Con sordina, a través de una lejana ventana abierta, suena una vieja canción soul; creo identificar el “Love is a serious business” de Aretha Franklin. Este tema también se conoce como “Dr. Feelgood”, el magnánimo y benéfico “Dr. Siéntete - Bien”. Siempre que me encuentro mal, voy a visitar a mi médico, el prestigioso Dr. Feelgood. Cruzo el umbral de su consulta y ya empiezo a mejorar. Mañana voy a pedir cita. No es para mí, es para un amigo. Esta tarde lo encontré mendigando entre las mesas de las terrazas de la Rua do Paseo. Una caridad, por favor. Amenazaba lluvia y llevaba un paraguas colgado de su chaqueta. La empuñadura parecía una prótesis vertebral ajada, que apenas conseguía sostenerle en pie. Su parco equipaje, una enjuta bolsa de las que solemos llevarnos a la playa. "Yo también estuve en Tenerife" – pude leer impreso entre la suciedad que la cubría. Casi palmo en Tenerife... Con un mono de puta madre anduve tirado por la Plaza Weyler y por el Parque García Sanabria, comiendo basura y escondiéndome de los espectros de la madrugada, tiritando como un perro callejero, muerto de frío mientras los demás se paseaban en bañador por la Playa de las Teresitas, mirando la profundidad oscura del Océano Atlántico y esperando a la muerte, pues esa era mi única esperanza. Dicen que me salvaron de la droga. No sé. ¿Me salvé yo solito? No sé. Mientras haya caballo, habrá camellos… y yonquis. Los grandes traficantes se seguirán llenando los bolsillos a espuertas. El sol sigue saliendo por el este y continúa poniéndose por el oeste. El viejo y salvaje oeste. Cowboy junkies, jinetes y caballos, Riders on the Storm, Cowboy de medianoche. Un día tras otro, sin pausa. Ese es el mecanismo: engancharse, joderse la vida propia y la de las personas que más quieres, colgarse, mentir, vender a tu propia madre por treinta monedas de plata, pillar, chutarse, desconectar con este mundo que cada vez será peor y peor, retorcerse por el síndrome de abstinencia, vomitar como una gárgola y no cagar durante días, el amanecer que sigue a la noche y el atardecer que sigue al mediodía. Los menesterosos siempre madrugan, desde temprano han de buscarse la vida. No todo el mundo sirve para yonqui. Me he encontrado payasos patéticos, con los brazos tatuados como alfombras y que les pegan palizas a sus chicas, pobres niños de papá que no tienen puta idea, que guardan las chutas en pequeñas cajitas de acero quirúrgico y que tienen aguada la sangre en las venas. Mal rollo. Chungo. Mientras haya caballo, camellos y drogotas, habrá programas de deshabituación. Mi desmejorado amigo, el de la mugrienta bolsa de playa vacía de esperanza y llena de desesperación, tiene una extraña teoría. Mientras haya caballo, traficantes, camellos, toxicómanos, rehabilitadores y programas de desintoxicación, se mantendrá boyante el negocio. Una pescadilla que se muerde la cola. La vida es una porquería, una infecciosa indecencia. Como la canción de Mötley Crüe que precisamente se titula “Dr. Feelgood”. Yo también estuve en Tenerife…
22 julio 2007
DR. FEELGOOD
THE JUNKY AND HIS SHADOW, by shyb
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