Caricatura original de Alan Benge ®
Algunos fármacos
superan con creces las expectativas que la Medicina había depositado en ellos.
Por ejemplo, el ácido acetilsalicílico, más popularmente conocido por una de
sus marcas comerciales, la famosa Aspirina ®. Desde que su analgesia natural fuera
empleada en la antigüedad a partir de extractos de corteza del sauce blanco,
hasta su moderna comercialización, hoy en día se consumen a nivel mundial unos
100 millones de comprimidos diarios de aspirinas, siendo fabricadas en su
totalidad en la factoría que los laboratorios Bayer tienen en Langreo.
El omeprazol, con 113
millones de dosis mundiales anuales, llevaría una trayectoria parecida,
teniendo en cuenta su descubrimiento mucho más reciente, a finales de los años
80. En España, el consumo de este fármaco creció un 500% entre los años 2000 y
2012. De cada 100 envases despachados en las farmacias españolas , 6 son de
omeprazol, el principio activo de mayor utilización. El coste diario del
tratamiento es de aproximadamente 0.1 euros.
Sus indicaciones terapéuticas, tal
y como figuran en su ficha técnica (el famoso prospecto) son claras y concisas:
esofagitis provocada por el reflujo gástrico, el tratamiento de úlceras
duodenales y gástricas benignas (incluyendo a las producidas por los antiinflamatorios),
el tratamiento de úlceras gástricas y duodenales asociadas a la bacteria Helicobacter Pylori, y finalmente el
tratamiento de un síndrome muy poco frecuente denominado Zollinger- Ellison. Y
nada más. Es decir, el omeprazol es el primero de una familia de fármacos
denominados técnicamente inhibidores de la bomba de protones, que ha demostrado
su utilidad en el tratamientos de unas patologías muy concretas, pero que en
manera alguna debe identificarse con un mero antiácido y que debe tomarse bajo estricta
prescripción y control médico.
Al respecto, es frecuente escuchar en las
consultas, incluso a pie de calle, a personas que deciden tomar por su cuenta y
riesgo un comprimido de omeprazol antes de una opípara comida, para que ese
previsto exceso de grasas y alcohol no vaya a provocarles una mala digestión.
Tampoco resulta inusual que este tipo de comportamientos se produzcan entre
aquellos pacientes que habitualmente toman varios medicamentos, aunque ninguno
de ellos provoque un daño específico en las paredes de su tubo digestivo. Por
ejemplo, basta que su médico les prescriba un antibiótico que se tome tres
veces al día durante una semana para que se le reclame la receta de un
protector gástrico.
Expertos y
autoridades sanitarias vienen alertando en los últimos meses sobre el consumo
abusivo de omeprazol en nuestro país. Existen datos que asocian su consumo
crónico y descontrolado con déficits vitamínicos (B12) que pueden causar daños
neurológicos, así como con pérdidas de masa ósea y mayor riesgo de fracturas
(caderas, muñecas y vértebras), infecciones intestinales por Salmonella, problemas renales e incluso
un mayor riesgo de padecer infartos cardiacos. Separemos pues en nuestras
estanterías mentales el omeprazol del bicarbonato o los antiácidos, porque no
son lo mismo.
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