En Manrique Central, cerca de la
45 con la 76, se sitúa la Casa Gardeliana, dedicada a honrar los valores artísticos
del memorable Carlos Gardel. El 24 de junio de 1935, el cantante, compositor y
actor cinematográfico falleció en un aciago accidente de aviación que ocurrió en
el Aeropuerto Las Playas (hoy Olaya Herrera) de Medellín (Colombia). Con él
desaparecieron también los guitarristas Barbieri, Aguilar y Riverol, y el
escritor brasileño Alfredo Le Pera. Precisamente a la pluma de Le Pera debemos
la letra del tango “Volver” (1934), el mismo que afirma que es un soplo la vida
y que veinte años no son nada...
¡Caramba si son!. Y veinticinco, un poquito más. En
su último número de enero – febrero de 2014, la publicación “Siete Días Médicos”
recoge en sus páginas una colaboración firmada por el Dr. Blasco Valle, colega
de profesión que trabaja en el Centro de Salud Delicias Sur de Zaragoza. El Dr.
Blasco vuelve la vista atrás, hacia lo que acontecía en la Medicina de Familia hace
25 años. Leer esas líneas ha provocado en mi exactamente el mismo efecto que la
dichosa magdalena de Proust, ese incidente que los expertos denominan experiencia
sensorial evocada. Sostiene Aloysius que, en los presentes tiempos del Rey Wasap, sería completamente inútil
enfrascarse en la lectura de los siete tomos y las más de tres mil páginas de “En
busca del tiempo perdido” para activar los intrincados circuitos neuronales de nuestra
memoria, pues resulta mucho más práctico ir al supermercado más cercano, comprar
un paquete de magdalenas y disfrutar de ellas Bocadito a bocadito, en la aromática
compañía de una taza generosa de té Earl Grey.
De esta forma retornaron a mi
memoria los talonarios de P10 (léase tal cual, pediez), el socorrido papelito
oficial mediante el cual los pacientes podían ser derivados desde las consultas
de atención primaria hasta las de los especialistas. Por ahí debo tener
guardado todavía alguno, entre las páginas de cualquier libro, dispuesto a
saltar de nuevo a la realidad del siglo XXI tras un repentino hojear. Ahora
trabajamos con las hojas de interconsulta, tal vez pronto también reliquias del
pasado, pues así transcurren con celeridad los cambios continuados en la gestión
sanitaria. En algunas ocasiones, la simple solicitud de una consulta al
especialista desencadena una aventura para los usuarios del sistema, hace 25 años
denominados pacientes, y qué decir si el final de tan particular peregrinaje
desemboca en una intervención quirúrgica. En estos días, los medios de
comunicación se hacen eco de los problemas existentes en algunas comunidades
autónomas para gestionar sus abultadas e intolerables listas de espera quirúrgica.
Veinte años, o veinticinco, para
el tango qué más da. Releyendo el artículo de mi colega maño, recordando los
medicamentos más recetados entonces, de repente mi memoria ha viajado hacia el
sabor dulzón de aquel jarabe rojo rubí de teofilina vehiculizada en alcohol etílico,
que hace mucho más de veinte años, y de veinticinco, me recetaban cuando el
asma se empeñaba en convertir mis pulmones en una sala de conciertos repleta de
pitos y gaitas. Vivir, con el alma aferrada, a un dulce recuerdo…
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