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08 abril 2009

OKURIBITO


El entrañable Aloysius es conocedor de mi desmedida querencia por el País del Sol Naciente. Él mismo me ha regalado florilegios de haikus, libros de Mishima y de Murakami, películas de Kurosawa y me ha invitado a cenar deliciosos sushis y sashimis en el Kiotori, un acogedor restaurante japonés de la Rue Monsieur le Prince, en el Barrio Latino de París. Mediante la magia del origami, ha intentado enseñarme geometría fabricando colibríes, grullas, mariposas y complejos poliedros plegando papeles de vistosos colores. Él es el responsable de que hoy escriba estas líneas sobre “Okuribito”, el film de Yojiro Takita ganador del Óscar 2009 a la mejor película en lengua no inglesa.

Lo peor que le puede ocurrir a un ser humano es que lo despierten bruscamente del sueño de su vida. Eso le ocurrió a Daigo Kobayashi, el protagonista de esta aventura. Violoncelista de una sinfónica en Tokio, en cada función se abstraía felizmente tocando la Novena Sinfonía de Beethoven. Pero, en tiempos de crisis, la orquesta se disuelve, Daigo se desprende de su amado instrumento y regresa con su esposa a sus orígenes en Yamagata, al norte del Japón. Allí encontrará trabajo en una peculiar agencia de viajes: una funeraria especializada en preparar a los difuntos para su travesía hacia la eternidad. La sensibilidad del virtuoso músico colisiona con la crudeza de su nuevo empleo de embalsamador. Pero, poco a poco, irá aprendiendo el delicado oficio que el Sr. Sasaki, su maestro, le enseñará con sosegada dedicación.

¿Por qué les cuento hoy esta historia? Porque recientemente he leído en “La Región” las causas de las defunciones en Galicia durante el año 2007. Nuestra tasa de mortalidad supera los 1100 fallecimientos por 100000 habitantes. Por si esto fuera poco, me ha alarmado que el 27% de los decesos provocados en España por cardiopatía isquémica e infarto agudo de miocardio hayan ocurrido en nuestra comunidad autónoma. A pesar de los esfuerzos realizados por nuestra sanidad, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de mortalidad entre los españoles y la segunda entre las españolas. En Galicia, más de lo mismo, y así continúa la sangría en nuestra población por culpa de patologías que podemos (y debemos) prevenir.

En plena efervescencia primaveral, el insondable Aloysius me ha echado una bronca monumental por andarme entreteniendo con la muerte en vez de ensalzar el triunfo de la vida. Le contesto que un crítico cinematográfico, refiriéndose precisamente a “Okuribito”, ha dejado escrito: no debemos enemistarnos con la muerte, porque es más compañera nuestra de lo que nos creemos.

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