En una Cuba imaginada por
Francis Ford Coppola, en las estancias de un gran hotel que en realidad son las
habitaciones del Embajador, en Santo Domingo, el taimado Hyman Roth (Lee Strasberg)
le recordaba Michael Corleone (Al Pacino) como él y el desaparecido Padrino Don
Vito pasaban melaza de contrabando desde Canadá hasta los Estados Unidos, para
contravenir las estrictas normas de la Ley Seca.
En realidad, la Enmienda XVIII
de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica ha supuesto un generoso
filón literario y cinematográfico, pero un auténtico fiasco desde el punto de
vista político sanitario. Aunque no prohibía el consumo de bebidas alcohólicas,
sí lo hacía con su producción, transporte y venta. Si bien recogía las
inquietudes de gran parte de la sociedad ante la progresión de la enfermedad
alcohólica como terrible plaga entre sus ciudadanos, en la práctica desencadenó
más daños que los que pretendía atajar.
Hoy traemos a colación estas
reflexiones ante la reciente publicación en Lancet de un análisis sobre el alcoholismo en
Irán. En los países musulmanes, las restricciones fundamentadas en la aplicación
estricta del Corán, varían notablemente entre unas naciones y otras, desde las
que como Arabia Saudita castigan con severidad cualquier violación de esta
norma religiosa, hasta aquellas otras más permisivas que toleran parcialmente
el consumo de alcohol etílico, limitado a ciudadanos extranjeros, en
determinados bares y restaurantes de algunos hoteles.
Al igual que ocurrió con los
antiguos gánsteres norteamericanos de la gran pantalla, hoy en día el alcohol
atraviesa las fronteras iraníes gracias a los contrabandistas para venderse en
el mercado negro. Como en nuestras latitudes, la destilación casera y el uso de
alcoholes adulterados resulta seriamente problemática para la salud pública; en
no pocas ocasiones concluyen con graves intoxicaciones y muertes provocadas por
el alcohol metílico. En Ourense, por desgracia, somos buenos conocedores de los
estragos provocados por este tipo de envenenamiento.
Aunque no abundan los
trabajos científicos al respecto, se estima que en la República Islámica de Irán,
la prevalencia de trastornos relacionados con el consumo etílico puede alcanzar
al 10% de los varones jóvenes, según determinadas regiones. Sin embargo, la
dependencia es notablemente inferior, alrededor del 0.2%.
Nos llama la atención que las
autoridades sanitarias iraníes han de lidiar con otro tipo de dependencias,
pues detentan en sus lares las tasas mundiales más elevadas respecto al consumo
de opiáceos. Actuaciones específicas para la deshabituación con metadona y
buprenorfina atienden a medio millón de prójimos, y los programas de reducción
de daños, que promueven el libre acceso a jeringas desechables, han disminuido
la incidencia de infecciones como VIH, hepatitis B y C.
Terminamos como
comenzamos. Don Vito Corleone, gánster a la antigua usanza, se lucraba con los
negocios del juego, el alcohol y la prostitución. Sin embargo, el tráfico de
drogas en sus áreas de influencia estaba totalmente vetado. Las normas son las
normas.