El Doctor Mariano Barbacid es un
afamado bioquímico y oncólogo español. En 1982, en la prestigiosa revista “Nature”,
publicó un descubrimiento excepcional: había sido capaz de aislar por primera
vez un gen humano mutado causante de un cáncer, el oncogén H-ras, en un
carcinoma de vejiga urinaria. Una llamativa señal morada surca el rostro de
este investigador, hasta 2011 director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
(CNIO), dándole una apariencia particular; desde siempre me ha recordado a la
lechuza sagrada de Atenea, la diosa griega de la sabiduría.
Hace apenas unos días,
unas declaraciones suyas han levantado una tremenda polvareda. Para este especialista,
el cáncer es una enfermedad que siempre acompañará a los seres humanos. Al
tratarse de una acumulación de errores en nuestras divisiones celulares, será
cada vez más frecuente. En apariencia, su mensaje parece desesperanzador. Pone
en duda todas aquellas afirmaciones que vaticinaban algún día la derrota
definitiva del cáncer. Para el Doctor Barbacid, las dos armas fundamentales en
la lucha contra esta enfermedad son la prevención, que evitaría los daños celulares
crónicos, y la detección precoz, pues cuánto antes se detecte el problema
mayores son las probabilidades de éxito terapéutico.
Desde los tiempos de Platón,
entendemos las palabras como organismos vivos, canales por los que se transmite
el conocimiento. Filosofía y lingüística, entre otras disciplinas, han tratado
de enseñarnos el valor de las palabras y de las ideas. Por ello, el Grupo Español
de Pacientes con Cáncer (GEPAC) termina de elaborar un decálogo para el buen
trato informativo de esta patología. Solicitan a los medios de comunicación que
prescindan de expresiones tales como “lucha contra el cáncer” y de adjetivos
como “heroico”, “bélico” o “agresivo”, transmisores del desasosiego a aquellos pacientes
y familiares que no hubieran superado la enfermedad. ¿Por qué nos hemos
acostumbrado a decir que esto o aquello constituyen el “cáncer de la sociedad”?
Intencionadamente, en estas líneas
hemos desatendido alguna de estas peticiones, para llamar la atención sobre el
tema. Entender una enfermedad como una lucha, indefectiblemente lleva consigo
la existencia de vencedores y vencidos, pues el lance permanente que mantenemos
los seres vivos con la mayoría de nuestras patologías todavía finaliza de la
misma manera, una partida que jamás termina en tablas… por el momento.
La GEPAC
nos recomienda el empleo de “tener cáncer” mejor que “padecer un cáncer”, de connotaciones
claramente más negativas. Mejor decir “un paciente con cáncer” que alguien que
lucha contra “una larga y penosa enfermedad”, expresión más estigmatizante. Mejor
“convivir con el cáncer”, que es al fin y al cabo lo que hacemos con tantas otras
patologías. La sociedad está cambiando y los pacientes no necesitan
paternalismos, sino información y comprensión. No somos máquinas perfectas.
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