D. Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal CEOE, acaba de descolgarse con una frase de aquellas que hicieron famoso al mismísimo Winston Churchill, ya saben, una del estilo de sangre, sudor y lágrimas. Precisamente así se titula una de las mejores películas bélicas de la historia, dirigida al alimón por los británicos Noel Coward y David Lean en pleno fragor de la 2ª Guerra Mundial.
Hoy en día, estamos todos deseando que estalle de verdad otra contienda, la guerra contra el paro, una conflagración en la que por desgracia no hacemos más que perder batalla tras batalla. Pero volviendo al inefable Díaz Ferrán, le contaría yo un viejo refrán favorito de mi padre, sobre todo a la hora de hacerme reflexionar sobre la soberbia y la hipocresía: “consejos vendo y para mí no tengo”…
Sostiene Aloysius que soplan vientos de guerra contra los trabajadores, pues en la Unión Europea continúan empecinados la revisión de la Directiva de Tiempos de Trabajo. Los que más dan la murga son británicos, germanos y ciertos miembros de la Europa del Este. Al igual que ya está ocurriendo en el Reino Unido y en Irlanda, quieren aplicarnos a los demás una monserga con nombre muy musical, el opt – out, es decir, la ampliación voluntaria de la jornada laboral hasta las 65 horas semanales. Nuestros eurodiputados nacionales populares y socialistas han hecho frente común. Ojalá aplicaran esa visión de estado a otras tantas parcelas políticas. Otro gallo nos cantaría.
Hace unos cuantos años, en mi etapa sindicalista, disputamos largo y tendido con los responsables de recursos humanos de la Consellería de Sanidad sobre si era aplicable o no al ámbito sanitario la famosa directiva sobre el tiempo de trabajo. La propia comisión europea vino a dictaminar a favor de establecer el límite en las 48 horas semanales. Opción cabal e inteligente, pues a ver quién es el espabilado que se pone en manos de un cirujano que haya trabajado sin parar 24 horas, por ejemplo.
Al Sr. Díaz Ferrán, a los comunes y a los lores de la pérfida Albión, a los maquinistas de la locomotora germana y a los recién llegados allende el Danubio les voy a recomendar la lectura de un artículo científico que Aloysius me ha hecho llegar desde tierras salmantinas.
Se trata de una revisión clínica publicada en mayo del corriente año en la prestigiosa European Heart Journal, y alerta sobre el incremento del riesgo coronario provocado por la sobrecarga laboral en los trabajadores. Durante un periodo de 11 años, 6014 funcionarios civiles británicos de mediana edad fueron estudiados para revelar que el trabajo extra constituía un elemento determinante en la enfermedad cardiaca coronaria, independiente de los otros factores de riesgo convencionales, como diabetes, hipertensión arterial, tabaquismo y dislipemias.
Que presten pues buena atención a estos alarmantes resultados todos esos políticos y empresarios sin corazón que nos piden a los asalariados más trabajo y, por si fuera poco, ganar menos dinero.
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