Si mi capacidad de predicción para el futuro más cercano no falla, además de hoy en esta bitácora, usted podrá leer también estas líneas en el diario La Región de Ourense el Día de los Santos Inocentes, apenas a tan sólo 72 horas del cambio de año.
Para celebrar una barbaridad, aquel supuesto infanticidio ordenado por el rey Herodes para acabar con la vida del Niño Jesús, en estas fechas normalmente se dejan colar alguna broma o gazapo intencionado en las noticias que publican los medios de comunicación. De la misma manera, cuando se acerca el final del año, suele hacerse inventario de los hechos más significativos transcurridos en los últimos 12 meses. Mi muy circunspecto Aloysius me aparta de la primera tentación. Hagamos pues repaso de este 2008 que agoniza.
En primer lugar, me gustaría destacar que en un año como éste, salpicado por la crisis y la amenaza de recesión económica mundial, ni los prestigiosos Premios Nobel han conseguido escapar de la polémica. Recordamos aquí el galardón compartido por Luc Montagnier, director de la Fundación Mundial para la Investigación y la Prevención del SIDA, por Françoise Barré – Sinoussi, del Instituto Pasteur, ambos por sus trabajos sobre el virus del SIDA, y por el alemán Harald zur Hausen, científico clave por sus investigaciones sobre el virus del papiloma humano (HPV).
Este último reconocimiento se encuentra bajo sospecha, pues la fiscalía sueca está investigando las relaciones patrocinadoras entre una potente multinacional farmacéutica y la fundación que gestiona los Nobel. Una vez más, nos encontramos ante la difícil frontera donde se deben conjugar los intereses económicos de una empresa dedicada legalmente a la fabricación de fármacos y vacunas, con un bien general tan elevado y preciado como es la protección de la salud de nuestros semejantes.
Con el “Premio Nóvoa Santos de Medicina” fue galardonado también durante este 2008 mi antiguo profesor de la Facultad de Santiago de Compostela, el prestigioso investigador y endocrinólogo Dr. Felipe Casanueva, que nos viene alertando sobre la creciente incidencia de unas enfermedades, la obesidad y la diabetes, que pueden llegar a convertirse para la humanidad en las verdaderas plagas del siglo XXI.
Justos reconocimientos para la lucha contra los virus y otros agentes infecciosos y para la prevención de las enfermedades provocadas por los malos hábitos de vida adquiridos. Pero todavía queda mucho por hacer. A la espera quedamos de los avances aplicados en nanomedicina y genómica.
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