En aquellos tiempos, cuando de niños estábamos obligados a potenciar nuestra imaginación para disfrutar del tiempo de ocio, a algunos nos dio por coleccionar cromos. Los domingos por la mañana, bajo los soportales de la Plaza Mayor de Ourense, por cierto, la única en el mundo asentada sobre un plano arquitectónico inclinado, podíamos intercambiar los repetidos.
Había colecciones de todo tipo, como aquellos álbumen maravillosos de "Vida y Color"; a mí me llamaban mucho la atención unas estampas sobre la riqueza de las costumbres de los diferentes grupos étnicos que habitaron nuestro planeta. Desde las deformaciones craneales, rituales e intencionadas, practicadas en la noche de los tiempos por algunas culturas precolombinas, hasta las escarificaciones que conseguían complicados dibujos en la piel de algunas tribus africanas. También estaban los indios amazónicos, con narices y orejas perforadas por finas astillas, espinas y plumas multicolores. Las estrellas de la colección eran las mujeres jirafa de la tribu Padaung de Tailandia, con sus terribles aros cervicales, y las deformaciones labiales provocadas por la insercción de discos de madera, supuestamente insertados para realzar la belleza de sus portadores.
Recuerdos aparte, acabo de leer un interesante informe realizado por la Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos. Presenta los resultados de una investigación realizada entre los alumnos de su campus, donde los investigadores trataron de conocer qué lesiones bucodentales pueden presentar los jóvenes portadores de piercings en sus bocas. Se sorprendieron del elevado número de complicaciones asociadas con esta práctica. El 75% de los portadores de este tipo de perforaciones refirió haber sufrido alguna de ellas, siendo más frecuentes los problemas inflamatorios, el dolor, las dificultades para hablar y masticar, las alteraciones del gusto, las hemorragias, las infecciones y las parestesias. El 1% padeció reacciones alérgicas, afortunadamente cada vez menores por el empleo de acero quirúrgico en las piezas empleadas.
Una mañana acudió a mi consulta una madre con su hija adolescente. Me preguntó si yo le daba permiso para que la chica se colocara un piercing… Socialmente apelamos a la libertad individual, al respeto, al consumo responsable, a las etiquetas que nos advierten los perjuicios y efectos secundarios, a la tolerancia… En el estudio anterior, los investigadores se sorprendieron por lo bien que los perforados sobrellevaban sus incomodidades bucales. Al fin y al cabo, se habían colocado los piercing voluntariamente. Por si acaso, los estudiantes de medicina y odontología han comenzado a quitárselos.
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