempo al tiempo.





09 octubre 2021

BACTERIAS MERCENARIAS


Los mercenarios son tan antiguos como los conflictos bélicos. Existieron griegos contratados por el poderoso imperio persa para combatir a sus compatriotas en Esparta. Para arremeter contra Roma, el ejército cartaginés nutrió sus filas con soldados a sueldo de todo el Mediterráneo, especialmente libios, íberos, galos y también griegos. El mismísimo Cid Campeador luchó indistintamente contra moros y cristianos, según su propia conveniencia. 

En la actualidad, la seguridad en las zonas de conflicto supone un suculento negocio. Allí donde los ejércitos convencionales no pueden o no deben llegar, los soldados de fortuna realizan su oscuro trabajo. 

En nuestro organismo también se libran cada día encarnizadas batallas entre invasores (bacterias, virus, hongos y parásitos) y las defensas de nuestro sistema inmune. Pero las enfermedades infecciosas, lejos de estar controladas, continúan causando demasiadas dificultades a los sistemas sanitarios. 

El uso indiscriminado de antibióticos ha provocado el desarrollo de múltiples resistencias bacterianas. Alrededor del 80% de las infecciones hospitalarias están relacionadas con prótesis y catéteres. Hábilmente, las bacterias han aprendido a desarrollar sistemas protectores como biopelículas resistentes. A su vez, los virus mutan constantemente para asegurarse su supervivencia. 

La innovación tecnológica resulta esencial en el tratamiento de estas patologías. Un equipo de investigadores del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, en colaboración con la empresa Pulmobiotic, han desarrollado una píldora biológica constituida por bacterias modificadas genéticamente para luchar a favor de nuestro sistema inmune. Estos organismos mercenarios han demostrado ya su efectividad en el 82% de los casos, tanto en catéteres infectados en el laboratorio como en la práctica clínica habitual. 

Mediante ingeniería genética, estos científicos han modificado cepas de Mycoplasma pneumoniae consiguiendo su inocuidad y dotándolas de armas capaces de disolver los escudos defensivos de otros peligrosos patógenos como Staphylococcus aureus, habituales en los implantes protésicos infectados. Una vez han realizado su trabajo, dichas bacterias mercenarias son eliminadas por el organismo. 

Para conseguir sus objetivos, los investigadores escogieron microorganismos con genomas pequeños, más fáciles de manipular. Además, al carecer de paredes celulares, resultaron idóneos para portar enzimas capaces de destruir las defensas biológicas de los agentes nocivos. La edición de genomas bacterianos y la capacidad para modificarlos ampliará seguramente la utilización de estas bacterias en el tratamiento de las complicaciones infecciosas. Mercenarias sí, por supuesto.