Anda Aloysius demasiado ocupado esta temporada coleccionando adjetivos provocativos que lee en la prensa. El otro día me hizo llegar uno de sus inefables correos electrónicos comentándome unas cuestiones referentes a uno de ellos. El adjetivo en cuestión es perverso, palabra que proviene del latín perversus, y que me trae a la memoria a alguno de aquellos intrigantes romanos, generalmente de color verdoso, que malicioso trataba de infiltrarse en la inquebrantable aldea de Asterix y Obélix. El diccionario de la Real Academia Española presenta dos acepciones para este vocablo, calificando a alguien como sumamente malo y que causa daño intencionadamente, o que corrompe las costumbres, el orden y el estado habitual de las cosas.
Como podrán observar, una palabra de rabiosa actualidad. Tal vez una noticia atrajo la atención de mi entrañable amigo, la que informaba que los responsables sanitarios de algunas autonomías han incluído en las nóminas de los médicos unos incentivos económicos para premiar a los que mejor gestionan la incapacidad temporal. Para que todos nos entendamos, se les ha pagado dinero a algunos profesionales para que limitaran el número de bajas y la duración de las mismas entre los usuarios de sus cupos.
No se rasguen las vestiduras, pues esta medida política ha sido tomada por partidos que gobiernan mayoritariamente las comunidades autónomas de Madrid, el Partido Popular, y de Extremadura, el PSOE. Los gestores madrileños se han inspirado para esta decisión en los convenios firmados en el 2007 por la Seguridad Social con Andalucía, más PSOE, y Cataluña, gobernada por la entente socialista, verde e independentista.
Algunos sindicatos profesionales se han manifestado en contra de esta resolución calificándola como perversa, así como las sociedades científicas de atención primaria.
Es cierto que es imposible sostener nuestro sistema sanitario público sin el esfuerzo de todos. Ya nadie se extraña al escuchar hablar de la responsabilidad adquirida por los profesionales sanitarios respecto a la gestión adecuada de unos recursos cada vez más limitados, condicionados por la equidad y la universalidad de la asistencia sanitaria.
Pero en las bajas por incapacidad temporal influyen muchas cuestiones, bien conocidas por el médico de cabecera. Pongamos por caso algo que tal vez ocurra con demasiada frecuencia: un paciente sufre un traumatismo accidental practicando deporte durante su tiempo libre. Acude al servicio de urgencias donde le diagnostican y le tratan la patología en cuestión. Como ésta le impide trabajar, es remitido a la consulta de su médico de familia para que se le extienda el correspondiente parte de baja por incapacidad temporal. Tras el seguimiento y los partes de confirmación iniciales, como el enfermo no evoluciona adecuadamente, desde la consulta de atención primaria se solicita una interconsulta al servicio de Traumatología. Hasta aquí, todo correcto. El problema puede surgir en la demora de la atención especializada, en la lista de espera de primeras consultas o en la lista de espera de pruebas diagnósticas, que pueden mantener al paciente aguardando por una valoración médica lastrada por los denominados tiempos muertos.
Y hemos puesto este ejemplo adrede, porque entre las patologías que más desajustes provocan en la gestión de la incapacidad temporal destacan las traumatológicas, como las artritis, las lesiones de ligamentos y meniscos de la rodilla, las tendinitis, los dolores crónicos de la espalda, la artrosis y los esguinces de tobillo. Capítulo aparte representan enfermedades psiquiátricas, como las neurosis de ansiedad y las depresiones.
Dotar al nivel asistencial primario de una mayor capacidad resolutiva se me antoja una manera mejor de gastarse el dinero con el que se pretende incentivar a los médicos. La Seguridad Social tiene pensado retribuir a las autonomías, no a los profesionales, con unos 30 millones de euros, lo que representaría 10 - 15 euros por cada día conseguido en la reducción de las bajas.
Simplemente recordar que antónimos de perverso podrían ser bueno, bondadoso, compasivo, abnegado, humanitario, tolerante, amable, generoso... todas ellos cualidades que los enfermos y usuarios desean constatar en su médico, en el verdadero gestor de su salud, un capital de valor inestimable.
Como podrán observar, una palabra de rabiosa actualidad. Tal vez una noticia atrajo la atención de mi entrañable amigo, la que informaba que los responsables sanitarios de algunas autonomías han incluído en las nóminas de los médicos unos incentivos económicos para premiar a los que mejor gestionan la incapacidad temporal. Para que todos nos entendamos, se les ha pagado dinero a algunos profesionales para que limitaran el número de bajas y la duración de las mismas entre los usuarios de sus cupos.
No se rasguen las vestiduras, pues esta medida política ha sido tomada por partidos que gobiernan mayoritariamente las comunidades autónomas de Madrid, el Partido Popular, y de Extremadura, el PSOE. Los gestores madrileños se han inspirado para esta decisión en los convenios firmados en el 2007 por la Seguridad Social con Andalucía, más PSOE, y Cataluña, gobernada por la entente socialista, verde e independentista.
Algunos sindicatos profesionales se han manifestado en contra de esta resolución calificándola como perversa, así como las sociedades científicas de atención primaria.
Es cierto que es imposible sostener nuestro sistema sanitario público sin el esfuerzo de todos. Ya nadie se extraña al escuchar hablar de la responsabilidad adquirida por los profesionales sanitarios respecto a la gestión adecuada de unos recursos cada vez más limitados, condicionados por la equidad y la universalidad de la asistencia sanitaria.
Pero en las bajas por incapacidad temporal influyen muchas cuestiones, bien conocidas por el médico de cabecera. Pongamos por caso algo que tal vez ocurra con demasiada frecuencia: un paciente sufre un traumatismo accidental practicando deporte durante su tiempo libre. Acude al servicio de urgencias donde le diagnostican y le tratan la patología en cuestión. Como ésta le impide trabajar, es remitido a la consulta de su médico de familia para que se le extienda el correspondiente parte de baja por incapacidad temporal. Tras el seguimiento y los partes de confirmación iniciales, como el enfermo no evoluciona adecuadamente, desde la consulta de atención primaria se solicita una interconsulta al servicio de Traumatología. Hasta aquí, todo correcto. El problema puede surgir en la demora de la atención especializada, en la lista de espera de primeras consultas o en la lista de espera de pruebas diagnósticas, que pueden mantener al paciente aguardando por una valoración médica lastrada por los denominados tiempos muertos.
Y hemos puesto este ejemplo adrede, porque entre las patologías que más desajustes provocan en la gestión de la incapacidad temporal destacan las traumatológicas, como las artritis, las lesiones de ligamentos y meniscos de la rodilla, las tendinitis, los dolores crónicos de la espalda, la artrosis y los esguinces de tobillo. Capítulo aparte representan enfermedades psiquiátricas, como las neurosis de ansiedad y las depresiones.
Dotar al nivel asistencial primario de una mayor capacidad resolutiva se me antoja una manera mejor de gastarse el dinero con el que se pretende incentivar a los médicos. La Seguridad Social tiene pensado retribuir a las autonomías, no a los profesionales, con unos 30 millones de euros, lo que representaría 10 - 15 euros por cada día conseguido en la reducción de las bajas.
Simplemente recordar que antónimos de perverso podrían ser bueno, bondadoso, compasivo, abnegado, humanitario, tolerante, amable, generoso... todas ellos cualidades que los enfermos y usuarios desean constatar en su médico, en el verdadero gestor de su salud, un capital de valor inestimable.
2 comentarios:
Perversa también me resultó en su día La Ley de Calidad de la enseñanza que, entre otras cosas, incentiva al profesorado por aumentar el número de alumnos promocionados, es decir, aprobados a final de curso, y bajar la ratio. También pensé que ese dinero se podía invertir en recursos humanos y materiales para los centros, mejor que en una prima para que l@s profesor@s se fuesen de vacaciones con su familia al finalizar el curso. Muchos enfrentamientos tuve que lidiar en las reuniones de claustro.
Se ve que la administración no siempre sabe cómo gestionar los fondos para remediar los males que nos aquejan.
Saludos
No quise decir "la ratio", sino el absentismo. Ay, cabecita loca. jaja.
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