Nuestro ministerio de Sanidad quiere que las latas y los botellines de cerveza incorporen una nueva etiqueta, un aviso destinado a prohibir el consumo de esta bebida alcohólica a los menores de 18 años. Las estadísticas demuestran que los jóvenes españoles comienzan a beber a edades cada vez más tempranas y que el alcoholismo es un problema de salud de seria consideración para nuestro sistema sanitario.
Durante esta campaña, la administración espera poder contar con el apoyo de las familias, con el de los hosteleros y con el de los productores. Sostiene Aloysius que la educación se aprende en los hogares y que la cultura en las escuelas, aunque algunos progenitores piensen todavía que es tarea exclusiva de los maestros enseñarles a nuestros hijos tanto matemáticas como hábitos saludables. La educación para la salud es una materia de aprendizaje permanente en nuestra vida, y no sólo se estudia en las aulas.
Me consta que la mayoría de los hosteleros son responsables en el cumplimiento de las leyes que limitan la venta de bebidas alcohólicas a los jóvenes, aunque ramoneen por ahí algunas ovejas negras.
Tampoco creo que la industria cervecera se oponga a un tipo de medidas de efectividad cuestionable, pero que verdaderamente contribuyen a mejorar la imagen del producto, de forma semejante que la recomendación del consumo responsable o las advertencias en forma de pequeñas esquelas que ilustran desde hace tiempo las cajetillas de tabaco en España. Al respecto, ha quedado demostrado que “fumar perjudica gravemente su salud” resulta menos efectivo que ciertas imágenes escabrosas e impactantes que puedan impresionar desagradablemente al fumador y a su entorno de amistades. Y por si fuera poco, las admoniciones en los paquetes de tabaco no han demostrado un impacto disuasorio entre la población fumadora.
Me pregunta Aloysius si también está previsto poner señales de peligro a la entrada de los botellones, de las discotecas y de los after hours, o etiquetas en las litronas y en las demás botellas de cerveza, o si solo van a pagar el pato las latas y los botellines. Los ourensanos más veteranos recordarán aquel anuncio publicitario que podíamos ver en el cine antes de la proyección, el del chavalín y el botellín de la desaparecida cerveza San Martín, que finalmente se revelaba como un señor adulto de talla corta y no un tierno infante.
Los expertos defienden el encarecimiento del tabaco y de las bebidas alcohólicas, a base de impuestos, como una actuación efectiva a la hora de disminuir el consumo de estas sustancias. Pero no olvidemos que una de las justificaciones del botellón es la adquisición más barata de bebidas alcohólicas entre varios coleguillas, y que la Ley Seca en los EEUU tuvo unos efectos desastrosos gracias al incremento del contrabando y de la delincuencia. Una vez más, y ya van unas cuantas, la educación se me antoja como una medida excepcional, aportando información veraz para que cada uno pueda escoger en libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario