Cuando viajo por ahí,
tengo la mala costumbre de preguntar cómo funciona el sistema sanitario local.
Deformación profesional. En lo poco que conozco de Holanda, la gente tiene un
aspecto muy saludable. A costa de caer en un error por sesgo, parece que andar
en bicicleta les viene muy bien a los holandeses. Ausencia de barrigas
cerveceras, excepto el fin de semana, cuando huestes ávidas de diversión
desembarcan en Amsterdam. Un amigo emprendedor está montando una página web
para vender exclusivamente ropa deportiva femenina. Los estudios de mercado
reflejan que en Holanda proliferan los gimnasios, al parecer una de las
actividades preferidas en aquellos pagos.
En 2007 se puso en marcha el primero
para nudistas en la pequeña localidad de Heteren, situada a 95 kilómetros al
este de la capital holandesa. Parece ser que en la jornada inaugural acudieron
más periodistas que gimnastas. Cuestión de pelotas. La Federación de Nudismo de
Holanda se mostró favorable a esta iniciativa, si bien la mayoría de sus 70000
miembros prefieren una buena caminata o trabajar en su jardín antes que el ejercicio
público sin ropa. Anécdotas a parte, la lucha contra la obesidad se inicia desde
la escuela infantil, ya que el sistema educativo se preocupa por la
alimentación cotidiana de los pequeños en los colegios. Transversalidad: los
hábitos saludables se aprenden como las letras y los números, cuanto antes
mejor.
A pesar que el sistema sanitario holandés difiere bastante del español,
sobre todo en la provisión de servicios, los médicos de familia (huisarts) se convierten en una figura
capital, a modo de agentes de salud encargados de velar por los intereses de
sus pacientes, usuarios o clientes, como les queramos llamar. Cuando tienes un
problema de salud, en Holanda has de visitar siempre primero a tu médico de
cabecera. Si obvias este paso previo y te encaminas hacia una clínica privada,
el seguro médico no cubrirá ninguno de tus tratamientos. Para entendernos, la
legislación holandesa obliga a todos sus ciudadanos a contratar un seguro
médico. En el años 2006, allí existe un singular modelo que vamos a resumir
como “financiación pública – prestación de servicios privada”. El Estado se
asegura que todo el mundo disponga de cobertura sanitaria, sin importar su edad
o historial clínico, pero son las empresas del sector privado las que compiten
por atraer a los contribuyentes. Y no pueden rechazar jamás a ningún paciente. Este
modelo fue aprobado con el consenso de los principales partidos holandeses, de
derechas y de izquierdas. El coste mínimo mensual se sitúa en los 100 euros, si
bien los niños pequeños están incluidos en el seguro de sus padres.
¿Y los
resultados? Según Health Consumer
Powerhouse, la organización de consumidores sueca que colabora con la Comisión
Europea, en el año 2014 el sistema público holandés ocupóa el primer lugar
entre de los 36 países evaluados: 898 puntos de los 1000 posibles, donde la
calidad total se mide en base a los derechos de los pacientes e información
(175 puntos), listas de espera (250 puntos), resultados (300 puntos), servicios
sanitarios (175 puntos) y servicios farmacéuticos (100 puntos). Gracias a su
geografía, en Holanda hay 18 millones de bicicletas, más de una por habitante.
Y es que en materia de salud, no todo es sistema sanitario ¿O si?
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