CREA, INVENTA, IMAGINA... ¡NO COPIES!

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18 junio 2016

USO Y FUNCIÓN



Hoy vamos a convertirnos en objetos, aunque solamente sea por un momento. Vamos a abandonar nuestros cuerpos mortales para transformar la carne en plástico o en metal. Es un uso de la imaginación, y vamos a emplearlo. De las diferentes acepciones de la palabra uso nos centraremos en su sinónimo utilizar. Tomemos un ejemplo clásico, el del cuchillo de cocina. Lo usamos para cortar el pan, pero habrá quién también pueda utilizado para perpetrar un crimen, como arma intimidatoria en un robo, o peor aún, para herir o asesinar a un prójimo. Así de drástico. Un mismo simple objeto, diseñado para la función de cortar, tiene diferentes usos, correctos e incorrectos.

Con los órganos humanos ocurre algo similar, si bien aquí el concepto de diseño pueda resultar más complicado. Simplificando, el esófago es un tubo de poco más de 20 centímetros que une la faringe con el estómago. Es el sistema de comunicación que permite que el bolo alimenticio descienda al órgano gástrico, esencial en la digestión. Sus músculos desarrollan unos movimientos (peristáticos) que facilitan la progresión de los alimentos hacia el estómago. Pero no todo en el esófago es músculo. Su interior está recubierto de una capa mucosa y en su tramo final dispone de un esfínter que se abre para dejar pasar los nutrientes y que se cierra para evitar que el contenido del estómago provoque un reflujo patológico. Y es que el jugo gástrico, una mezcla de ácido clorhídrico, enzimas y ácidos biliares, puede causar unas lesiones específicas en la mucosa esofágica conocidas como esófago de Barret. En algunos casos, siempre y cuando no exista un tratamiento adecuado, este tipo de lesiones pueden transformarse en un cáncer esofágico.

Recientemente los medios de comunicación se han hecho eco de unas advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al peligro de ingerir sustancias muy calientes. No se trata tanto del tipo de bebida, sino de la propia temperatura. Si bien no estamos ante un cáncer muy frecuente, lo cierto es que el cáncer de esófago provoca cada año alrededor de 400000 fallecimientos, el 5% de las muertes por cáncer en el mundo. Las recomendaciones de los expertos se centran en aquellas bebidas que se toman muy calientes, por encima de los 65 grados centígrados. Las investigaciones se desarrollaron en países consumidores habituales de café y té, como China, Irán y Turquía, y en otros como Argentina, Paraguay, Uruguay o Brasil, donde beber infusiones de yerba mate resulta una tradición nacional. En este caso, el uso de una sustancia con propiedades estimulantes, digestivas y antioxidantes se convierte en un peligro para la función esofágica normal. Y todo por culpa de la temperatura de la misma, que puede alcanzar los 70 grados. Hagamos caso pues a los expertos. Controlemos nuestra impaciencia y soplemos un rato antes de tomarnos la sopa, el café, el té, el chocolate o nuestras infusiones favoritas. Porque sólo disponemos de un esófago y tiene que durarnos toda una vida.

09 junio 2016

LOS OLVIDADOS


La otra tarde se preguntaba intrigado Aloysius por qué cuando hablamos de cáncer los médicos nos centramos en los tumores más frecuentes, dejando tal vez de lado a todos esos otros desconocidos para la gran mayoría de la población. Hoy vamos a referirnos a ellos, a los cánceres olvidados. Porque en nuestra sociedad de la información parece que aquello de lo que no se habla no existe. El cáncer en general, como enfermedad, requiere una serie de tratamientos que intentan eliminar el tumor y combatir sus síntomas, sean cuál sean sus células originales.

Le explicaba que frente a los cánceres más comunes se han ido desarrollando campañas de prevención, fundamentadas principalmente en su diagnóstico precoz pero también en todas las recomendaciones que nos proponen una vida más saludable. En esta última línea de actuación se engloban consejos tales como dejar de fumar, moderar la ingesta de bebidas alcohólicas o incrementar el ejercicio físico para evitar la obesidad. Un segundo aspecto, más técnico y especializado, se centra en las campañas sanitarias que tratan de anticipar la detección de determinados cánceres, como el de cuello uterino, mama y colon.

Resulta obvio que cada afectado desarrolla una particular vivencia de su enfermedad, y que ésta depende de muchas circunstancias, no solamente biológicas, sino también sociales y asistenciales. En este aspecto poco importa si el cáncer más frecuente es el de pulmón o el de mama que si se trata de una neoplasia de las glándulas salivares, como el cáncer de parótida que padeció Tito Vilanova, ex-futbolista del Celta de Vigo y laureado entrenador del Barça.

Hay cánceres típicos de edades infantiles, especialmente perturbadores por las particulares connotaciones de la enfermedad de un niño, pero también otros más frecuentes en la adolescencia, como los tumores de las células germinales, los sarcomas y osteosarcomas, determinadas leucemias y linfomas. En la edad adulta también podemos desarrollar neoplasias en tejidos como los testículos aunque su incidencia sea muy baja (0.4%) y su mortalidad prácticamente nula. El cáncer de mama masculino es una localización mucho menos corriente que la femenina, si bien ambos comparten pruebas diagnósticas y tratamientos. Dentro del aparato digestivo, el cáncer de ano es uno de los olvidados, asociado a determinadas infecciones víricas oncogénicas, pues gran parte de la atención resulta acaparada por los cáncer de colon, estómago, hígado y páncreas. Dentro de los cánceres con menor mortalidad en España, y quizás también por ello menos célebres, están los del aparato nasofaríngeo, los del tiroides, los del cuello uterino, los de los labios y la cavidad bucal, los de la vesícula biliar y los cánceres de piel. Y para que no sigan siendo los olvidados, intentemos no olvidarnos de los olvidados. No existen las enfermedades. Existen los enfermos, nuestros prójimos.


03 junio 2016

LA EXTRAÑA PAREJA


¿Recuerdan aquella comedia de finales de los sesenta en la que dos divorciados completamente antagónicos compartían un apartamento en Nueva York? Jack Lemmon y Walter Matthau encarnaron a los inolvidables Felix Unger y Oscar Madison, incompatibles pero al fin y al cabo entrañables amigos. No solamente en la ficción nos encontramos a veces con extraños compañeros.

Sostiene Aloysius que la polémica generada en estos últimos días respecto a la conveniencia de celebrar unos Juegos Olímpicos en un país como Brasil, castigado especialmente por la plaga del virus del Zika, está obligando a los investigadores del mundo entero a explotar su ingenio al máximo en la procura de una solución. Frente a la peligrosa asociación entre virus y mosquitos, por cierto habitantes de este planeta desde mucho antes que nosotros los seres humanos, causa de enfermedades y malformaciones en nuestra descendencia, una particular alianza formada por genética y smartphones trata de ponerle freno al avance de la patología.

El hombre está acostumbrado a luchar contra estos insectos empleando remedios tradicionales, instalando sencillas mosquiteras o desecando insalubres pantanos, pero también aplicando potentes armas químicas como los insecticidas. Tecnologías emergentes en el siglo XXI se suman ahora a la batalla. Desde hace una década se vienen aplicando los rayos X para bombardear a los mosquitos macho, intentando que su esperma se vuelva infértil. En este campo se han conseguido avances con otras especies, como por ejemplo la mosca de la fruta. Los mosquitos macho así tratados en los laboratorios son liberados más tarde en su medio natural. Al aparearse con las hembras gestarán huevos defectuosos, lo que indefectiblemente llevará a la merma de la población de insectos salvajes. Pero esta técnica, sin el apoyo de otras medidas, resultará insuficiente. 

Aunque les parezca ciencia ficción, existen empresas capaces de modificar genéticamente a tan dañinos insectos, incorporándoles genes bacterianos capaces de exterminar a colonias enteras de mosquitos. Estos experimentos se han realizado a pequeña escala. Tratar grandes extensiones requeriría medios económicos todavía hoy insuficientes. 

Los teléfonos inteligentes de última generación que cada día manejamos pueden registrar los desplazamientos de sus usuarios. Este sistema es muy eficaz para detectar precozmente focos epidémicos y predecir la aparición de nuevos brotes. Este procedimiento ya se ha empleado para luchar contra la malaria en África y contra el dengue en Pakistán. Aunque resulta una quimera, me gustaría saber qué hubieran pensado de toda esta parafernalia los entrañables Félix y Óscar disputando entre sí en aquel viejo apartamento de Nueva York.