Quizás porque los profesionales
sanitarios recomendamos fehacientemente el ejercicio físico para mejorar
nuestra salud y forma física, o quizás por moda, o probablemente porque los
ciudadanos cada vez están mejor formados e informados, a nadie la extraña salir
a pasear y encontrarse con prójimos de todas las edades practicando algún deporte.
Hasta algunas marcas deportivas identifican el prestigio y la calidad de sus
productos con antiguos lemas latinos: el Alma
Sana In Corpore Sano se ha transformado en el acrónimo de unas zapatillas
deportivas en homenaje a aquel clásico Mens
Sana in Corpore Sano.
Nada que objetar. Dejando a un
lado el deporte competitivo, que exige entrenamiento y sacrificio y que algunas
veces castiga al atleta con lesiones y heridas, resulta mucho más edificante
mover el esqueleto y tonificar los músculos que vegetar repantigados sobre un
sofá sofronizados por la telebasura. De esta sencilla manera aumenta la
producción de endorfinas, unas sustancias químicas endógenas que provocan el
bienestar en nuestro organismo y combatimos la obesidad y la diabetes tipo 2,
las denominadas plagas del siglo XXI.
Si embargo, el entrenamiento de
nuestras funciones cerebrales suele quedar relegado para aquellas personas que
comienzan a notar un déficit en las mismas, especialmente en todo aquello
referente a la memoria. El temor a la demencia, incluyendo el Alzheimer, pende
como una espada de Damocles en una sociedad donde no resulta extraño sobrepasar
la octava década de la vida.
Acreditados investigadores del
Instituto Karolinska, Hospital y Facultad de Medicina de Estocolmo, junto con equipos
pertenecientes a diferentes universidades suecas y finlandesas, han demostrado
que el entrenamiento cerebral mediante sencillas pruebas incrementa la
concentración de dopamina en determinadas áreas del cerebro (especialmente en
el núcleo caudado), implicadas en el mantenimiento y fortaleza de la memoria.
Estos trabajos pueden
consultarse en Internet, en un vínculo en el que incluso pueden descargarse los
test empleados con los voluntarios. El suspicaz Aloysius ha probado y se ha
quedado asustado del número de errores cometidos, algo completamente normal
porque las instrucciones están en sueco…
En la red existen infinidad de
juegos que pueden practicarse a modo de gimnasia cerebral. Los que ya vamos
cumpliendo años teníamos que conformarnos poco más que con la lectura, el
ajedrez, el dominó y los juegos de cartas. Los niños del siglo XXI disponen
además de un caudal interminable de video juegos, algunos muy instructivos y útiles
para reforzar su memoria. Y como todo en la vida, lo ideal es el punto de
equilibrio, pues tan nocivo resulta para nuestro cerebro el abuso de una
actividad como dormirse en brazos de una pereza que nos lleve sin retorno al
electroencefalograma plano.
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