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21 mayo 2009

PETER SINGER EN LA MONCLOA


"EJERCICIOS DE JOVENES ESPARTANOS". 1860. EDGAR DEGAS
National Gallery. Londres

Cada gobernante tiene su filósofo favorito. Dicen que Hitler admiraba a varios: Nietzsche, Schopenhauer, Spengler... También se ha dado la circunstancia contraria, pues el mismísimo Platón propuso a los reyes filósofos como gobernantes idóneos para su utópica Kallipolis, la ciudad ideal pergeñada por el sabio griego en su clásico “La República”.

Particularmente, desconozco si ciertos políticos leen mucha o poca filosofía. Tampoco sé si tratan de llevar a la práctica las enseñanzas que obtienen de lecturas tan trascendentales. En los tiempos que corren, sostiene Aloysius que pocos deben ser los afortunados que disfruten con la lectura de la poesía o de la filosofía. Concedámosles el beneficio de la duda.

Parece ser que Peter Singer, el controvertido filósofo utilitarista australiano, es uno de los predilectos de nuestro presidente Zapatero. Simplemente recordemos que gran parte de la popularidad de Singer se ha ido conformando a partir de sus singulares opiniones sobre cuestiones tan relevantes como las relacionadas con la liberación animal, la eutanasia y el aborto. En líneas generales, las tesis de Singer sobre la interrupción del embarazo defienden que el feto de la especie humana no es una persona, precísamente por sus carencias como ser autonsciente capaz de reconocerse a sí mismo. Argumentos similares le han granjeado grandes enemistades por su énfasis en desacralizar la vida humana y llegar incluso a plantearse si deberían seguir viviendo los niños afectados por graves enfermedades incurables, irrecuperables y tremendamente incapacitantes. La Historia nos enseña que nada de esto es moderno ni innovador, pues en la antigua Esparta ya se aplicaban técnicas eugenésicas y se abandonaba a su suerte a los niños allí nacidos con algún defecto o discapacidad. Al pie del monte Taigeto se les arrojaba a un barranco, igual que eran despeñados los delincuentes en Roma desde la macabra roca Tarpeya.

Tal vez también se confiese lectora de Peter Singer la ministra Aído, y debido a ello quizás no cometiese tanto desliz cuando afirmó que un feto de 13 semanas era un ser vivo pero no un ser humano. El propio Singer ha dejado escrito: “un embrión humano viene a la existencia tan pronto como se unen el óvulo humano y el espermatozoide”. Sin embargo, para él, el estatuto moral del embrión estaría basado en la aparición de un cerebro, un sistema nervioso y la capacidad para sentir el dolor. Y mientras nuestra sociedad se enfrasca en discusiones éticas, morales y religiosas, en las que por supuesto nunca se alcanzan acuerdos, llegar a fin de mes sigue siendo una tarea heroica para muchos prójimos. Como en la antigua Esparta.

3 comentarios:

Arché dijo...

Yo he leído a Peter Singer y he sacado conclusiones distintas. A mi entender, Peter Singer no dice que se es ser humano cuando se alcanza un cierto desarrollo del sistema nervioso o de las capacidades sensitivas o racionales. Como buen pensador que es, imagino que sabe que no podría argumentar ese extremo. Lo que yo interpreto que está diciendo es que, ante lo que observamos en el comportamiento de nuestra sociedad occidental, podemos deducir que la especie humana pensante está dejando de considerar como sagrada toda vida humana. Esto lo argumenta con ejemplos como la aceptación de la certificación de las muertes mediante el encefalograma plano, de la eutanasia o del aborto. No es que Singer piense que un ser humano comienza a existir cuando alcanza una cierta capacidad sensitiva o racional, sino que la forma de actuar de la sociedad en que vivimos nos muestra que es esa capacidad a la que se da valor. Admite por tanto que no estamos confiriendo la misma dignidad a todos los seres humanos. Parece que lo único que contradice su lógica es que nuestra sociedad no admita el infanticidio. Según él, aceptar el infanticidio sería lo coherente con la aceptación del aborto o la eutanasia.
Creo que así se entiende la compatibilidad de su defensa del aborto con afirmaciones como la de que el “embrión humano viene a la existencia tan pronto como se unen el óvulo humano y el espermatozoide”. Para él no hay problema en aceptar que existan seres humanos sin derecho a la vida, así como seres no humanos con ese derecho. A la protección del ser humano, por el mero hecho de ser humano, lo llama despectivamente “especieísmo”. De ahí que su pensamiento es coherente con la defensa del derecho a la vida de los animales superiores. Lo cual le lleva en mi opinión a un punto paradójico. Lo que la sociedad parece haber aceptado, que el valor de la capacidad sensitiva y racional es lo que confiere la dignidad, consiste en poner en el centro la cualidad que se consideraba específica de los humanos. En última instancia es la característica distintiva humana la que discrimina entre lo que debe ser protegido y lo que no. ¿No es “especieísmo” a ultranza que se confiera dignidad sólo a aquellos seres que tiene cualidades semejantes a un ser humano adulto y sano? Y el resto se protegerán según el grado de semejanza. De este modo, un chimpancé adulto es mucho más digno de protección que un ser humano en estado embrionario y de semejante dignidad a un recién nacido humano.
De este modo Singer no necesita justificar cuándo empieza a existir un ser humano, porque los valores son aquello que la sociedad dice que es valioso. Y parece que esto es algo que piensa mucha gente. Pero yo creo que la mayoría, más moderados, aceptan que los valores sí que deben aplicarse justificadamente. No sería admisible discriminar entre seres humanos por la simple razón de que así se acepta socialmente. Eso nos recuerda a épocas pasadas que quisiéramos olvidar. No pudiendo acepar esa discriminación arbitraria, la cuestión de cuándo comienza la vida de un ser humano se vuelve necesaria y prioritaria. Y a ese respecto, incluso Peter Singer piensa que comienza con la fecundación.

aloysius dijo...

Estimado Arché:

Agradezco mucho su aquilatado comentario. No soy un experto en la filosofía utilitarista de Peter Singer. Pero sus ideas han despertado mi curiosidad, pues comparto en parte sus argumentos sobre los derechos de los simios, sobre el peligro del "especieísmo" (un racismo innovador y terrible a la vez) y su combate contra el sufrimiento que el ser humano le infringe a los animales.

El motivo de esta entrada en mi blog es modesto: motivar a la reflexión sobre el peligro engendrado por la utilización política de determinadas ideas filosóficas.

Nuestra historia está plagada de ejemplos nefastos y deleznables...

Mantengo abierta la comunicación. Una vez más, gracias.

Arché dijo...

Primero aclarar que tampoco soy ningún experto ni en el utilitarismo ni en ninguna filosofía. Sólo doy mi interpretación de lo que leo, lo que oigo, lo que veo y lo que vivo.
Hace muchos años, en los primeros cursos de universidad, una amiga me dijo: “Yo no veo diferencia entre un gatito y un bebé”. Estábamos discutiendo sobre el aborto. Creo que las ideas de Peter Singer se parecen más a una forma de pensar que a una filosofía sistemática. Y creo que esa forma de pensar está en el ambiente. Puede que el problema no sea sólo la posible utilización de una filosofía, sino también lo que subyace en la sociedad. Me imagino que tienes en mente lo mismo que yo cuando dices que “Nuestra historia está plagada de ejemplos nefastos y deleznables...”. No fue sólo Nietzsche. Fue la frenología, la sociobiología darwinista, el nacionalismo... y así podemos seguir hasta la música de Wagner. Creo que las ideas de Peter Singer son sólo la materialización de algo que está en la sociedad. ¡Mira lo que decía mi amiga! Ella no conocía a Peter Singer. No creo que Singer haya llegado a la Monclóa; es que está allí.
Para mí el problema no está en Singer sino en la sociedad. Me parece positivo que alguien ponga en negro sobre blanco, la coherencia de una forma de pensar y sus consecuencias lógicas como la aceptación del infanticidio.
En mi opinión la raiz de este asunto está en que el Derecho Natural o el Derecho Divino dejan un hueco que hay que rellenar con otra cosa. El derecho a la vida de un ser humano no puede asentarse ya sobre un mandato divino o sobre una ley universal que nadie ha visto. Entonces se busca otra base: el derecho será una concesión social, que sólo puede recaer sobre un sujeto con la capacidad de asumirlo. Por ejemplo, sólo podrá votar el que tiene capacidad para discernir las opciones o su responsabilidad. Es decir, el que tenga mayoría de edad. Del mismo modo, no se deberá infringir dolor sólo al que puede sentirlo. La capacidad sensitiva y racional se convierte por tanto en el criterio moral. Se debe resolver la contradicción de llamar derecho a la vida a algo que no concede derecho a todo lo vivo. El derecho a la vida de un ser humano, por el hecho de estar vivo, por el hecho de ser humano, se convierte en una arbitrariedad, una discriminación, una forma de racismo. Pero esto sólo ocurriría si el derecho del ser humano implicara necesariamente la ausencia de derechos de los animales.
A lo que voy es que las ideas de Peter Singer nos llevarían a justificar los derechos de algunos animales, quitándoselos a algunos seres humanos. Y eso se consigue estableciendo un prejuicio para quitar otro: que no sea la especie el criterio, sino ciertas capacidades. En realidad esta operación no se distingue en nada de la justificación del nazismo. Y lo grave es que eso sería lo coherente con el modo de pensar de mucha gente. Yo personalmente prefiero quedarme con el derecho a la vida de todo ser humano aunque no encontrara justificación para ello. Otra cosa implica necesariamente una discriminación arbitraria ya sea como la esclavitud o el nazismo.