Existe un género
cinematográfico sensacionalista denominado cine mondo, en clara referencia a la película inaugural de este estilo,
“Mondo Cane”, que ha cumplido ya 53 años. Engloba documentales de ficción que intentan
impresionar al espectador con argumentos escabrosos y sensacionalistas. Durante
años, la saga de películas mondo
sirvió a directores y productores para atraer la atención del público y así
engordar sus beneficios en taquilla. Alcanzaron su apogeo en las décadas de los
60 y los 70, repuntando de nuevo en los 80, aunque en la actualidad, con todo
el mundo curado de espantos, cada vez se ruedan menos cintas de esta categoría.
Aprovechando esta anécdota
hemos introducido en nuestro título el sustantivo mondo para atraer la atención de los lectores sobre una patología de
prevalencia ascendente. Algunos dirán que se diagnostican más casos de alergia
porque vamos conociendo estas enfermedades con mayor exactitud y profundidad.
Otros, sin embargo, opinarán que las patologías alérgicas van en aumento porque
cada vez existen más sustancias en lo que respiramos, tocamos, olemos y comemos
capaces de desencadenar unos síntomas tan incómodos, a veces graves, e incluso fatales.
Por poner tan solo un ejemplo, se estima que en el mundo vivimos 300 millones
de asmáticos, una enfermedad capaz de provocar 250000 fallecimientos anuales.
En lo que sí parecen
estar de acuerdo los especialistas es en la falta de medios necesarios para
tratar a los pacientes alérgicos. La Organización Mundial de Alergia alertaba
en 2011 que los servicios médicos especializados se encontraban dispersos y lejanos
a lo ideal. En este campo asistencial, como en todos los demás, para que exista
una atención de calidad los médicos deberán estar bien formados, circunstancia
garantizada en España por el sistema MIR, para proporcionar el mejor
tratamiento posible a cada caso, y también para educar a los pacientes
alérgicos en el cuidado de su propia salud y en el control de su enfermedad.
Palabras como
rinitis, conjuntivitis, eczema, urticaria, alergia a los alimentos, a los
fármacos, a al polen, al pelo de ciertos animales, al veneno de los
insectos, no nos resultan tan extrañas sino más bien familiares. Probablemente
conozcamos a algún familiar o amigo, a alguien de nuestro entorno cotidiano,
que durante determinadas semanas del año viven subordinados a los efectos de
píldoras, pañuelos, inhaladores, colirios, pomadas, vacunas e inyecciones. Y
como poderoso caballero es Don Dinero, el coste anual de las alergias
respiratorias genera unos gastos sociales y económicos muy elevados, entre
10000 y 15000 millones de euros anuales. Decía John Steinbeck que la alergia es
caer enfermo ante cualquier cosa que no se desea hacer. Esperemos que el gran
escritor se equivocara de cabo a rabo.
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