En 1988, Lawrence Kasdan
estrenaba “El turista accidental”, un drama sobre las vicisitudes que atraviesa
un escritor de guías de viaje para hombres de negocios, y que recupera las
ganas de vivir gracias al amor por una mujer muy especial. Al éxito de esta película,
sin duda alguna, contribuyeron las actuaciones de la pareja protagonista,
William Hurt y Geena Davis. Desde entonces, mucho se ha debatido sobre otro
tipo de viajeros accidentales, los denominados turistas sanitarios. Hace ya
algunos años, en un hotel de Berlín, descubrí un diario que ensalzaba las
virtudes del sistema sanitario español, animando al turismo a visitar nuestros
pagos, y no precisamente por la suavidad de nuestro clima, la riqueza de
nuestra cultura y las excelencias de nuestra gastronomía.
Una aclaración. El término
turista sanitario quizás pueda resultar demasiado amplio e impreciso. Abarca varias
situaciones bien diferenciadas. Algunos pacientes deciden visitar otros países
para conseguir, gratis si es posible, determinados servicios sanitarios ausentes
o más caros en sus países de origen.
Desde la entrada de España en la Comunidad
Europea, esta circunstancia se ha convertido progresivamente en un problema que
supone para las arcas estatales alrededor de 1000 millones de euros anuales en
facturas sin cobrar. El gobierno español tratará de legislar la asistencia
sanitaria transfronteriza mediante un Real Decreto que permita la liberalización
del sistema, para que los pacientes europeos puedan elegir entre los hospitales
públicos y privados nacionales, siempre que sus países de origen incluyan su
atención en las correspondientes carteras de servicios sanitarios, abonándolos
por adelantado.
Al respecto, existen dos destinos favoritos de los turistas
sanitarios: los países que ofrecen una medicina tecnológicamente avanzada, como
por ejemplo Estados Unidos, Alemania o Francia, o aquellos otros que ofertan una
asistencia sanitaria a bajo coste, como por ejemplo Tailandia, India, Colombia,
Brasil, y dentro de Europa Hungría, Polonia o la República Checa. El mercado global
estimado se sitúa en 7400 millones de dólares cada año, un pastel nada
despreciable del que España solamente se lleva un pedacito de 140 millones. Sólo
en 2012, casi 22000 turistas visitaron nuestro país atraídos por el sector de
la salud para gastarse en ello algo más de 12 millones de euros.
Ourense. As Burgas (1895) J. Pacheco
Pero existen
además otros peculiares turistas sanitarios, los que se desplazan a balnearios
y sanatorios para disfrutar de las bondades de sus instalaciones y paisajes.
Aquí estarían los clásicos agüistas de Karlovy Vary o los bañistas de las
termas de Baden-Baden, o los mucho más cercanos para nosotros como As Burgas y
la ruta termal del Miño (en Ourense), La Toja, Mondariz, Baños de Molgas,
Laias, O Carballiño, Cabreiroá y los manantiales verineses de Fontenova y
Sousas, y tantos otros en Galicia que necesitarían un espacio descriptivo mucho
más amplio y detallado. Ourense atesora un enorme potencial al respecto, no
solo en el aspecto lúdico del termalismo, sino también en el sanitario. Hay
quien ve en este tipo de turismo una nueva fiebre del oro. A ver si somos
capaces de aprovecharla.
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