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24 noviembre 2014

ALGO FALLA



Un viejo amigo, de vuelta a casa tras una prolongada estancia en el extranjero, se ha sorprendido por la cantidad de personas presentes en los hospitales y en los centros de salud de Ourense. 

Durante la última semana, se ha fraguado esta particular opinión tras acompañar a su anciana madre por la consulta de diferentes médicos. Incluso ha sido capaz de reconocer, en tan poco tiempo, rostros familiares entre los que cada día aguardan su turno en las salas de espera. 

Hemos platicado de los pacientes denominados “hiperfrecuentadores”, los que acuden a la consulta de su médico de familia en más de 12 ocasiones al año, es decir, 10 veces más que el resto. Su porcentaje no es nada desdeñable, un 20 - 25% del total. Para obtener una visión más real de problema calculamos que en una consulta de atención primaria a la que diariamente acuden 40 pacientes (unos 200 a la semana, unos 800 al mes), entre 160 y 200 repiten visita, constantemente.

¿Cómo es esto posible?, se pregunta este paisano, acostumbrado a pagar por cualquier emanda sanitaria en su país de destino. ¿Será porque aquí todo es gratis?... 

Me lleva un tiempo explicarle que lo de gratis es relativo, y que el sistema de salud público español lo pagamos entre todos los contribuyentes, a partir de nuestros impuestos. La explicación más plausible para justificar este ansia de citas médicas podría esconderse tras lo que algunos expertos denominan somatizaciones, dolores físicos provocados por cuadros de ansiedad o depresión. 

Resulta que España, después de Portugal, es el país europeo que más ansiolíticos consume. Parece ser que el nivel de tolerancia a la frustración es muy bajo entre nuestros prójimos, y que cualquier situación adversa en la vida, desde una ruptura de pareja hasta la pérdida de un familiar, dispara el consumo de estos medicamentos.

Además de su desesperación personal, el gasto sanitario generado por los usuarios hiperfrecuentadores se dispara, pues se multiplican los análisis y las pruebas, casi siempre con resultados inespecíficos, destinadas a diagnosticar sus patologías. Tampoco resulta extraño que estos pacientes consuman más fármacos que la media. Estudios realizados en países anglosajones han llegado a responsabilizarles del 10% del gasto sanitario total de un país desarrollado. 

Los problemas sociosanitarios, especialmente en las personas más mayores, asimismo representan una causa frecuente y constante de consulta, contrariedades para las que en muchas ocasiones no existe un tratamiento médico específico.


Bien por haber emigrado a un país donde la mayoría de la población se concentra en las primeras décadas de la vida, bien porque en aquellos pagos la visita al médico cuesta demasiado dinero, mi amigo continúa sorprendido con la situación que vivimos en Ourense. 

Quizás la solución pase por dedicarles más tiempo a estos pacientes, en unas consultas masificadas, la pescadilla que se muerde la cola, porque 5 minutos apenas sirven para escuchar sus quejas y para confortarles, porque no todo en la vida son pastillas, intervenciones quirúrgicas, prótesis, marcapasos o resonancias magnéticas.

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