Confiesa Aloysius que
en las perezosas tardes de verano se entretiene visitando las galerías de
imágenes que atesora Internet. Como si de un coleccionista de cromos se
tratara, busca afiches y carteles de películas antiguas. Una de sus debilidades
son las fotografías de Marcello Mastroianni, esas donde luce unas gafas de sol
aunque sea en plena noche mientras un cigarrillo se desmaya en la comisura de
sus labios. Quién sabe si por tanto tabaco,
ficticio o real, el gran caballero del cine europeo murió de cáncer el 10 de
diciembre de 1996, a los 72 años. No fue un cáncer de pulmón, sino de páncreas.
Comentando sobre el
cáncer pulmonar, el 1 de agosto estuvo dedicado a esta patología. Ya saben por
otras ocasiones que cada día del calendario tiene un santo (por lo menos) y
también el recuerdo de un evento. Los expertos nos avisan que cada año se
diagnostican en el mundo 1.8 millones de cánceres pulmonares. Quizás alertados
por la magnitud de semejantes cifras, lo cierto es que los países desarrollados
el consumo de tabaco decrece. Sin embargo, esta merma contrasta con el
incremento del tabaquismo en las naciones menos privilegiadas. El resultado del
balance es negativo porque la prevalencia del cáncer de pulmón continúa
creciendo a nivel global. Pero no todo es pesimismo. A la par de esta tendencia
alcista se están produciendo importantes avances en la prevención, diagnóstico
y tratamiento del cáncer de pulmón. Como ocurre con otras neoplasias, cuanto
antes detectemos la enfermedad mayor será la supervivencia del paciente.
Algunos ensayos han
demostrado que el cribado realizado en poblaciones de alto riesgo, como por
ejemplo fumadores habituales, empleando técnicas como la tomografía de baja
radiación, ha servido incluso para detectar cánceres en estadios más precoces
que las radiografías de tórax convencionales. En alguno de ellos estudios realizado
en Estados Unidos la mortalidad por cáncer de pulmón llegó a reducirse un 20%,
si bien los expertos insisten en la necesidad de obtener más datos para ver qué
ocurre con la mortalidad global. E insistimos en esto porque el nocivo hábito
tabáquico también se encuentra implicado en la aparición de otras patologías de
elevada mortalidad como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y las enfermedades
cardiovasculares. Por ello la prevención y la lucha contra el tabaco resultan valiosas
y esenciales.
Respecto al
tratamiento, la cirugía continúa siendo de elección en los fases iniciales de
la enfermedad, quedando la radioterapia y la quimioterapia reservadas a
aquellos casos donde la resección no sea posible. El futuro vendrá de la mano
de terapias moleculares dirigidas contra dianas genéticas que provocan
alteraciones o mutaciones en los cromosomas y cuya consecuencia final es la
aparición del cáncer. Ya sin fumar, en sus últimos días suspiraba Marcello
Mastroianni reconociendo que la vida es un paseo breve, brevísimo.
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