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24 noviembre 2011

MEDICOS ENFERMOS



Se quejaba Aloysius porque el otro día acudió a la consulta de su médico de familia y dicho profesional estaba enfermo. Como el problema por el iba a asesorarse tenía connotaciones patológicas y personales, volvió sobre sus pasos y decidió posponer la consulta para otro día.

Esta anécdota no resulta infrecuente. Denota la enorme confianza que los usuarios de la atención primaria de la salud tienen en los profesionales que velan por su cuidado. El médico de familia, o de cabecera como se decía antiguamente, forma parte de nuestro ámbito más personal. La mayoría hablamos de él o de ella como mi médico, mi médica… Y si la relación perdura a través del tiempo, varias generaciones de prójimos pasan por sus manos.

Pero los médicos también se enferman. Y se mueren, como todo hijo de vecino. Acabo de echarle un vistazo a una información que hace referencia al documento de la CESM (Confederación Estatal de Sindicatos Médicos) sobre la jornada complementario en el ámbito hospitalario y me encuentro verdaderamente preocupado.

A los pacientes, más que preocuparles que su médico esté enfermo, debería interesarles que su médico esté sano. La posibilidad de que un médico cometa un error mientras trabaja en un turno largo (24 a 32 horas) se multiplica por siete. ¿Alguno de ustedes se montaría en un avión en el que el piloto estuviera enfermo o fatigado? La pregunta se contesta por sí sola.

El riesgo para la salud es doble. Además de perjudicar al paciente, el exceso de trabajo repercute negativamente sobre los propios profesionales. Los turnos largos de trabajo (superiores a 11 horas) incrementan en un 67% el riesgo de infarto de miocardio en estos facultativos. Y no lo digo yo solo... Está publicado en “The New England Journal of Medicine”, una especia de Biblia en Medicina.

Más datos que me han llamado la atención: el médico que sale de guardia tiene el doble de posibilidades de sufrir un accidente de circulación que la población en general. Desafortunadamente en la realidad existen trágicos ejemplos de esto mismo, con nombres y apellidos.

Existen estudios como el realizado por el equipo del Dr. Colin P. West en la prestigiosa Clínica Mayo (EEUU), en el que encuentra una clarísima relación entre la ansiedad y la fatiga con el número de errores cometidos por los médicos residentes de su hospital durante su formación.

Los compañeros que trabajan en servicios médicos de guardia se quejan de otro problema añadido, el estrés. Los pacientes que atienden suelen ser más difíciles, con mayores complicaciones o con patologías urgentes que muchas veces comprometen la vida del enfermo. No es extraño que muchos compañeros desarrollen a lo largo de su trayectoria profesional trastornos del sueño, ansiedad y depresión. Cuidemos a nuestros médicos, porque son los mejores (y los únicos) que tenemos. Así sea.

23 noviembre 2011

RECORDANDO A EURIDICE




Más bien se presentó a la loba bajo la forma de un mordisco errado.

Su vida entonces parecía una caricia del arisco viento del llano.

Todavía cada noche peinaba su cabello insolente ante un espejo quebrado.

También se perfumaba con las flores que el rocío había besado.

Calentaba además el agua de sus venas sobre estrellas incandescentes.

Quizás soñara con santos, tal vez con demonios callados que salían de pesca.

Pero jamás escuché de sus labios sellados ni una queja ni un reproche.

Desafortunadamente la luna iba mudando de piel cada semana.

Casi siempre cuando abría las ventanas para que retornasen ebrias las libélulas.

Por lo general amasaba el pan cotidiano con unas gotas de la lluvia callada.

Así pasaba las horas sentada sobre aquellos recuerdos bajo la alfombra extraviados.

Siempre pedía por favor una limosna para el pobre con cautela y decisión.

Bastante tuvo que aguantar así de pie en medio de tanta estulticia.

Y cuando me acerqué para surgir tras el próspero balcón de su mirada

Con su dócil aliento apagó mis besos y respondió… de nada.

17 noviembre 2011

ENTRENANDO NEURONAS.



Quizás porque los profesionales sanitarios recomendamos fehacientemente el ejercicio físico para mejorar nuestra salud y forma física, o quizás por moda, o probablemente porque los ciudadanos cada vez están mejor formados e informados, a nadie la extraña salir a pasear y encontrarse con prójimos de todas las edades practicando algún deporte. 

Hasta algunas marcas deportivas identifican el prestigio y la calidad de sus productos con antiguos lemas latinos: el Alma Sana In Corpore Sano se ha transformado en el acrónimo de unas zapatillas deportivas en homenaje a aquel clásico Mens Sana in Corpore Sano.

Nada que objetar. Dejando a un lado el deporte competitivo, que exige entrenamiento y sacrificio y que algunas veces castiga al atleta con lesiones y heridas, resulta mucho más edificante mover el esqueleto y tonificar los músculos que vegetar repantigados sobre un sofá sofronizados por la telebasura. De esta sencilla manera aumenta la producción de endorfinas, unas sustancias químicas endógenas que provocan el bienestar en nuestro organismo y combatimos la obesidad y la diabetes tipo 2, las denominadas plagas del siglo XXI.

Si embargo, el entrenamiento de nuestras funciones cerebrales suele quedar relegado para aquellas personas que comienzan a notar un déficit en las mismas, especialmente en todo aquello referente a la memoria. El temor a la demencia, incluyendo el Alzheimer, pende como una espada de Damocles en una sociedad donde no resulta extraño sobrepasar la octava década de la vida.

Acreditados investigadores del Instituto Karolinska, Hospital y Facultad de Medicina de Estocolmo, junto con equipos pertenecientes a diferentes universidades suecas y finlandesas, han demostrado que el entrenamiento cerebral mediante sencillas pruebas incrementa la concentración de dopamina en determinadas áreas del cerebro (especialmente en el núcleo caudado), implicadas en el mantenimiento y fortaleza de la memoria.

Estos trabajos pueden consultarse en Internet, en un vínculo en el que incluso pueden descargarse los test empleados con los voluntarios. El suspicaz Aloysius ha probado y se ha quedado asustado del número de errores cometidos, algo completamente normal porque las instrucciones están en sueco…

En la red existen infinidad de juegos que pueden practicarse a modo de gimnasia cerebral. Los que ya vamos cumpliendo años teníamos que conformarnos poco más que con la lectura, el ajedrez, el dominó y los juegos de cartas. Los niños del siglo XXI disponen además de un caudal interminable de video juegos, algunos muy instructivos y útiles para reforzar su memoria. Y como todo en la vida, lo ideal es el punto de equilibrio, pues tan nocivo resulta para nuestro cerebro el abuso de una actividad como dormirse en brazos de una pereza que nos lleve sin retorno al electroencefalograma plano.

15 noviembre 2011

IN ESSE...



Peter Henry Emerson, David Nutt
"The Snow Garden", 1895.
Épreuve photomécanique (héliogravure).
Musée d´Orsay, París (France).



Caemos,
rodamos,
persistimos,
vivimos...


En la tierra perfumada de la sosegada labranza,
en la savia dulce de los limoneros,
en la cuba profunda de vino pintada,
gemimos...


Luchamos,
soñamos, 
dormimos,
morimos...


En la fresca almohada que estrena el alba,
en la piedra labrada a golpe de agua y cincel,
en la postrera sonrisa de la doncella amada...


Cantamos,
reímos,
bebemos,
lloramos...


Y por llorar callamos,
y por reír suspiramos,
y sin beber nos atragantamos,
con la hiel y la propia saliva.


Entonces
nos toca perder y volver al principio,
al voraz y sempiterno punto de partida.


11 noviembre 2011

PEPIÑO


"Moisés" de Almudena Salamanca.

De repente, el aguacero comenzó a amainar, transformándose en una cortina de fina de lluvia poco antes de escampar. Unos cuantos rayos del sol de otoño timidamente asomaron entre las nubes dispersas del mediodía. Los niños abandonaron el calor del refugio y corretearon entre la arboleda. Claudio, vestido con un guardapolvo azul, colocó todos sus pertrechos; desplegó una mesa y sobre ella colocó un pote de barro requemado por mil fuegos, ancestrales sesiones de alquimia en las que aguardiente (del vino de su propia cosecha), nueces peladas, granos de café, pedazos de manzana, dos kilos de azúcar y el jugo y la monda de un limón y una naranja (de la huerta de su casa) expiaron sus penas cociéndose en aquel caldo tostado y ardiente.

Para entretenernos mientras la pócima iba tomando cuerpo, Claudio nos contó la historia de un can sin dueño que tenía dos cuartas de lomo y que un buen día apareció por el pueblo sin que nadie conociera su procedencia. El hombre y el perro trabaron grande amistad, hasta que un buen día el animal desapareció misteriosamente. Transcurrió una semana, e intrigado por tanta ausencia, Claudio ascendió por la carretera tortuosa hasta la perrera municipal. Allí estaba el chucho capturado por los laceros, batiendo gozoso su cola al viento al ver de nuevo a su amigo. Ahora portaba un chip con datos en su descomunal corpulencia.

Claudio bautizó a su compañero. Desde entonces le llamó Pepiño, en honor al santo patrón carpintero que recibe veneración en la pequeña capilla de la aldea... 

Ya han transcurrido varios años, el perro corretea por los prados eternos de su particular paraíso canino, pero el recuerdo de su entrañable lealtad todavía permanece imborrable...

Con el cazo en la mano Claudio dejó caer un chorro sobre el cóctel incandescente. Como son tiempos modernos, alguien se afanaba buscando en Internet el Esconxuro da Queimada... Mouchos, coruxas, sapos e bruxas... Por un instante, el hombre apartó la vista del fuego y a lo lejos, en medio del monte, me pareció escuchar el aullido jubiloso de un perro...