Para realizar verdadera ciencia,
los científicos analizan, razonan, experimentan, elaboran hipótesis y deducen
principios, construyen leyes generales y sistemas, todo ello mediante un método
específico que investiga hechos objetivos y observables. Por lo tanto, el método
científico debería también demostrar su utilidad a la hora de estudiar aquellos
fenómenos, objetivos y observables, que se relacionan con los sistemas
sanitarios y la preservación de la salud.
Hace poco me llamó la atención
un hecho singular. La multinacional japonesa Toyota emplea un sistema de
producción específico que intenta entregar el máximo valor a sus clientes
empleando los mínimos recursos necesarios. Muy interesante. Los economistas
expertos en gestión lo denominan “Lean
manufacturing”, o producción ajustada (del inglés “lean”, austero, ajustado).
Este sistema exige una aplicación
conjunta, que competa a toda la organización. Exige centrarse en lo sustancial
del proceso, eliminando los elementos improductivos y ahorrando costes, sin
reducir ni un ápice la calidad. Se preguntarán ustedes a dónde les quiero
llevar, dónde está el truco. Pues resulta que este método ya ha sido aplicado
exitosamente en el ámbito sanitario.
Los profesionales del Hospital Clínico de
Barcelona, por ejemplo, lo han empleado para reducir los tiempos de espera
dentro de su servicio de Urgencias, reduciéndolos desde los 84 minutos hasta
los 60, durante el pasado 2012. Este método tiene una ventaja adicional, pues
son los propios profesionales los encargados de su aplicación, tras un breve
aprendizaje. Profundizando en el sistema de Toyota, su estrategia de producción
ajustada se basa en tres sencillas premisas: la primera, describe el trabajo
que debe hacerse, cómo se hace y quién es el responsable del mismo. La segunda,
define quiénes son el cliente y el proveedor. El cliente más importante en la
cadena de montaje de estos automóviles japoneses es siempre el siguiente
trabajador. La tercera premisa se basa en la aplicación del método científico,
planificando en primera instancia, para después poner en marcha una medida
productiva, evaluar los efectos del cambio y extender el plan, siempre que
demuestre una mejoría real.
Sostiene el perspicaz Aloysius
que el método “lean” podría
aplicarse, por ejemplo, en la mejora de la asistencia de los diabéticos dentro
de la atención primaria de salud. Para los expertos, la relación cliente –
proveedor en este caso haría que el personal de enfermería detectase las
disfunciones del sistema, se las trasladara a los médicos, y éstos se
convirtieran en los proveedores de las instrucciones claras para mejorar la
asistencia de estos pacientes, avanzando más allá del mero diagnóstico y la
prescripción de dietas y tratamientos.
Por último, la responsabilidad en el autocuidado
de su salud por parte de los propios diabéticos aportaría un mayor valor a los
actuales estándares en el control asistencial de esta enfermedad. Y quien habla
de diabéticos, habla también de otros enfermos crónicos, que bien podrían
beneficiarse de la aplicación de los métodos de producción industrial en su
asistencia cotidiana. Porque, de momento, seguimos trabajando con personas, no
con meros números y enfermedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario