Lo confieso. De todos esos quiméricos colegas míos capaces de desnudar su alma en las pantallas del cine y la televisión, mi favorito es el Dr. Joel Fleischman, aquel jovencito judío de Nueva York obligado por el destino a ejercer la medicina en el pintoresco pueblo de Cicely, perdido en la Alaska más remota. Espero que algún lector guarde tan buenos recuerdos de aquella serie televisiva titulada en España “Doctor en Alaska”.
A mediados de los 80, finalizados mis estudios en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, un buen día me senté delante del espejo y le dije a mi pálido reflejo: “ya está; ya eres médico; ¿y ahora qué?”. Ahora vendría lo bueno. De mis primeros destinos como sustituto en la Ourense rural de aquel entonces, guardo muy gratos recuerdos y alguna que otra simpática anécdota digna de figurar en el guión de cualquier popular serial.
Impugna el taimado Aloysius mi hipocresía, pues estima que lo que a mí me hubiera gustado ser es el Dr. Ross, el singular pediatra de la serie “Urgencias”, encarnado por el atractivo y deseado George Clooney. A nadie le amarga un dulce. Atrás quedaban también los tiempos en los que el Dr. Marcus Welby había llenado las escuelas de medicina de futuros aspirantes a galenos.
Hoy vivimos en la era del Dr. House, esa especie de robot enciclopédico médico hospitalario que todo lo sabe y resuelve. Esta serie televisiva pudiera estar transmitiendo valores erróneos a la sociedad, como por ejemplo pensar que es mejor ser un buen médico que una buena persona. La realidad nos despierta de este espejismo, pues según el Barómetro Sanitario 2008, el 86% de los ciudadanos encuestados estimó que los médicos españoles del sistema sanitario público realizan adecuadamente su trabajo, confiando plenamente en ellos. La labor asistencial de Atención Primaria y de los servicios de Urgencias resultó de paso altamente apreciada.
Simultaneamente a estos datos del Barómetro, los medios publicaron las estadísticas sobre la asignación de las plazas de médicos en la última convocatoria MIR. Y una vez más, la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria estuvo entre las menos valoradas por los aspirantes. Tal vez la esplendorosa luz de los hospitales siga resultando más cautivadora para los médicos del futuro. Quizás el Dr. House y su grupo de detectives facultativos continúen venciendo al Dr. Mateos y su esforzada tropa de médicos de cabecera en esa hipotética batalla que cada jornada se desarrolla en los duros campos de la vocación y de la dedicación profesional. Y es que poco o nada ayudaron fichajes tan patéticos como el Dr. Nacho Martín (Emilio Aragón) de “Médico de Familia” o el Dr. Ulises (Miguel Angel Muñoz) en “El síndrome de Ulises”. Y como decía Obi – Wan Kenobi, que la Fuerza nos acompañe.
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