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07 enero 2008

MUJERES BARBUDAS



"Mujer barbuda". Oleo sobre lienzo. 1631.
José Ribera "El Españoleto"

Todavía colea la polémica provocada por los Reyes Magos en su última visita a Auriavella. Pero esta vez la zapatiesta navideña no la montó ningún recalcitrante colectivo republicano y ateo, ni tampoco la peña ultra de Papá Noel capitaneada por el reno Rodolfo (al que se le enciende la nariz sin cargarse de Jumilla). Estoy convencido que alguien sin malicia y con toda la buena voluntad del mundo, tuvo la imaginativa idea de que la cabalgata que recorrió las calles de nuestra capital el pasado 5 de enero fuera presidida por tres Reinas Magas. Curiosamente, un hecho idéntico tuvo lugar en el desfile que el barrio Oliver organizó esa misma tarde en Zaragoza. Entonces ¿cuál es el problema?; ¿dónde se sitúan las dispares opiniones?

Por un lado, los tradicionalistas critican que las protagonistas fueran tres féminas ataviadas con los aperos de los supuestos Magos de Oriente, séquito, cetro, melena y florida barba inclusive. Además, por culpa de la inoportuna ronquera de las voces regias, fueron muchos los niños, las mamás y los papás ourensanos los que se percataron que algo no funcionaba bien en la salutación de sus majestades. 


Puestos a preferir tan briosa modernidad imperante, las magas bien pudieron presentarse a rostro descubierto, aunque los estudiosos más clásicos del tema entiendan que la tradición apoya la ortodoxia de los tres magos masculinos. 

Otros eruditos replican que en las sagradas escrituras no se especifica el número de magos, que tal vez fueran tres (Melchor, Gaspar y Baltasar), cuatro (añadiendo a Artabán) o doce (según la tradición armenia). Así las tres reinas magas, de hermosos y lozanos semblantes lampiños, representarían en nuestros pagos una innovadora variante feminista de la leyenda de los Santos Reyes.

Por otro lado, los iconoclastas, abandonada a su suerte la secular opción maculino – machista, hicieron oír sus voces discrepantes proponiendo para el papel a tres mujeres barbudas. 


Repasando la historia de la medicina, sostiene el rapabarbas de Aloysius que a pesar de su enojoso trastorno cutáneo, muchas fueron las que llevaron una existencia famosa, rica y respetable. 

Desde el punto de vista patológico, podemos distinguir entre el hirsutismo, crecimiento excesivo de vello generalizado en el cuerpo femenino (labio superior, barbilla, mejillas, cuello, areolas mamarias, abdomen, ingles, muslos y espalda), con frecuentes trastornos menstruales, cuya causa se debe a alteraciones hormonales masculinizantes, de la llamada hipertricosis, donde el crecimiento piloso se localiza sólo en determinadas áreas del rostro. 

Célebres mujeres barbudas fueron Santa Wilgeforte de Portugal (virgen y mártir celebrada el 29 de julio), Magdalena Ventura (la modelo italiana que posó para el maestro José Ribera en 1631), Madame Clofullia, la orgullosa Clémentine Delait (la mujer barbuda más presumida de Francia), la Baronesa Sidonia de Barczy, Madame Taylor, Madame Olga (Jane Barnell “alias” Olga Roderick), que tuvo un papel estelar en la película de Tod Browning “La parada de los monstruos”, o la actriz y acróbata contemporánea Jennifer Miller. Muchas de ellas fueron felices madres de familia, pero nunca se afeitaron. Ni de coña.

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