Durante los últimos
días de septiembre, descendiendo por la angosta carretera que comunica el norte
de Tenerife con Santiago del Teide y Los Gigantes, la alegre tonadilla “mi abuela es madre de mi madre, olalá, mi
abuelo es padre de mi padre, olalá, mi madre, mi padre, olalá” fue nuestra
particular sintonía de viaje transportados por el viejo Opel Corsa que tantos y
tantos kilómetros nos ha regalado por esta Isla Afortunada. Sin embargo, la
ciencia ha venido recientemente a contradecir la sabiduría popular recogida en
la coplilla. Si bien continuamos siendo hijos de nuestros padres, en el caso de
las madres ya no está tan clara la cosa. Nos estamos refiriendo al nacimiento
del pequeño Abrahim Hassan, portador del ADN de su padre, de su madre biológica
y de una segunda madre donante. El año pasado esta técnica reproductiva se
aprobó en el Reino Unido y ahora ha sido puesta en práctica por un equipo
médico estadounidense.
La información
genética que nos legan nuestros progenitores procede del núcleo de dos células
reproductoras, el óvulo y el espermatozoide. Pero existe otro ADN localizado en
las mitocondrias que solamente es heredado por vía materna. Nos estamos
refiriendo a unos 37 genes muy específicos.
La madre del pequeño Abrahim, aún siendo una mujer sana, es portadora
del síndrome de Leigh, un trastorno letal que afecta al desarrollo del sistema
nervioso. De hecho los dos primeros hijos de la pareja fallecieron por culpa de
dicha enfermedad.
El método británico
se denomina transferencia pronuclear. Se lleva a cabo en un laboratorio superespecializado.
Antes de que los óvulos fertilizados comiencen a dividirse en embriones se
retira el núcleo celular, se descarta el de la madre donante y se reemplaza por
el de la mamá biológica. De esta manera los embriones resultantes poseen el ADN
nuclear paterno, el ADN nuclear materno y el ADN mitocondrial de la donante,
descartando cualquier tipo de transmisión de una enfermedad genética presente
en las mitocondrias. En el caso de Abrahim los expertos tuvieron que
enfrentarse a una dificultad adicional. La religión musulmana de sus padres es
contraria a la manipulación y destrucción de los embriones. Por ello el equipo
dirigido por el Doctor John Zang, del Centro de Fertilización New Hope de Nueva
York, se las ingenió para retirar el núcleo de uno de los óvulos de la madre
biológica para implantarlo en el óvulo de la donante, al que previamente se le
había retirado su propio núcleo. Este preciado gameto, con el ADN nuclear de la
madre biológica y el ADN mitocondrial de la donante, fue fecundado con el
esperma materno. El nacimiento del pequeño Abrahim, libre de las consecuencias
del mortazl síndrome genético que exterminó a sus hermanos, ha venido a
corroborar esa cancioncilla con la que Nicole nos obsequiaba cada vez que
descendíamos desde el Alto de Erjos hasta la batida playa de Los Gigantes…
Olalá.
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