CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

Protected by Copyscape DMCA Takedown Notice Violation Search

08 febrero 2007

FUEGO AMIGO

AUTOR DE LA IMAGEN: RICARDO RECH (Brasil) (c)
Sostiene Aloysius que las palabras las carga el diablo, como las armas. Por eso el hombre debe manejarlas con cuidado, para que no le exploten en los labios. Esta aseveración se la ha copiado literalmente mi iracundo incondicional amigo al escritor Julio Llamazares. Tiene toda la razón. En Medicina hay palabras que explosionan como bombas incendiarias según el contexto en el que son utilizadas. Los médicos estamos acostumbrados a emplear el término colapso como sinónimo de brusco decaimiento, desfallecimiento, desmayo, síncope, vahído o desvanecimiento. Pero nadie quiere escuchar la palabra en cuestión para definir el estado operativo de los servicios de urgencias en determinadas épocas invernales. La modernísima hiperfrecuentación resulta políticamente más correcta, mientras el término saturación también queda completamente proscrito.

Siempre que los médicos de urgencias hospitalarias se ven obligados a trabajar al límite de sus posibilidades se responsabiliza a diferentes entidades: en primer lugar, a los propios usuarios, que no saben (o no quieren) distinguir entre una patología urgente (más o menos grave) de una atención diferida o aplazable (por ser menos comprometedora para la vida humana). Ya sabemos que el dolor y el sufrimiento son subjetivos y a cada uno su problema le parece el más importante del mundo. También se ha acusado a los pacientes de tratar de puentear las listas de espera mediante la afluencia masiva a los servicios de urgencias (a ver si cuela). Otros echan la culpa de este abarrotamiento al propio sistema sanitario, a las limitaciones y a las deficiencias resolutivas de la atención primaria, a la descoordinación entre niveles, a la burocracia cada vez más asfixiante y a las bolsas de ineficacia de los grandes centros hospitalarios.

Lo que nunca había escuchado es que la sobrecarga asistencial soportada en la urgencias sanitarias de Galicia durante el pasado mes de enero (y lo que llevamos de febrero), se debe a la actitud de los facultativos y a la invención de los medios de comunicación. Siempre habrá alguno que considere a los médicos y a los periodistas como elementos sociales sospechosos porque comparten peligrosas y comunes armas (bolígrafos, plumas y ahora modernos teclados de ordenador). Resulta cuanto menos inquietante escuchar al portavoz parlamentario del BNG, el Sr. Aymerich, afirmando que los médicos están realizando una huelga a la japonesa, saboteando el sistema desde dentro. Particularmente creo que me moriré si ver en este país una huelga médica organizada y efectiva, ni a la japonesa ni al estilo pilotos de aviación, pues tantos y tan contradictorios intereses laborales tiene un colectivo heterogéneo como el de los médicos españoles. Así nos va. Además resulta descortés meter en el mismo saco a todos los facultativos del SERGAS, porque además de los calandracas del PP, alguno habrá también que sea votante, simpatizante o militante del BNG o del PSOE (digo yo) y no hay por qué faltarles al respeto. Esto es lo que yo entiendo como fuego amigo. En mi humilde opinión, tampoco ha estado muy acertado el portavoz del PSOE, el Sr. Modesto Pose, acusando a la prensa de alarmismo mediático. Tan sólo recordarle que cuando gobernaba el Sr. Fraga, más de un político opositor llamó insistentemente a las puertas de las redacciones de los periódicos patrios para que prestos acudieran a fotografiar las camas por los pasillos, denunciaran las urgencias colapsadas y la desidia de los conselleiros que nombraban gerentes incompetentes (por cierto, alguno de ellos desempeñando altos cargos en el actual organigrama de la Consellería de Sanidade de nuestro gobierno bipartito). Hay que estar a las duras y a las maduras. También se echa de menos la defensa de los médicos gallegos que los colegios profesionales y los sindicatos deberían realizar ante tan torticeras acusaciones. Por cierto, ¿para cuando un pacto político serio encaminado a defender y prestigiar nuestro sistema sanitario público? Mientras este feliz hito no ocurre, no frivolicen con el trabajo de los profesionales. Ni ellos, ni los usuarios, se lo merecen.

No hay comentarios: