"BLUE DNA" por SMASIN (Flickr photos)
Mi profesor Ángel Carracedo ha visitado Auriavella en dos recientes ocasiones, ambas separadas apenas unos días una de otra. Partió contento y satisfecho de vuelta hacia su magisterio compostelano pues muchos fuimos los que nos acercamos a escucharle, primero, en la conferencia que pronunció en la Academia Médico – Quirúrgica del Colegio de Médicos de Ourense, y después en su disertación divulgativa sobre el ADN dentro del Foro del diario La Región. Me quedé con las ganas de preguntarle muchas cosas, que permanecerán pendientes para una próxima ocasión.
Entre el público presente descubrí a varios antiguos compañeros y compañeras de facultad. En 1986, el profesor Carracedo impartía una parte sustancial de la asignatura de Medicina Legal. Nuestra opinión fue unánime. Este maestro, sorprendentemente, conserva casi el mismo aspecto de entonces, mitad Woody Allen, mitad seductor del campus universitario, tal vez con alguna que otra cana en su cabello que entonces no existía. Aparenta no haber engordado ni siquiera un solo gramo. Y eso que veinte años son muchos. Sospecho que de tanto darle vueltas al ADN, este buen hombre haya descubierto el secreto de la eterna juventud y lo mantenga oculto a la mirada de los mortales.
También me produjo una gran satisfacción conocer la cantidad de jóvenes paisanos ourensanos que capitanean los trabajos de investigación punteros en su servicio. Espero que los responsables de turno mantengan su fidelización científica a la universidad compostelana, y no se vean abocados a la emigración, a la fuga de cerebros.
Hace un año aproximadamente, el grupo de trabajo sobre Enfermedades Genéticas y Raras de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria reclamaba mayor formación para los médicos de atención primaria en el campo de la genética clínica. Hace unos días, leí un artículo de opinión en el que el autor se planteaba si el futuro de los cuidados médicos pasa por la medicina clínica o por la bioingeniería, y cómo esta circunstancia debe ser tenida en cuenta desde ya mismo a la hora de formar a los facultativos venideros. Y es que, por mucho que avanza la tecnología sanitaria, todavía de muchas enfermedades solamente conocemos la envoltura, es decir, los síntomas, mientras que el origen de la patología continúa velado, como por ejemplo ocurre en esas terribles enfermedades neurológicas degenerativas que acaban rápidamente con la vida de nuestros prójimos, sin que exista por el momento ni remedio ni esperanza para ellos.
Entre el público presente descubrí a varios antiguos compañeros y compañeras de facultad. En 1986, el profesor Carracedo impartía una parte sustancial de la asignatura de Medicina Legal. Nuestra opinión fue unánime. Este maestro, sorprendentemente, conserva casi el mismo aspecto de entonces, mitad Woody Allen, mitad seductor del campus universitario, tal vez con alguna que otra cana en su cabello que entonces no existía. Aparenta no haber engordado ni siquiera un solo gramo. Y eso que veinte años son muchos. Sospecho que de tanto darle vueltas al ADN, este buen hombre haya descubierto el secreto de la eterna juventud y lo mantenga oculto a la mirada de los mortales.
También me produjo una gran satisfacción conocer la cantidad de jóvenes paisanos ourensanos que capitanean los trabajos de investigación punteros en su servicio. Espero que los responsables de turno mantengan su fidelización científica a la universidad compostelana, y no se vean abocados a la emigración, a la fuga de cerebros.
Hace un año aproximadamente, el grupo de trabajo sobre Enfermedades Genéticas y Raras de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria reclamaba mayor formación para los médicos de atención primaria en el campo de la genética clínica. Hace unos días, leí un artículo de opinión en el que el autor se planteaba si el futuro de los cuidados médicos pasa por la medicina clínica o por la bioingeniería, y cómo esta circunstancia debe ser tenida en cuenta desde ya mismo a la hora de formar a los facultativos venideros. Y es que, por mucho que avanza la tecnología sanitaria, todavía de muchas enfermedades solamente conocemos la envoltura, es decir, los síntomas, mientras que el origen de la patología continúa velado, como por ejemplo ocurre en esas terribles enfermedades neurológicas degenerativas que acaban rápidamente con la vida de nuestros prójimos, sin que exista por el momento ni remedio ni esperanza para ellos.
Pero, los avances continúan, inexorables. El último: la compañía CellTraffix ha comercializado un dispositivo que se implanta en el interior de un vaso sanguíneo con la finalidad de capturar células madre; éstas podrán servirle al individuo en cuestión para futuros transplantes o tratamientos contra el cáncer, sin el riesgo del tan temido rechazo. El tiempo nos dirá.
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