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09 febrero 2006

T4



No voy a comentar hoy nada sobre las hormonas tiroideas. Aterricé el otro día en la controvertida nueva terminal T4 de Barajas y la verdad sea dicha no encontré montado ningún zapatiesto. Viajé a Madrid en un avión de Iberia coincidiendo en el pasaje con la alcaldesa de Vigo; supongo que iba a transferirle a Don Manuel Fraga los trastos del senado patrio.

La terminal T4 resulta colosal y algo claustrofóbica, como costillar de ballena. Exige del pasajero cualidades casi atléticas para deambular por sus espacios. Tan solo eché en falta una sintonía de fondo al modo de “Música para aeropuertos” (1978) de Brian Eno.

En la capital de la corte coincidí con otra alcaldesa del Partido Popular, también rubia y de buen ver. Cual estrella de Hollywood, rodeada por las cámaras y los flases de la prensa se subió al Metro en la estación de Alonso Martínez. Con todos los respetos, y aunque no son mi tipo, Corina y Esperanza mejoran mucho en las distancias cortas.


Mientras sobrevolaba nuestra piel de toro me entretuve leyendo una información sobre el auge de las aguas minerales de Galicia en las mesas de la hostelería internacional más selecta. Curiosamente, el mérito de tal hazaña se basa en la estética de los envases.

Observo que en el top ten de las aguas más famosas del mundo se encuentran tres marcas galesas, embotelladas en cascos de cristal mucho menos atractivos que los nuestros. Apliquemos pues las recomendaciones del Otsutsumi, arte tradicional de embalaje japonés, dada la importancia del envoltorio en todas las cosas de la vida.


Y todo esto mientras nuestra Comunidad Autónoma va a infringir, al menos durante los próximos cinco años, la normativa de la Unión Europea sobre aguas fecales. Mientras A Coruña, Vigo y Ferrol suspenden clamorosamente en esta asignatura, al tener que seguir evacuando sus cisternas vecinales en el mar sin la necesaria depuración previa, en Ourense vamos siendo en esto mucho más ejemplares.


Surcando los cielos y esperando el regreso, vagando solitario por las inmensidades del nuevo aeropuerto, me percato de lo lejos que todavía quedan nuestros hogares de la capital de un país que un día se llamó España.

Insisto: beban mucho agua mineral gallega, pero sin desdeñar el cava catalán que sigue siendo nacional, nacionalista y excelente. Mientras tanto, esperamos que la Ministra de Fomento, Dña Magdalena Álvarez, deje a un lado su nombre de pecadora y nos perdone por lo del Plan Galicia escatológico, y pronto nos conceda el tan ansiado AVE con la Meseta.

(ave - rigue usted para cuando)

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