Cada vez que se aproximan las
fiestas navideñas, proliferan los anuncios publicitarios de juguetes y perfumes
en las pantallas de televisión. Es indiferente la cadena que sintonicemos.
Todas parecen ponerse de acuerdo para coincidir en ello. Podemos afirmar, sin
temor a equivocarnos, que somos condicionados desde las edades más tempranas
para asociar estas fechas con ese tipo de regalos. En cierta manera, estos
anuncios se convierten en los heraldos de las Navidades que vendrán.
Pero nada se deja al azar; todo
está perfectamente estudiado. Estas campañas se basan en unos hechos. Durante
2012, el sector de la perfumería y cosmética español facturó alrededor de 7000
millones de euros. Sólo en la exportación, se superaron los 2400 millones de
euros. En España, los consumidores de estos productos son fieles a las marcas,
y suelen preferir los perfumes y cosméticos más caros, por considerarlos
mejores. Un 33% de los consumidores los compran por Navidad, casi un 50% para
obsequiar a familiares y amigos.
Sin embargo, las ventas de
juguetes en España durante el 2012 sumaron unos 697 millones de euros, un 10.6%
menos respecto a años anteriores. El único consuelo para el sector juguetero
nacional fueron también las exportaciones, que crecieron un 10%.
Hasta hace poco tiempo, otros
productos típicos de estas fiestas, como los turrones y los cavas, completaban
la particular oferta publicitaria navideña. Sin embargo, este año abundan otros
anuncios muy especiales. Jarabes para la tos seca, jarabes para la excesiva
mucosidad respiratoria, diferentes cócteles farmacológicos contra la gripe que
vendrá, combinando en el mismo formato de píldora o sobre efervescente
medicamentos antitérmicos y analgésicos, antihistamínicos y mucolíticos, que
prometen el presto alivio de una cohorte de molestos síntomas.
Esta cultura de la rapidez, característica
de la sociedad en la que vivimos, deposita una excesiva confianza en una
cantidad ingente de medicamentos de venta libre en farmacias. En mi humilde
opinión, presentarlos como productos casi milagrosos va en contra de la propia
utilidad de los mismos, pues sin duda alguna puede influir en el incremento de
la frustración de los consumidores, además de fomentar la automedicación.
Estos antigripales y antitusígenos
ocupan una franja horaria publicitaria propia, de manera similar a lo que
ocurre con los adivinos, tarotistas y profesionales de la buena ventura, o con
otros artículos que prometen la salud y el alivio de los síntomas a base de
pulseras fantásticas, calzados maravillosos o dietas y aparatos milagrosos.
Las autoridades sanitarias han
completado la campaña de vacunación antigripal 2013 – 2014. Ahora toca
atrincherarse a la espera de la gripe que vendrá, con racionalidad, porque
todavía no existen remedios mágicos para combatir una enfermedad que cada año
nos visita, por invierno.
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