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22 diciembre 2006

OTRA VEZ NAVIDAD


Como cada año, anda muy atareado Aloysius con sus felicitaciones navideñas postales y virtuales. Resulta que la Navidad es una fiesta religiosa cristina a la que el costumbrismo (y el consumismo) han ido despojando de bastante espiritualidad. En estas fechas, mientras unos cuantos progresistas tratan de introducir en el debate el concepto imposible de unas navidades laicas, el resto de los parroquianos preparan sus cuerpos para unos días de excesos. Volverá a derretirse el plástico de muchas tarjetas de crédito en regalos y cuchipandas. La solidaridad está que se nos sale por los poros. Hasta la cuesta de enero; luego otra vez llegará el olvido.
Prepara amenazante mi escolástico amigo una felicitación navideña a la famosa directora que desmontó el belén en un centro de enseñanza público en Andalucía:
“Estimada señora: coherente con su manera de interpretar estas tradicionales fiestas, debería usted renunciar a los días libres de vacaciones navideñas. Estoy convencido que encontrará actividades más productivas para realizar en solitario dentro de unas dependencias escolares silenciosas y vacías. De paso, haga lo mismo con las vacaciones de Semana Santa y con el puente de la Inmaculada. Y reflexione, no vaya a ser que Dios verdaderamente exista (o no se haya muerto del todo) y haga revivir en su modernidad de usted aquel antiquísimo mito de Sísifo, condenándola a montar y desmontar belenes el resto de la eternidad. Atentamente…”
Yo, en lugar de discutir, prefiero disfrutar del Belén del maestro escultor ourensano Arturo Baltar. Me parece mucho más edificante. Hablando de excesos. Sin ánimo publicitario ni ofensivo, reproduzco aquí un menú de Nochevieja escogido al azar entre los publicados en la prensa. ¿Tendrá alguien suficientes bemoles para comerse todo esto?:
Cóctel de cava, boca chups de jamoncitos de codorniz, tosta de uva y queso, brocheta de melón con jamón ibérico, buñuelos de solomillo y boletus, milhojas de paté de centollo con salmón y corona de langostinos, cigalas de nuestras costas al vapor, medallones de rape con vinagreta de piñones y endibia caramelizada, sorbete exótico, paletilla de cordero lechal asada con reducción de su jugo y trufa, tarta Ceilán con mousse de cava, chocolate y helado de frutos del bosque, exquisiteces navideñas y uvas de la suerte. Para beber aguas minerales, refrescos, vino blanco del Ribeiro y tinto de La Rioja, cava (para que no se pique Carod Rovira), cafés y licores. Y al finalizar barra libre, cómo no. Viva la dieta atlántica.

En la muy marinera villa de Baiona se han reunido recientemente expertos internacionales en alimentación y nutrición para asentar las bases de una nueva política preventiva de la obesidad, promocionando de paso una dieta rica en el consumo de pescados y mariscos. La llamada “Dieta de la Zona” (Galicia, Asturias y Norte de Portugal), presentada por el médico y bioquímico estadounidense Barry Sears, se basa en la reducción de los almidones y de los cereales, ya que provocan un indeseable exceso en la producción de insulina, moderando la ingesta de carnes y huevos, y priorizando el consumo de frutas, verduras, hortalizas y pescado (hasta 4 veces por semana), alimento rico en ácidos grasos omega 3.
Se pregunta Aloysius un tanto azarado dónde le encontraremos entonces cabida al pan de Cea, a las patatas de Xinzo, a los huevos de Coren y a los tradicionales productos de la matanza de nuestros cerdos totémicos de Manzaneda. A lo mejor la provincia de Ourense, por no tener costa con la mar océana y estar pegada a Castilla y a León no entra en los planes de la Declaración de Baiona ni en los nuevos usos horarios.

Mientras por Navidad, el presidente de la Xunta y nuestra conselleira de Sanidade reparten cariñosos regalos a los niños hospitalizados en Santiago (como es costumbre), el concello de Carballiño decide que en sus calles no se escuchen panxoliñas por la megafonía de los comerciantes, no vaya a ser que el ruido moleste a unos y el mensaje cristiano de los villancicos incordie a otros. Sospecha Aloysius que los reyes magos, a unos cuantos, les van a traer carbones.

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