Como si vivíesemos montados en el vaivén de un metrónomo, una vez más se acerca la Navidad a nuestras vidas. Aflojemos pues nuestros bolsillos sumergidos en la vorágine de un consumismo incontrolado; ¡manos arriba, esto es un atraco!. Hasta Homer Simpson no ha podido resistir la tentación y se ha vestido de Papá Nöel. Mientras dos de Los Panchos se emborrachan y se lían a hostia limpia en un hotel de Tegucigalpa, la Navidad ha llegado a Auriavella más luminosa que nunca (¡menos mal que nos queda Portugal!).
La calle de Santo Domingo se ha convertido en un océano de luz blanquiazul, como si de un inmenso coche patrulla de servicio se tratara, mientras los niños corren a estrellarse las naricillas contra los escaparates de las jugueterías. Y como no hay Navidad agridulce, en una avalancha de nieve en la Cerdanya se muere aplastado el Dr. Carles Margerit, pionero de los transplantes hepáticos en España.
Unos vienen y otros se van, porque ha nacido un bebé llamado Oscar cuya madre es portadora del VIH. De paso que se infectó con este virus, contrajo una hepatitis multivírica B, C y delta que convirtió su hígado en una masa cirrótica inoperante. Ella vive gracias a un transplante hepático. Los médicos se las vieron y se las desearon para compatibilizar los efectos terapéuticos y secundarios del tratamiento antirretroviral y de los fármacos antirechazo con el normal desarrollo embrionario de Oscar. Dicen que ahora se toma biberones de leche con zidovudina.
Me despido comparando a Jacques Chirac con Bill Gates: el primero quiere establecer la tasa área contra el SIDA en África, cobrando 1 euro extra en los vuelos franceses dentro de Europa en clase turistra y hasta 40 euros adicionales en los vuelos extraeuropeos en 1ª clase. El segundo acaba de donar 450 millones de dólares para financiar proyectos científicos "iconoclastas", como por ejemplo el descubrimiento de las marcas genéticas que portan muchas prostitutas de Kenia que no se han infectado con el VIH a pesar de mantener constantes contactos sexuales de riesgo. ¡Qué suenen los villancicos!.
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