Jacques Louis David: Leónidas en las Termópilas.
Entiende Aloysius que el calificativo médico debería estar reñido con el sustantivo guerra. Una profesión que pretende ayudar al prójimo, preocupándose por la preservación de su salud, no resulta un compañero de viaje adecuado en el desarrollo de ningún conflicto. Solícito, procedo a tranquilizarlo, pues estas guerras se refieren a las sostenidas entre griegos y persas a lo largo del siglo V antes de Cristo.
El cine acaba de poner en el candelero la historia de Leónidas y sus 300 espartanos, que sucumbieron heroicamente tratando de contener el avance de las tropas de Jerjes en el estrecho paso de las Termópilas. Me ha parecido una película peculiar, pues en su realización se amalgaman elementos reales con otros procedentes del cómic. En las mismas pantallas cinematográficas están triunfando dos obras maestras del veterano Clint Eastwood, relatos especulares ambientados en la batalla de Iwo Jima, cuya resolución supuso un punto de inflexión en el escenario del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
Con anterioridad a ellas, ya me había interesado en la manera de expresar cinematográficamente dentro del género bélico los traumas psicológicos que sufren los combatientes. Por poner unos ejemplos, la cohesión de los compañeros que buscan al soldado Ryan en una misión kafkiana (Salvar al soldado Ryan, 1998), la obcecación del capitán Willard viajando río arriba hacia el horror para culminar una misión que a nadie beneficia (Apocalypse Now, 1979), la desesperación de los infelices reclutas elegidos al azar para ser inmolados en el ara de los sacrificios, tratando así de ocultar la molicie de sus superiores (Senderos de Gloria, 1959) o la perplejidad del marine Swofford (Jarhead, 2005) tirador de élite que participa en la primera guerra del Golfo sin realizar ni un solo disparo.
Y es que están bien documentadas las REC (reacciones de estrés por combate), implicadas en la claudicación de la resistencia y en la merma de la moral de las tropas previamente a la derrota en la batalla. La pérdida de la unidad y el colapso del liderazgo suponen el inicio del fin de un bando combatiente. Muchas menguas de las tropas de los frentes se producen por este tipo de reacciones, y hay quien incluso ha llegado a afirmar que en determinadas divisiones de combate, por cada 1600 bajas se producen 1000 evacuaciones psiquiátricas (Beebe y cols, 1952).
La utilización de las nuevas tecnologías de comunicación también desempeña un papel esencial en el tratamiento de las REC. El equipo de Giuseppe Riva, del Istituto Auxiológico Italiano de Milán, acaba de publicar un interesante artículo en el que demuestra la utilidad de la telefonía móvil (aparatos celulares 3G y PDA) en el tratamiento del estrés militar en pleno fragor del campo de batalla. Ante esta tesitura, sostiene Aloysius que si los afamados cirujanos castrenses de Napoleón levantaran la cabeza, capitaneados por el insigne barón Dominique – Jean Larrey (estratega inventor de las ambulancias de campaña), de seguro se volvían a morir, aterrorizados por tanto avance tecnológico.
Con anterioridad a ellas, ya me había interesado en la manera de expresar cinematográficamente dentro del género bélico los traumas psicológicos que sufren los combatientes. Por poner unos ejemplos, la cohesión de los compañeros que buscan al soldado Ryan en una misión kafkiana (Salvar al soldado Ryan, 1998), la obcecación del capitán Willard viajando río arriba hacia el horror para culminar una misión que a nadie beneficia (Apocalypse Now, 1979), la desesperación de los infelices reclutas elegidos al azar para ser inmolados en el ara de los sacrificios, tratando así de ocultar la molicie de sus superiores (Senderos de Gloria, 1959) o la perplejidad del marine Swofford (Jarhead, 2005) tirador de élite que participa en la primera guerra del Golfo sin realizar ni un solo disparo.
Y es que están bien documentadas las REC (reacciones de estrés por combate), implicadas en la claudicación de la resistencia y en la merma de la moral de las tropas previamente a la derrota en la batalla. La pérdida de la unidad y el colapso del liderazgo suponen el inicio del fin de un bando combatiente. Muchas menguas de las tropas de los frentes se producen por este tipo de reacciones, y hay quien incluso ha llegado a afirmar que en determinadas divisiones de combate, por cada 1600 bajas se producen 1000 evacuaciones psiquiátricas (Beebe y cols, 1952).
La utilización de las nuevas tecnologías de comunicación también desempeña un papel esencial en el tratamiento de las REC. El equipo de Giuseppe Riva, del Istituto Auxiológico Italiano de Milán, acaba de publicar un interesante artículo en el que demuestra la utilidad de la telefonía móvil (aparatos celulares 3G y PDA) en el tratamiento del estrés militar en pleno fragor del campo de batalla. Ante esta tesitura, sostiene Aloysius que si los afamados cirujanos castrenses de Napoleón levantaran la cabeza, capitaneados por el insigne barón Dominique – Jean Larrey (estratega inventor de las ambulancias de campaña), de seguro se volvían a morir, aterrorizados por tanto avance tecnológico.
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