Hoy vamos a
convertirnos en objetos, aunque solamente sea por un momento. Vamos a abandonar
nuestros cuerpos mortales para transformar la carne en plástico o en metal. Es
un uso de la imaginación, y vamos a emplearlo. De las diferentes acepciones de
la palabra uso nos centraremos en su sinónimo utilizar. Tomemos un ejemplo
clásico, el del cuchillo de cocina. Lo usamos para cortar el pan, pero habrá
quién también pueda utilizado para perpetrar un crimen, como arma intimidatoria
en un robo, o peor aún, para herir o asesinar a un prójimo. Así de drástico. Un
mismo simple objeto, diseñado para la función de cortar, tiene diferentes usos,
correctos e incorrectos.
Con los órganos
humanos ocurre algo similar, si bien aquí el concepto de diseño pueda resultar
más complicado. Simplificando, el esófago es un tubo de poco más de 20
centímetros que une la faringe con el estómago. Es el sistema de comunicación
que permite que el bolo alimenticio descienda al órgano gástrico, esencial en
la digestión. Sus músculos desarrollan unos movimientos (peristáticos) que
facilitan la progresión de los alimentos hacia el estómago. Pero no todo en el
esófago es músculo. Su interior está recubierto de una capa mucosa y en su
tramo final dispone de un esfínter que se abre para dejar pasar los nutrientes
y que se cierra para evitar que el contenido del estómago provoque un reflujo
patológico. Y es que el jugo gástrico, una mezcla de ácido clorhídrico, enzimas
y ácidos biliares, puede causar unas lesiones específicas en la mucosa
esofágica conocidas como esófago de Barret. En algunos casos, siempre y cuando no
exista un tratamiento adecuado, este tipo de lesiones pueden transformarse en
un cáncer esofágico.
Recientemente los
medios de comunicación se han hecho eco de unas advertencias de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) respecto al peligro de ingerir sustancias muy
calientes. No se trata tanto del tipo de bebida, sino de la propia temperatura.
Si bien no estamos ante un cáncer muy frecuente, lo cierto es que el cáncer de
esófago provoca cada año alrededor de 400000 fallecimientos, el 5% de las
muertes por cáncer en el mundo. Las recomendaciones de los expertos se centran
en aquellas bebidas que se toman muy calientes, por encima de los 65 grados
centígrados. Las investigaciones se desarrollaron en países consumidores
habituales de café y té, como China, Irán y Turquía, y en otros como Argentina,
Paraguay, Uruguay o Brasil, donde beber infusiones de yerba mate resulta una
tradición nacional. En este caso, el uso de una sustancia con propiedades estimulantes,
digestivas y antioxidantes se convierte en un peligro para la función esofágica
normal. Y todo por culpa de la temperatura de la misma, que puede alcanzar los
70 grados. Hagamos caso pues a los expertos. Controlemos nuestra impaciencia y
soplemos un rato antes de tomarnos la sopa, el café, el té, el chocolate o
nuestras infusiones favoritas. Porque sólo disponemos de un esófago y tiene que
durarnos toda una vida.
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